3 de marzo/49
Cher Fredi:
Estoy de vuelta en el trabajo después de un mes de relativo descanso. Quería irme a Salta, y tenía ya el pasaje en el bolsillo cuando se produjeron inundaciones en la zona norte, y tuve que quedarme en Buenos Aires. Ya era demasiado tarde para irme a otro sitio anti-turístico, y como esto no es Europa, y no se puede elegir mucho, opté por mi casa y las caminatas por la ciudad. He explorado sistemáticamente la Boca, Belgrano, Villa Lugano, los pueblecitos del oeste, y no crea usted que no me he divertido. Eran paseos sin propósito fijo, nada más que salir y tomar sol y meterme en los almacenes a chupar caña y comer salame. (Ahora conozco diez o quince sabores nuevos de salame.)
Algunos de esos paseos los hice con Jorge. Estoy bastante preocupado con él; todavía no ha conseguido estabilizarse, aunque es natural que en enero y febrero no se podía buscar mucho ya que todo el mundo andaba afuera. Jorge lo soporta muy bien, y tiene muchos proyectos excelentes, pero es indudable que necesita una base fija de operaciones. Por desgracia, estamos desde hace casi un mes con una huelga de gráficos, y los diarios no aparecen. De manera que ni siquiera está tranquilo por el lado de Crítica. Con todo, supongo que a lo largo de este mes se presentará alguna posibilidad favorable: no dormiré tranquilo hasta entonces.
Creo haberle dicho ya que me recibí en inglés, con lo cual la doble ordalía quedó felizmente terminada. 1948 fue un año maldito, del que todavía no me he curado bien. Voy por las mañanas al estudio de Havas, y aprendo lo mejor que puedo el oficio. Naturalmente, tiene múltiples triquiñuelas, y es preciso irlas conociendo una tras otra. Por cierto que Havas está un poco intranquilo por el silencio de usted. Esperaba que le comprara (o reservara, no sé) el pasaje para tomar el barco en septiembre. Confío en que no haya nuevos inconvenientes, porque tanto a Havas como a mí nos interesa dejar definida la situación en este mismo año. Presumo que en estos días recibirá noticias suyas.
¿Cómo andan Natacha y usted? La verdad es que los extrañamos mucho. De usted estuvimos hablando largamente hace días, en casa de Andrée, con Jorge, Toño,227 Susana y Perla. Me hice muy amigo de Toño, que es un hombre estupendo. Recién ahora empiezo a tener tiempo para salir un poco, oír música, reajustarme con los amigos. Y trabajar; he escrito algunos cuentos que le gustarán a usted, y se los he dado a Baudizzone.228 Creo que los va a editar Argos en este año; con eso quedan anulados definitivamente los que yo le había dado a Arturo, y que se caen ya de viejos (con excepción, tal vez, de “La mano”).229 Ya hubiera podido mandarle Los reyes en volumen, pero la huelga de gráficos detuvo las tareas en lo de Colombo, y habrá que esperar. Me parece que va a quedar bonito.
Jorge tiene muchas ganas de irse a Italia el verano que viene, y le gustaría que yo lo acompañara. Sé que no será posible esta vez, porque a pocos meses de iniciarme en el estudio resultaría absurdo abandonarlo por más de unas semanas, y a Europa hay que ir por no menos de tres meses. De todas maneras es una tentación de esas que lo hacen a uno dar vueltas en la cama. La gente que vuelve de allá (he hablado con varios que vuelven de Francia e Italia) lo ponen a uno en la obligación moral de dar el salto. Aquí se está empezando a leer cada vez más a los novelistas italianos de ahora, sobre todo Elio Vittorini y Carlo Levi. ¿Valen la pena?
Querido Fredi, ahí van mis pocas noticias, si tiene ganas mándeme unas líneas (uno de sus célebres palimpsestos a lápiz que obligan a acudir a todos los recursos, inclusive las lupas, tintas simpáticas, lámparas fluorescentes, etc.) Dígale a Natacha cuánto la recuerdo, con todo mi afecto y reciba un abrazo fuerte de su siempre amigo
Julio
Me encontré en la calle con Sergio de Castro.230 Me dijo que Lozano está trabajando mucho y muy bien.
Carta al coronel Osokovsky, por mal nombre Sergio Sergi. Grabador a sus horas y notorio concurrente de Fritz und Franz231 y sitios parecidos.
