Capítulo 3

Mi primer día de clases oficial llegó, me desperté muy temprano, me bañé, me vestí, y la verdad es que me arreglé un poco más de lo normal. Si me encontraba con Ander, tenía que verme bien, así que me maquillé un poco. Había leído que, según el reglamento, no estaba permitido maquillarte demasiado ni llevar las uñas pintadas de colores fuertes, pero me arreglé el cabello lo mejor que pude y me hice una coleta, la adorné con un pequeño listón negro que combinaba perfectamente con el moño negro que llevaba la camisa de mi uniforme. La verdad es que me sentía con ánimos y de muy buen humor, tal vez hoy sería un buen día, al menos era bueno tener de nuevo una ilusión.

Mi primera clase era la de matemáticas, era la materia en la que peor me iba y no me gustaba para nada, así que llegué temprano y me senté en una de las bancas de en medio. No me gustaba estar hasta adelante, pero tampoco muy atrás porque no veía tan bien, las bancas eran alargadas y cabían dos personas en cada una. Ojalá alguien amable se sentara a mi lado, pero al momento nadie había llegado todavía, y eso que la clase ya estaba por comenzar. Empecé a sacar mis cuadernos nuevos y a acomodar mis cosas en la banca cuando, en eso, el timbre sonó y todos entraron al salón al mismo tiempo. Ahora entendía por qué no había nadie, yo era la única que se anticipaba a que sonara el timbre, vi entrar a Regina y Alexa, las cuales apenas me saludaron y se sentaron hasta atrás, las dos juntas en la misma banca.

Y luego de eso sucedió lo más insospechado del mundo o, para mí, lo más adecuado, debería decir. Ander entró, sabía que él era de mi edad, pero aún no tenía idea de que fuera a estar en las mismas clases que yo, tengo entendido que hay varios grupos del mismo año, pues eso me dijo la directora, pero sucedió, y de repente se acercó y me dijo lo que tanto esperaba en tan pocas palabras:

—Hola, Paula, ¿me puedo sentar contigo?

Estaba tan nerviosa en ese momento que ni siquiera me salían las palabras, no quiero ni imaginar lo roja que me puse, porque simplemente lo sentí. Sentía mi cara arder, entiendo que él fuera amable conmigo el día anterior porque mi papá estaba presente y por una extraña razón parecía que Ander quería simpatizar con él. Quizás solo porque le dijo que era abogado y se interesó en eso, porque, según dijo Ander, él solo conocía médicos por su familia, pero el caso es que hoy ya no tenía motivos para ser amable y, aun así, lo estaba siendo.

—Claro, siéntate —le contesté y aparté mis cosas para darle espacio y que pusiera las suyas.

En ese momento, el profesor entró y me salvó de seguir con una plática en la que no sabría ni qué decir porque aún seguía bastante nerviosa. El nombre del profesor era Carlos, era joven y, al parecer, él también era nuevo en el Carrasco porque empezó a presentarse y parece ser que nadie lo conocía aún.

—He de comentarles que no soy el único nuevo en el internado. Paula Suquet, ¿puedes pararte y presentarte, por favor? —dijo Carlos.

Si había algo que en verdad no me gustara era tener que hablar en público, por eso no me gustaba ser la nueva, eso de tener que levantarme y presentarme ante los demás era lo peor. Además, no servía de nada, nunca nadie ponía atención a esas presentaciones, pero, bueno, me levanté de mi asiento y tuve que hacerlo.

—Hola a todos, mi nombre es Paula Suquet y apenas llegué hace un par de semanas a San Diego junto con mi padre. Nosotros venimos de Mill Valley, un pequeño pueblo que está ubicado en California, al norte de San Francisco. Me da gusto conocerlos a todos —dije y con eso terminé mi presentación, esperando que no preguntaran nada más, pero sucedió.

—¿Por qué decidieron mudarse a San Diego? —preguntó Carlos—. Conozco Mill Valley y es un lindo lugar.

—Sí, Mill Valley es agradable, en realidad lo que sucedió fue que mi madre murió en un accidente automovilístico que fue causado por un hombre bastante ebrio, y es por eso que mi padre decidió que quería empezar desde cero en un nuevo lugar —respondí.

