Apocalipsis 21:1–22:21
«Vi un cielo nuevo y tierra nueva –dijo Juan–. La ciudad santa, la Nueva Jerusalén, vino del cielo como una novia ataviada para su esposo. Una fuerte voz salió del trono de Dios.
La voz dijo: “La casa de Dios es con la humanidad. Él habitará con ellos; ellos serán su pueblo. Dios limpiará toda lágrima de sus ojos. La muerte no será más. El dolor, el llanto y el dolor se marcharán. Lo viejo pasará. Yo hago todo nuevo”.
La Nueva Jerusalén tiene la gloria de Dios. Es verde como el jaspe, clara como el cristal. Las doce puertas reciben el nombre de las doce tribus de Israel. Cada puerta es una perla. Los doce fundamentos reciben el nombre de los doce apóstoles del Cordero. Estos fundamentos están hechos de piedras preciosas y coloridas.
Su calle es de oro puro, transparente como el vidrio. El árbol de la vida crece a la orilla del río. Sus hojas sanan las naciones.
Luego Jesús dijo: “El Espíritu y la novia dicen ven. Quien desee puede beber libremente del agua de vida”».
Preguntas: ¿Qué hacen las hojas del árbol de la vida? ¿Qué invita el Espíritu y la novia a que hagamos?