Día 349

Salvado del concilio judío

Hechos 23:1–11

Pablo se dirigió al concilio. «Hermanos –comenzó–, siempre he vivido para Dios». El sumo sacerdote interrumpió.

«¡Golpéenlo en la boca!», ordenó.

«¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada!». Pablo prosiguió.

«Ustedes pretenden juzgarme con la ley. Pero golpearme quebranta la ley».

«¿Te atreves a ignorar al sumo sacerdote de Dios?», alguien preguntó.

«Yo no sabía que él era el sumo sacerdote –respondió Pablo–. Las escrituras dicen: “No hables mal de tus líderes”».

Pablo explicó la verdad acerca de la resurrección.

«Hermanos –declaró él–, me encuentro en juicio por una cosa: la esperanza de la resurrección de la muerte». Entonces se levantó un gran alboroto. Algunos deseaban dejar ir a Pablo.

Otros se negaron. La discusión se volvió acalorada.

El capitán romano pensó: Ellos harán pedazos a Pablo.

Entonces los soldados fueron y lo tomaron por la fuerza.

Esa noche, el Señor permaneció cerca de Pablo. «Sé valiente –dijo él–. Has hablado por mí aquí. Hablaras por mí también en Roma».

Preguntas: ¿Por qué se levantó un alboroto en el concilio judío? ¿En dónde le dijo el Señor a Pablo que hablaría por Él?