De nuevo no pensaba las cosas antes de decirlas, no sé por qué me estaba sucediendo eso, me estaba convirtiendo en una persona impulsiva. No tenía por qué contarles a todos los detalles de mi vida privada en el primer día de clases, y ni siquiera después de eso. No los conocía y, además, no eran mis amigos, ya nada más me faltaba que les contara la historia del trasplante de hígado también, pero curiosamente ahora me estaban sucediendo estos momentos en los que me comportaba de forma muy distinta a como era antes; quizás, después de todo, el clima de San Diego no me hacía tanto bien.

—Oh, Paula, siento mucho que tuvieras que vivir eso y espero que tú y tu padre encuentren lo que vinieron a buscar a San Diego —respondió Carlos, al parecer bastante apenado por haber preguntado en un inicio.

Pero en ese momento sentí cómo la mano de Ander tocaba la mía y la apretaba con fuerza, aunque me dio pena porque las manos me sudaban, ¡otra vez!

Fue un gran gesto de su parte, como indicándome su apoyo, así que le sonreí, luego de eso solo le agradecí a Carlos y, por lo menos, él le dio fin a la conversación y pude evitar más preguntas. Además, comencé a sentir las miradas de todos, tal parece que en sus vidas perfectas nunca habían conocido a una persona que perdiera a su madre y les parecía tan extraño y trágico escuchar algo así.

Después, finalmente, la clase continuó. Carlos parecía un buen profesor, curiosamente, a pesar de que nunca entiendo las matemáticas, el tema que explicó no me pareció nada difícil, y Ander creo que en verdad es inteligente, porque terminó todos los ejercicios antes que nadie, no presumió ni nada de eso, pero yo me di cuenta. Porque luego de que terminó se ofreció a ayudarme con los míos, sencillamente creo que no había mejor combinación como la de él, un hombre tan guapo que, además de guapo, fuera inteligente y buena persona. Me sentía ansiosa por descubrir qué otros talentos ocultos tenía Ander, y también por encontrar sus defectos, porque no podía ser del todo perfecto, eso me quedaba claro, en realidad, nadie lo es, aunque muchos se esfuerzan por serlo o, claro, por fingir serlo.

Aun así, considero que lo importante es siempre aprender a descubrir la perfección en lo imperfecto, además, aún tenía mucha curiosidad de conocer a su hermano Alex, aunque no creo que fuera tan increíble y atractivo como Ander.

El timbre se escuchó, la clase terminó y empecé a recoger mis cosas, entre cada clase teníamos un espacio de treinta minutos, así que pensé que quizás podría ir a mi habitación a descansar. No tenía nada más que hacer, bueno, tal vez comer algo, así que me levanté de la silla y tomé mis cosas dispuesta a irme cuando, en ese momento, Ander tocó mi hombro y me dijo:

—¿Me acompañas por algo de comer?

—¡Claro, vamos! —le dije, esta vez no lo pensé tanto y las palabras correctas salieron de mi boca.

Ander me llevó a la cafetería principal, esa no la había conocido el día de ayer, era enorme y había ya preparado un bufé monumental para el desayuno. Ni siquiera sabía que eso estaba incluido en el pago de la colegiatura, y en eso pensé: ¿cuánto le estaba costando al mes este lugar a mi padre? Sin duda, estaba esforzándose por que yo lo disfrutara, así que tenía que hacerlo. En la cafetería a la que fuimos siempre había comida estilo bufé y, aparte, había otra en donde podías pedir otro tipo de comida si no te gustaba lo que había en el bufé, pero, al parecer, esa sí tenía un costo extra. La verdad, qué bueno que estaba con Ander, porque había muchos secretos del funcionamiento de este lugar que nadie, ni la directora, me había dicho, ni obviamente mis supercompañeras de cuarto. Así que pasamos por el bufé y luego nos sentamos juntos a desayunar, en realidad sí había muchísimas opciones de comida, era como un bufé de los que te encuentras en los hoteles todo incluido. Yo tomé unos waffles acompañados de miel y fresas, que era mi desayuno favorito, y en realidad estaban deliciosos, me los acabé de inmediato, acompañados de una placentera malteada de vainilla. Sin duda, podría desayunar esto todos los días. Ander, en cambio, estaba desayunando un plato de fruta simplemente, pensé que quizás controlaba sus alimentos y eso me explicaba que tuviera ese cuerpazo y los músculos tan marcados, así que entonces le pregunté:

—¿Haces dieta?