Buenos Aires veintialgodejuliodemilnovecientoscuarentayalgo
Oso:
Es extraordinario que yo le escriba esta carta, porque hace bastante tiempo que he descubierto con satisfacción lo bueno que es no escribir cartas, lo estupendamente descansado que es pensar en los amigos y no escribirles, dándoles a la vez la oportunidad de que hagan lo mismo. Usted se habrá fijado que nunca se escribe una carta sin cometer el horroroso pecado de poner al pobre destinatario en la infernal tarea de contestarla. No me parece del todo mal que usted me conteste, porque los xilógrafos me merecen en general poco respeto y los considero bastante despectivamente. Lástima que para darme el pequeño placer de que usted me conteste, oh Oso, tengo que someterme al suplicio de ponerme en esta máquina (que anda mal, como toda máquina de oficina) y llenar este papel (que no es de color lila, ni está perfumado, ni tiene mis hermosas iniciales) con diversas frases indudablemente inteligentes y aun armoniosas, pero muy enervantes para mi sistema neurosimpático.
Sí señor, porque usted no merece en modo alguno que yo le escriba. Yo le escribo porque soy bueno, aunque en realidad le escribo porque soy malo y lo pongo en el compromiso de con-tes-tar (por supuesto que usted se vengará espléndidamente con un silencio de tres años y meses). Los remordimientos (microbios desagradables) me han estado asaltando desde que, tiempo ha, le dije a Gladys que no tardaría en mandarle a usted mi librito. Claro que en realidad no han pasado más que ocho o nueve semanas, lapso que, para nosotros, filósofos imperturbables, no cuenta gran cosa. Pero anoche, antes de dormirme y en el espacio de cinco minutos que concedo a los buenos recuerdos, descubrí con enorme encanto que a usted no le gusta mi libro. Sí, señor: no le gusta. Lo sé, porque usted ya lo había leído en una revista. Naturalmente, me faltó tiempo para venirme inmediatamente a la Cámara del Libro y empezar esta carta y este envío. Observe, Oso de entintadas zarpas, cuánta loable perversidad se junta para provocar el sorprendente suceso representado por esta carta.
Últimamente he estado oyendo el agradable eco de los elogios a usted prodigados con motivo del maquillaje que le propinó a la noble UNC (Universidad Nacional de Cuyo, N. de la R.) en ocasión del Congreso de los que Piensan en Difícil.232 […] Por otra parte presumo que usted guarda cuidadosamente todas mis cartas, ya que en el futuro habrán de publicarse en suntuosas ediciones, y usted se beneficiará con menciones como ésta: “El coronel Osokovsky, cuya fotografía no aparece aquí, fue uno de los corresponsales más fieles del gran cuentista J.C.”. Ya ve su conveniencia de guardar mis cartas. Por mi parte, si usted me manda TODOS SUS GRABADOS, yo me ofrezco a guardarlos celosamente, para retribuirle la atención.
¿No es cierto que es una carta amable? En fin, ya que tengo que escribirla, que salga lo más caldeada posible; hoy hay menos de cinco grados en Buenos Aires y la calefacción de la Cámara funciona mal. […] Noticias mías: creo que me voy a Europa antes de fin de año. No se asuste, será nada más, ay, que un viaje de tres meses a Italia y Francia. Por supuesto que este viaje depende de un montón de cosas (por suerte no de dinero, porque hace un año que me aprendí de memoria la fábula de la cigarra y la hormiga, y me puse resueltamente de parte de la hormiga, lo cual es asqueroso ya que la cigarra tenía toda la razón; pero todavía no se han inventado viajes gratis a Europa, salvo cuando a uno lo manda la Universidad. Y usted sabe, ojo, usted sabe que yo… etc., etc.).
Queda muy bien esto; me salió por error pero ahora lo admiro francamente. Parece una pareja de bailarines haciendo un intrincado corte de tango.
De manera que me voy a Europa, si las cosas se me componen. Creo que entre abril y mayo quedaré al frente de mi famoso bufete de traductor público (en inglés y francés, quítese el sombrero, humilde profesor de dibujo, y barra el suelo con la pluma de su respeto). Si entre abril y mayo quedo al frente de mi famoso bufete de traductor público, entonces deberé irme antes a Europa, ya que después será imposible moverme de aquí por bastante tiempo. Como usted ve, el plan es de una geométrica precisión y elegancia. Como los planes estratégicos alemanes… que les hicieron perder todas las guerras. De donde se infiere, oh sombra de Aristóteles, que acaso no me vaya a Europa.
