SabÍa perfectamente dónde encontrarlos, y sabía que no se habrían conformado con bajar hasta el sótano. No, teniendo aquel túnel y una fiesta al otro lado, ¿cómo iban a resistirse? Así que allí estaba ella, con un vestido largo y ceñido y a punto de meterse en el claustrofóbico conducto de la calefacción. El mismo conducto que llevaba días pensando en tapar, pero que desgraciadamente había dejado como estaba.
«No me hagáis hacer esto, por favor. Por favor, no me obliguéis a meterme ahí», pensaba Rowan al tiempo que se subía el vestido hasta las caderas y se asomaba al túnel. Sí, las voces de los fugados se oían por ahí dentro.
Jake vio entrar a Melanie en su fiesta y encaminarse hacia Celeste a toda prisa. Las dos mujeres se pusieron a hablar y después lo miraron. Vio con terror cómo Celeste se acercaba a él.
—Los gemelos se han metido en el túnel y dicen que no van a salir hasta que no hablen contigo —le explicó preocupada.
—¿Quieres decir que están ahora mismo dentro del conducto?
—Exactamente. Melanie dice que Rowan lleva un rato intentando convencerlos para que salgan, pero no ha conseguido nada —cada vez parecía más enfadada—. ¿Sabías que esos pobres están convencidos de que lo que ha pasado entre su madre y tú ha sido por su culpa? Llevan noches sin apenas dormir.
—Pues ya somos tres —admitió Jake mientras se daba cuenta de lo injusto que era que dos niños de cinco años estuvieran sufriendo por algo que había sido única y exclusivamente culpa suya. Y por mucho que le doliera reconocerlo, le importaba mucho lo que les pasara a esos monstruitos.
—Tienes que arreglarlo —Celeste no se lo estaba pidiendo, se lo estaba ordenando. Lo agarró de la mano y lo condujo hacia el sótano atravesando la multitud.
Allí estaba él, a punto de vivir su peor pesadilla. Iba a meterse en un espacio en el que apenas cabía un niño; un lugar oscuro, sucio y sin aire. No iba a poder aguantarlo. Sí, tenía que aguantar, tenía que solucionar todos sus errores y comportarse como un adulto. Lo único que tenía que hacer era meterse ahí y no pensar, imaginarse campos abiertos donde el viento soplaba libremente.
Una vez dentro del túnel, se le empezó a nublar la vista y la frente se le cubrió de sudor frío. Entonces oyó las risas de los niños y pensó que lo mejor era acabar cuanto antes, moverse lo más rápido posible y salir de esa pesadilla.
Cuando alcanzara a sus queridos hijos, a los que por cierto no dejaba de oír riéndose, iba a decirles un par de cosas sobre esa manía suya de meterse en lugares estrechos y sucios. Iba a acabar muerta allí dentro; bueno, al menos así no volvería a ver a Jake y dejaría de sufrir por él. Era irónico que fuera a morir en un túnel que llevaba hasta su sótano. Ahí estaban las risas otra vez; tenía que darse prisa.
No podían estar mucho más lejos, se los oía muy cerca pero, claro, ahí dentro no veía nada. Rowan decidió tantear con la mano a ver si así encontraba algo. Ahora lo entendía todo, ya sabía por qué oía las voces, pero no podía alcanzarlos. ¡Era una grabadora! Sus propios hijos le habían tendido una emboscada.
—¡Aaaaaaaa! —gritó asustada al notar que una mano tocaba la suya.
—¿Rowan? —habría reconocido esa voz en cualquier lugar.
—Jake. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
—Morirme —respondió él con un hilo de voz.
Parecía que la emboscada había sido doble.
—Os hemos atrapado —se oyó la voz de Celeste al final del túnel, acompañada por un coro de risas.
—Y no pensamos dejaros escapar —advirtió Melanie.
—Así que besaos y arreglad las cosas —dijeron los gemelos.
En lugar de ponerse a llorar, Rowan hizo lo único que pudo. Se echó a reír.
—¿Qué es lo que te parece tan divertido? —preguntó Jake, angustiado.
—Nada… y todo a la vez.
—Para, por favor, estás gastando todo el aire que queda aquí dentro.
—Vamos, Jake, aquí hay aire de sobra —dijo ella sin tomarlo realmente en serio—. Enseguida nos dejarán salir.
—¿Cuándo es «enseguida»?
Rowan alargó la mano y le palpó la cara, eso le infundió cierta calma.
—¿Qué te ocurre, pareces un pez fuera del agua?
—¡Qué romántico por tu parte! —farfulló Jake—. Es que tengo un pequeño problema con… los espacios cerrados. Y un problema realmente grande si esos espacios son oscuros además de estrechos.
—¡Tía, déjanos salir ahora mismo! —gritó Rowan inmediatamente.
—No hasta que no hayáis arreglado las cosas —respondió Celeste.
—Vamos, Jake se encuentra mal. Le está dando una especie de ataque de ansiedad o algo así.
—Seguro que está fingiendo. Arreglad las cosas y luego os sacamos de ahí.
—¡Y daos un beso! —esa era Abby.
—¿Y si se desmaya? —insistió Rowan.
—Pues sacaremos su cuerpo, pero después de que os hayáis reconciliado.
Como desmayarse resultaba una posibilidad demasiado humillante, Jake apretó con fuerza la mano de Rowan, intentó tomar aire y sacar la verdad a la luz… o a la oscuridad en ese caso.
—Escucha, me he metido en este agujero inmundo porque Celeste me dijo que los niños pensaban que lo ocurrido entre nosotros era culpa suya y no querían salir. Pero si esto no hubiera ocurrido, habría encontrado otra manera de llegar a ti. Seguramente no lo habría hecho atravesando paredes, pero lo habría hecho. Te lo prometo. Te quiero. Quiero despertarme a tu lado cada mañana el resto de mi vida. Quiero verte, amarte, reírme contigo porque sé que juntos estamos mucho mejor de lo que jamás podremos estar separados el uno del otro. He tardado demasiado en darme cuenta y aceptarlo, pero te prometo que soy un tipo responsable. Quiero estar contigo y con Abby y Mac, y quizá con algún otro hijo tuyo y mío… si tú quieres.
Se había quedado sin aliento y sin palabras, pero le quedaba la esperanza.
—¿Rowan?
Notaba que se había acercado un poco a él.
—Di algo, preciosa, lo que sea, pero di algo.
Entonces notó unos labios junto a los suyos. Si le hubieran quedado fuerzas, habría gritado de euforia, pero lo hizo ella en su lugar.
—Dice que me quiere —chilló entusiasmada—. ¡Ya puedes dejarnos salir, Celeste!
A ambos lados del túnel se oyeron exclamaciones de alegría, seguidas de objetos que se movían para abrirles el camino. Una vez fuera, Jake se apoyó en la pared hasta recuperar el color y la fuerza.
—Gracias —le dijo a Celeste lleno de sarcasmo.
—No ha sido nada —respondió ella sin dejar de reír.
No tuvo tiempo para contestar porque en ese momento salió Rowan del túnel y ya no pudo hacer caso a nada más.
—No habrás dicho todo eso solo para que nos dejaran salir de ahí, ¿verdad? Como sea así, te prometo que soy capaz de volverte a meter con mis propias manos. Con esto no estoy diciendo que me haya parecido una buena idea que nos tendieran esta trampa. Yo estaba tan sorprendida como tú, pero si…
Jake hizo lo único que podía hacer para callarla cuando se ponía así.
La besó… y esa vez fue el primero de una serie de besos que iban a durar toda una vida.