2 Reyes 21:1–20
El hijo de Ezequías tenía doce años cuando se convirtió en rey. Su nombre era Manasés. Él hizo cosas malas. Reconstruyó los altares de ídolos y adoró a Baal, e incluso colocó ídolos en el templo.
Manasés quemó a sus propios hijos como ofrendas y practicó hechicería. El pueblo siguió a Manasés hacia el mal. Ellos se volvieron más desagradables que las demás tribus que Israel había expulsado de Canaán.
Llevaron a Dios a una gran ira.
«Traeré mucho mal a Jerusalén. Cuando el pueblo lo escuche, sus oídos retiñirán. Los entregaré y desecharé a mi pueblo.
Ellos me han provocado a ira desde el día que salieron de Egipto».
Manasés ignoró las palabras de Dios. Él fue capturado por el ejército asirio; y fue llevado en cadenas a Babilonia.
Ahí fue atormentado. De manera que regresó a Dios. El Señor escuchó su oración y lo regresó a Jerusalén como rey.
Entonces Manasés supo que el Señor era Dios.
A salvo en Jerusalén, Manasés destruyó a los ídolos.
Él comenzó a adorar verdaderamente a Dios y ordenó que Judá sirviera al Señor. Manasés murió luego de cincuenta y cinco años como rey.
Preguntas: ¿Por qué Dios estaba enfadado con Manasés? ¿Por qué Manasés volvió a Dios?