Ester 1:1–2:4
El rey Darío de Persia murió. Su hijo, Asuero, tomó su lugar como rey. Asuero dio un gran banquete en el palacio de Susa. Los nobles del imperio celebraron durante 180 días. Todo el pueblo de Susa llegó durante los últimos siete días. El rey ordenó que las siervas de la reina la llevaran a la fiesta.
Él deseaba que todos vieran su belleza. Pero la reina Vasti, al ser modesta, se negó.
El rey se llenó de ira. ¡Vasti no había obedecido su orden! Entonces se le ocurrió una idea tonta: «Todas las mujeres de mi imperio ahora le faltarán el respecto a su esposo». Y el reino del rey Asuero era vasto: se extendía de la India a Etiopía.
«¿Qué debo hacer con Vasti?», el rey les preguntó a sus consejeros.
«No vuelvas a verla. Elige a otra reina».
El rey asuero envió cartas a todo el imperio. Él declaró que Vasti ya no era reina. Más tarde, su ira se apagó. Asuero extrañaba a la reina Vasti. Sus consejeros le aconsejaron: «Trae mujeres de todo el imperio.
Elige a una nueva reina de entre ellas».
De manera que llevaron a jóvenes de todas partes.
Hegai, el siervo del palacio, procuró a todas.
Preguntas: ¿Por qué Vasti no quiso asistir a la fiesta? ¿Qué hizo el rey Asuero para encontrar una nueva reina?