—No. —Sonrió—. Todavía no termino, Paula, solo que soy muy lento para comer, pensaba ahorita también tomar unos waffles, los tuyos se ven deliciosos y me antojaste.

—Pues anda, ve, solo tenemos media hora de descanso, ¿no?

—Sí, y aparte son quince minutos extra de tolerancia, después de esos minutos ya te ponen falta y no tiene caso acercarte al salón, ya que los profesores nunca te dejan pasar después de ese tiempo.

Se levantó entonces y fue a tomar sus waffles, sí que era lento para comer, o tal vez yo era la rápida, siempre devoraba toda la comida, y papá también era lento. Siempre que yo terminaba de comer, él apenas iba como a la mitad, en eso vi que Ander saludó a un chavo y se abrazaron como si tuvieran mucho tiempo sin verse. Quizás ese era su hermano Alex, pero no se parecían en nada. Alex, al contrario de él, sí era muy rubio y tenía los ojos azules, era mucho más delgado que Ander y era de tez muy blanca. Ander tenía un color de piel como si estuviera bronceado, bastante atractivo. En realidad, Alex tenía algo interesante, pero no me parecía del todo guapo, en mi opinión no había punto de comparación entre los dos. Con razón Regina peleaba por Ander con Alexa, aunque pensándolo bien, Alexa sí podría hacer una linda pareja con Alex, hasta se parecían un poco físicamente, ojalá algún día él sí le hiciera caso. Después de todo, ella no era tan mala conmigo como Regina.

En ese momento, observé que los dos venían caminando hacia mí, así que puse mi mejor cara, bastante sonriente, me arreglé el cabello, me pasé el último bocado de waffle y me enderecé.

—Mira, este es mi hermano Alex, por fin te lo puedo presentar. Alex, ella es Paula, de la que te hablé anoche, hoy es su primer día —dijo Ander.

—Hola —lo saludé con la mano, pero al levantarme él me abrazó; parecía que en esa familia estaban acostumbrados a ser bastante cariñosos, porque me saludó de la misma manera que Ander el día anterior.

—Me da mucho gusto conocerte, Paula, normalmente no llegan niñas como tú al Carrasco, así que bienvenida —me dijo.

—¿Cómo son las niñas como yo? —le pregunté intrigada. Él sonrió mientras soltaba una carcajada.

—Me refiero en general a niñas que le caigan bien a mi hermano y personas con las que disfrute pasar su tiempo. Verás, todas las niñas nuevas en cuanto llegan y conocen a Ander creen que es el más guapo de todo el internado.

»Pienso que se deberían arrepentir de creer eso después de conocerme a mí, pero no sé por qué no lo hacen —dijo riendo en un tono sarcástico y abrazando a Ander—. El punto es que la mayoría de las niñas nuevas llegan queriendo llamar la atención de Ander e impresionarlo, pero, por lo visto, eso no pasa contigo y parece gustarle a mi hermano —me contestó.

No supe ni qué decir, estaban pasando muchas cosas que no esperaba, en primera, ¡Ander había hablado de mí con Alex! ¿Y qué más le habría dicho? Yo pensé que había sido muy pasajero para Ander haberme conocido el día anterior. Pero ahora sabía que él había hablado de mí con su hermano y parecía que yo le agradaba, aunque todo era raro, yo le caía bien porque, al parecer, él creía que yo no estaba interesada en él, pero eso no era del todo verdad. Oh, ¡si supiera! Solo podría creer eso porque yo soy muy tímida, pero tal vez si no lo fuera ya estaría persiguiéndolo por todos lados e intentando llamar su atención como todas las demás mujeres que mencionan.

Qué bueno que mi timidez, que hasta hoy en día siempre había considerado un defecto, ahora se estaba convirtiendo en mi mejor virtud, me resultaba excelente. La verdad es que esas cosas casi nunca pasan, así que espero que Ander no se dé cuenta pronto de mis verdaderas intenciones con él.

—A mí también me da mucho gusto conocerte, Alex —le dije—. Y la verdad es que soy muy tímida, normalmente no me gusta ser el centro de atención —fue lo único que pude decirle para anticiparlos a que supieran la verdad. Me sentía bastante nerviosa.

—Eso es bueno, Paula, aunque si te lo propusieras podrías llamar la atención de muchos aquí, eres muy hermosa —me respondió.

