Hechos 18:5–23
Cuando Silas y Timoteo llegaron a Corinto, Pablo estaba muy ocupado. Él siempre estaba hablando con los judíos acerca de las Escrituras. Les aseguraba que Jesús era el Cristo, pero ellos discutían y lo despreciaban.
Pablo se sacudió el polvo de su manto frente a ellos.
«Esto significa que terminé con ustedes. Ustedes deben responderle a Dios por rechazar la verdad. No es mi culpa.
Ahora voy a ponerles atención a los gentiles».
Una noche, el Señor le habló a Pablo en una visión.
«No temas –dijo Él–, habla, no te calles. Yo estoy contigo, y nadie te dañará. Mucha gente de Corinto me pertenece».
Pablo trabajó como un agricultor entre la gente de Corinto.
Él plantó las semillas del evangelio de Dios durante dieciocho meses. Durante ese tiempo, Pablo les escribió dos cartas a los creyentes de Tesalónica. Él deseaba que tuvieran una vida santa y diligente. «Esperen el día en que Jesús venga de nuevo», escribió.
Priscila, Aquila y Pablo zarparon hacia Siria. Priscila y su esposo. Permanecieron en una gran ciudad llamada Éfeso. Pablo continuó su viaje. Luego de visitar Jerusalén, él llegó a Antioquía y permaneció ahí un tiempo.
Preguntas: ¿Qué les dijo Pablo a los judíos en Corinto? ¿Qué les escribió Pablo a los creyentes de Tesalónica?