INNEGABLEMENTE
ÉSTA ES
UNA BUENA
CARTA
CON UN DESTINATARIO
QUE NO LA MERECE
Acabo de leer en La Prensa que en Mendoza ha hecho un frío de catorce bajo cero. Naturalmente es mentira, pero qué frío habrán tenido ustedes, y qué satisfacción para su naturaleza de oso veterano, lanzarse sobre la nieve (tampoco nevó pero yo lo pienso y entonces, en cierto modo, nieva) y patinar a lo largo de la Plaza Barraquero, aterrizar con un buen bufido en la pizzería donde estuvimos con Azzoni y nos indigestamos con empanadas y vino semillón.
Más la miro,
MÁS ME PARECE ÉSTA UNA BUENA, UNA MUY BUENA, GRAN CARTA.
y por eso
Oso
ES TIEMPO DE DARLE UN FUERTE ABRAZO
pedirle perdón por tantas macanas (pero es una buena carta)
Y APARTARME MELANCÓLICO DE ESTE PAPELITO
donde por un rato,
usted y yo
nos dijimos alegres insultos fraternales
y estuvimos bastante contentos.
Julio
B. A., 2 de agosto de 1949233
Señor Julio Cortázar:
He leído su carta, y tampoco quisiera condicionar esta respuesta a una opinión o concepto preestablecidos. Es natural –usted lo señala– que factores inevitables hayan gravitado sobre mí; pero tenga la seguridad de que me libré muy joven de toda influencia que no pasara previamente por un cuidado examen de mi corazón. Esta carta, por tanto, tiene la misma imparcialidad que la que pudiera enviar a un tercero.
Por lo que se refiere al motivo de su mensaje, lamento de veras verme precisado a declinar el pedido que me hace. Si esa nota de La Nación234 es la primera que aparece en una publicación tan leída, yo soy conocido en círculos más especializados desde hace varios años. Con mi nombre Julio Cortázar he publicado un libro, y numerosos ensayos en revistas de B. A. Por una simple razón de mantenimiento profesional de mi nombre, sumándose a otra de eufonía que me interesa más que la anterior, no puedo incorporar mi segundo nombre, ni siquiera su inicial. Desde el . de vista del que publica esto tiene su importancia, y espero que Vd. la comprenda. Por otra parte, en mis actividades civiles y burocráticas, uso mi nombre como podrá verlo en el membrete del sobre.
Lamento el malentendido, pero me tranquiliza pensar que sus amigos –a quienes Vd ha aclarado la cosa– sabrán ahora a qué atenerse.
Alguna referencia a su salud me hace pensar que no es del todo buena. Le hago llegar mis mejores deseos de mejoría, y le agradezco su juicio sobre mi nota de La Nación.
Le repito que siento no poder complacerlo, y lo saludo muy cordialmente
Julio Cortázar
Agosto de 1949
Querida Aurora:
Musicienne du silence…
Nadie mejor que usted merece ese verso. A veces me he preguntado si su silencio –con relación a mí– no representaba una opinión. Dado que merezco opiniones tan precisas, no seré yo quien me rebele. La acato sin protesta, y hasta con un cierto sentimiento de que está bien así.
Gracias por Camus, y mis más cariñosos saludos.
Julio Cortázar
Mi querido Fredi:
Muchas gracias por haber hallado la solución del asunto del pasaje. Havas y yo recibimos simultáneamente sus cartas, y Zoltan espera de un momento a otro la visita de su hermano Georges. Creo que ese aspecto del asunto está resuelto. Por mi parte, despeja considerablemente la situación y me permite trabajar con orden en la preparación de mi viaje a Europa.
Usted me pide noticias sobre lo que ocurre con Havas. La cosa es sencilla: no hay más Paraíso. Ni en Tahití ni en ninguna otra parte. Ni en las islas ni en el mismo Zoltan. Cuando él creyó descubrir el paraíso en las islas, es que lo llevaba consigo; y ahora no lo tiene.