—Gracias —le dije sonriendo. No supe qué más decir, por un momento parecía que Alex estaba coqueteando conmigo, o quizás solo era su forma de ser, o tal vez estaba solo tratando de quedar bien. Pero, en fin, en eso sonó la alarma de inicio de clases, para mi buena suerte.

—Me despido, luego nos vemos, tengo clase hasta el otro lado, así que tengo que correr —dijo Alex.

Se fue corriendo, así que en realidad no tuve que despedirme.

—¿Tú qué clase tienes? —me preguntó Ander.

—Biología, en el salón 104, ¿queda muy lejos?

—No, vamos, te acompaño, yo no tengo la misma, pero me queda cerca.

Ander tomó lo que quedaba de comida, ya que no alcanzamos a terminárnosla, y la llevó a la mesa en donde se dejaban los platos sucios. Era bastante caballeroso y parece que muy ordenado, en verdad me moría por conocer el resto de sus virtudes. Nos fuimos caminando juntos hacia el salón, y entonces me dijo:

—¿Qué tal te pareció Alex? No somos tan parecidos, ¿verdad?

—No —le respondí—. Me pareció muy agradable, pero es verdad, no se parecen mucho físicamente y tampoco en su forma de ser.

—Lo sé, todas las personas piensan lo mismo, y la verdad es que Alex es idéntico a mi padre en cualquier aspecto, por eso él sí está interesado en ser doctor. A mi madre no se parece mucho, aunque sí tienen los mismos ojos, ella también es doctora, pero es cirujana pediátrica, toda mi familia está llena de doctores, creo que ya te lo había comentado.

»Mis padres se conocieron en el hospital en donde ambos trabajaban, y desde niños Alex y yo nos hemos paseado por hospitales todo el tiempo. Mis padres nos llevaban a sus consultas siempre, y cuando fuimos un poco mayores incluso comenzaron a dejarnos observar algunas de sus cirugías. Alex siempre estaba encantado con todo, pero a mí nunca me ha gustado la medicina, no sé realmente por qué, yo quiero ser abogado, solo sé que lo quiero y estoy seguro de eso.

—Pues lo bueno es que ya sabes lo que quieres ser —le respondí—. Yo no tengo ni la menor idea, no me llama tanto la atención ser abogada, pero la verdad es que mi padre tampoco me presiona mucho. Mi mamá, en cambio, era arquitecta, aunque para la época en que murió no estaba trabajando, decía que necesitaba tiempo para poder ser madre —le respondí.

—No te preocupes por eso, cualquier día de estos descubrirás para qué eres buena y qué es lo que te gusta hacer en verdad. Lo genial es que no tienes presión de tu papá, y eso créeme que ayuda mucho. Pero mira, este es tu salón, te dejo, nos vemos al rato —se despidió.

—Adiós —le dije—. Gracias por acompañarme, nos vemos al rato.

Me di la vuelta para entrar al salón de clase, pero en eso él solo me dio un beso en la mejilla y se fue. «¡Wow!», pensé, de verdad sentía que ya me moría por él. Aunque, bueno, eso ya lo sentía desde que lo vi en el video promocional. Creo que tenía que bajarle un poco a mi emoción, pero Ander era en realidad grandioso, y creo que él estaba interesado un poco en mí o, al menos, eso me decía mi intuición, y siempre debemos creer en nuestra intuición.

Me puse muy roja, pero lo bueno fue que eso él ya no lo vio. No entendía qué era lo que precisamente a Ander le llamaba la atención de mí. Quizás era por lo que Alex comentó acerca de que no me interesa mucho buscar su atención y tratar de agradarle, y eso llamaba su curiosidad. Pero da igual, ahorita no pensaría en eso, solo me quedaría con la sonrisa de ese beso todo el día.

Bueno, eso fue lo que creí, porque la sonrisa se me quitó al entrar al salón de clase y ver que el único espacio vacío era a un lado de Regina, claro, eso me pasaba por llegar tarde.

Me senté y le dije «hola», pero ni siquiera me contestó, solo se me quedó viendo y se volteó. Tal vez me había visto con Ander y era claro que estaba enojada por eso, pero no me importaba, si tenía que decidir entre él o ella, era claro que lo prefería a él. En ningún momento desde que llegué, ella se ha portado del todo amable conmigo, ni siquiera después de saber lo que viví con mi madre.

Y Ander, en definitiva, sí, independientemente de que me gustara o no, lo importante era que él era bueno conmigo, el único problema que me quedaba era que ella era mi compañera de cuarto. Pero esperaba que eso pudiera cambiar, tal vez si las cosas empeoraban se lo comentaría a la directora para conseguir un cambio, pero por lo pronto eso no me importaba mucho. La clase comenzó y, de nuevo, tuve que presentarme con todos, eso era bastante aburrido, y parece que en todas las clases iba a tener que ser igual, incluso aunque algunos de esos compañeros también ya los había tenido en la clase anterior y ya habían escuchado mi presentación. Pero, bueno, de nuevo eran las desventajas de ser la alumna nueva.

Al terminar la clase, me fui a descansar un poco a mi habitación, no sabía dónde estaba Ander y por ahora él era mi único amigo y sería inútil ponerme a buscarlo en todo el internado. Pensé que entonces, tal vez, podría hablar un poco por teléfono con Sofía, si es que ella no estaba muy ocupada, ahora sí tenía un par de novedades que contarle. Parecía que yo realmente le agradaba a Ander, tanto que ya había hablado con Alex sobre mí, y no olvido que dijeron que no había mujeres como yo en todo el internado, para ellos yo, de alguna manera, era única por la razón que fuera.

Así que llegué a mi habitación y, cuando estaba a punto de llamar por teléfono a Sofía, se abrió bruscamente la puerta y entró Regina, al parecer bastante enojada, se paró frente a mí y me dijo:

—¿No te había advertido acerca de Ander? —me habló casi gritándome.

—Solo es mi amigo —le respondí, aunque en realidad no tenía por qué darle explicaciones a ella de nada de mi vida.

—Últimamente solo pasa su tiempo contigo, ni siquiera ha estado con sus amigos de natación, así que no me mientas diciendo que es tu amigo.

—De verdad, él es la única persona que ha sido amable conmigo aquí —le dije en un tono sutil, tratando de insinuar que ni ella ni Alexa eran buenas conmigo—. Además, no entiendo de qué hablas porque apenas tengo un día en este lugar, no creo que pasar un día conmigo sea equivalente a pasar todo su tiempo conmigo.

—Pues quizás no mereces que nadie sea amable contigo después de todo, porque te advierto que no te dejaré el camino fácil con él, Paula —me dijo antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con fuerza.

La verdad es que no me interesaba mucho lo que ella me dijera. Regina no era mi amiga. Pero sí se notaba que estaba bastante afectada, yo, en lo particular, me sentía muy confundida respecto a él, llevábamos apenas un día de tratarnos, claro que era muy poco. Pero no me estaba sintiendo del todo convencida de que en realidad él estuviera pensando en mí en forma distinta a una amistad porque no se veía del todo interesado. Igual aún no me importaba mucho, independientemente de eso, me gustaba ser su amiga, me gustaba tener un apoyo y, en especial, su compañía en el colegio. Pensé en hablar con la directora y pedirle mi cambio de habitación enseguida porque, aunque yo nunca me tomaba las cosas personales, aun así, no me habían gustado los comentarios de Regina. En especial lo que dijo sobre que no me merecía que las personas fueran amables conmigo, ella no tenía ningún derecho a decirme esas cosas. Pero, bueno, a fin de cuentas, las cosas se toman de quien vienen, y es claro que no me interesa la persona de la que viene. Pero tal vez aún estaba a tiempo de tener otro cuarto porque solo llevaba un día aquí, aunque, por otro lado, pensé en el hecho de que mis padres no me enseñaron a ser así de débil. Además, desde que mi madre murió, me había hecho mucho más fuerte que antes, y ya pocas cosas lograban en verdad causar un daño en mí, me sentía capaz de enfrentar cualquier situación y, después de superar todo lo que viví, incluyendo lo que pasó con la donación de órganos y el asunto con Julio, ahora cualquier obstáculo no significaba tanto para mí y no sería diferente con Regina. Si yo descubría que en verdad Ander sentía algo por mí que representara más que una amistad, lucharía contra ella y contra lo que se presentara por estar a su lado, contra cualquier cosa.

Esas oportunidades que a veces te muestra la vida de encontrar a alguien con quien de verdad sientas una conexión tan fuerte simplemente no se dejan pasar así de fácil, y no se dejan perder por cualquier otra persona que se quiera entrometer en tu camino. Porque nunca se sabe si ese alguien especial pueda ser tu verdadera alma gemela, la persona que llegue a complementarte, tal y como mi padre siempre dice.