Más precisamente: Zoltan se siente repentinamente envejecido. Sus cincuenta y ocho años le han caído de una sola vez sobre la espalda. Sus hombros son bien anchos, pero no parecen suficientes para aguantar esa piedra de tiempo que lo doblega. Ahora mismo, hace un rato, estuve hablando con él. Es curioso que jamás, hasta hoy, se había franqueado como lo hizo hace una hora. Creo que es la influencia de su carta que lo ha bouleversé bastante. Sin que yo dijera nada, empezó a hablarme de su vista, de sus años, de su falta de ánimo. De pronto, realmente, me pareció que delante mío había un hombre que ha entrado en la edad del retiro. Le dije: “Puesto que se siente usted necesitado de retirarse, nada mejor que hacerlo en Tahití, donde la vejez futura le llegará serenamente”. Pero aunque estuvo de acuerdo, presentí una cosa terrible: que su ideal de retorno a las islas iba unido al sentimiento de juventud, de plena posibilidad. No sé si la hipótesis de usted, Fredi, acerca de algún fracaso sentimental, es exacta. Ni él diría nada, ni yo averiguaría nada. Pero el sentimiento de fracaso está presente, y ahora se le nota de manera visible. Me dijo: “Es triste que la realización de los ideales sea tan penosa, tan dura”. Y luego buscó otra explicación, hablándome de los problemas económicos. Realmente, las cosas parecen haberse puesto muy mal en Tahití. Se acabó el paraíso, liquidación forzosa de saldos y retazos. Un huevo cuesta el equivalente de tres pesos. Una casa, quinientos pesos mensuales. Una sirvienta, cuatro mil francos, and so on. A su pérdida de paz interior, a su sentimiento de senilidad, se agrega ahora el temor sobre el porvenir. Me dijo: “La idea de tener que volver a B. A. me resultaría insoportable”. Entonces yo comprendí ese párrafo de su carta, donde usted me repite lo de la piedra al cuello y dejarse caer de la canoa.
Ya ve que prefiero contarle todo esto con absoluta franqueza. Zoltan está visiblemente contento de que Georges le traiga el pasaje. Los problemas de familia también se han despejado (no habrá expropiación, el suegro se ha mejorado though he went absolutely nuts),235 y no cabe duda de que estamos frente a una crisis de déracinement que usted mismo había previsto en una carta anterior a mí. Hay tanto orden, tanto contralor en Havas, que el irse a enfrentar (con una familia a la espalda) una vida que ya no es edénica ni mucho menos, lo aflige y preocupa. Creo, con todo, que la preparación y organización del viaje lo restablecerán moralmente. Lo de su vista no es tan serio como le escribió a usted, and of course he is not going blind at all.236 Tiene la vista muy cansada, y como se empeña en hacer todo su trabajo solo hasta el último día (lo cual es razonable en cuanto le permite reunir más dinero, pero peligroso para su salud), hay días en que tiene los ojos bastante estropeados. Creo que una semana de horizonte marino lo dejará como nuevo.
Me parece que lo que usted pueda escribirle de tiempo en tiempo a Havas le hará mucho bien.
Hablemos un poco de mí. Estoy encantado con la noticia de que se puso a traducir Les Rois. No me importa en absoluto que se represente o no (vanidad peligrosa es el teatro) pero me siento muy orgulloso de que usted haya considerado a Los reyes dignos de traducirse al francés. Por supuesto que esperaré que algún día me haga llegar esa traducción, cuya perfecta coincidencia con el original está descontada –lo que no ocurriría con otro traductor que me conociera menos y se limitara a repetir las palabras–. Muchas gracias de nuevo, y ojalá algún día pudiera yo tener la recompensa de traducir cosas suyas –que tan poco y mal conozco, pero que tanto admiro– al español.
Preparo mi viaje. Parece que “el año santo” me ayudará a ir barato a Europa. Jorge Romero Brest237 me ha dicho que el cambio es atrozmente malo, y que viviré muy mal con menos de mil quinientos pesos mensuales. Haré lo posible por tener ese mínimo, y en cuanto a las comodidades del viaje no me preocupan en absoluto. Un amigo me ha sugerido alguna combinación para habitar en la Ciudad Universitaria mientras esté en París. También me dijo que está lejos del centro, y que si a uno se le hace tarde en París se queda sin métro, ergo hay que pescar un taxi, ergo cuesta plata. Le agradezco mucho lo que me dice sobre recomendarme a buenos amigos de allá. Por supuesto que acepto encantado, sobre todo porque en una ciudad topográficamente desconocida y en la que se va a estar muy poco, es importante que a uno le indiquen las cosas que no hay que ver; sistema eliminatorio muy importante. Pero para eso hace falta que sea gente capaz de tener una buena escala de valores. Sus amigos serán perfectos para eso. En cuanto a Italia, haré una vida errática, pero me gustaría que (si algún día le vienen ganas de hacer de cicerone epistolar) me diga cuáles son las ciudades y aun las cosas dentro de ciudades que me aconseja ver. No quiero trazarme desde aquí un itinerario meramente estético, para el cual me ayudarían mis lecturas. Tengo un poco de miedo al procedimiento. Romero Brest sabe bien cuál es la Italia que debe verse mirando hacia el pasado; pero además yo quisiera indicaciones que vayan más allá de cuadros y museos. (Por otra parte me oriento bastante bien; y tendré dos meses para ir de un lado a otro.)
He releído la página anterior y tengo la impresión de que usted va a afligirse nuevamente a propósito de Havas. Le pido que no lo haga. Me parece que, en vísperas de soltar amarras, se apodera de él el temblor que se nota en los animales de raza cuando se les obliga a enfrentar una planchada o un puente. Yo, por ejemplo, no me voy tranquilo de la Cámara del Libro. Me consta que Havas no me fallará, pero la idea de volver de Europa y encontrarme con cualquier novedad que no me permita trabajar inmediatamente en el bufete de traductor, es bastante para inquietarme. Creo que, en el fondo, es el mismo estado de ánimo de Zoltan; y en él se agrega el sentimiento físico de déchéance, de vejez que avanza.
No news from the Group K. Never heard of it.238
Jorge bien, aunque ha pasado por una sinusitis que lo preocupó un poco. Muy melómano, aguantando millones de conciertos, arpistas, flautistas, pianistas y cancionistas, mélange impur. Sigue trabajando en Mitchell’s, creo que está contento. No sé nada de su viaje a EEUU. Jorge y yo tenemos extraños pudores –como siempre que uno se ha conocido casi de niño– y ante ciertos temas esperamos que el otro hable primero. Se me ocurre que la cosa está un poco paralizada. Es una lástima, porque me hubiera gustado encontrármelo en Europa y vagar juntos.
Si ve en alguna parte En bas, de Leonora Carrington (o cualquier cosa de ella), ¿me lo manda? Aquí no hay nada y me interesa leerla. Me acuerdo de un cuento estupendo, “Lapins Blancs”; et vous savez que je suis quelque peu l’amateur de lapins.239
Cariños a Natacha, y un gran abrazo para usted
Julio
Esta mañana me desperté con esta frase: “No deberíamos ser como el perro de Guillermo Tell, que trepa incansable por la piel de su amo”. Se la regalo.
Querido Fredi:
Mil gracias por su carta. Me llegó justamente cuando me disponía a escribirle, pensando que pronto se pondría en viaje hacia el Este, y que después ya no sería fácil alcanzarlo. Ya veo que tengo tiempo de que mis líneas le lleguen. Muy hermosa su carta, Fredi; de esas que lo dejan a uno frente a una repentina caída en uno mismo, en lo más profundo y olvidado –eso que la vida que algunos tenemos que hacer nos oculta y distorsiona todo el tiempo–. Usted se embarca hacia la fuente, es cierto; pero… “no me buscarías si no me hubieras ya encontrado”. Siempre me pareció ver en usted (¡y lo he conocido tan poco y tan mal!) una situación muy clara y definida, como la del hombre que a mitad de la vida se ha quitado ya de encima todo o casi todo lo accidental, lo transitorio. Incluso su tendencia a desplazarse, a ir de un lado a otro, me pareció un afán de no enraizarse, de no recaer en la triste condición del hombre que tiene una sola casa, una sola mesa, un solo libro, una sola ventana con un solo paisaje. Simplificación, y a la vez enriquecimiento. Por eso me parece que usted va admirablemente preparado para su experiencia oriental. Vous allez boire à la source, mais c’est parce que vous la méritez…240
Pienso que será magnífico saltar hacia atrás, desde Europa siglo XX a las mesetas originales, fuera del tiempo, a salvo de la historia. ¿Se despertarán en el occidental las resonancias de contacto, las armónicas, frente a su escenario primitivo, su punto de partida? Creo que sí; por lo menos, algunas experiencias como las de D. H. Lawrence en Taos, y las de ese americano que vivió veinte años entre los indios de Nuevo Méjico, hasta aprender no solamente el idioma y las costumbres, sino llegar a pensar como ellos y sentir como ellos… El extremo desarrollo espiritual del hombre puede coincidir mejor con su extremo primitivismo, que los términos medios estilo “misionero” o “antropólogo”. Pero usted va en busca de algo todavía más grande: los orígenes simultáneamente dados con la infinita sabiduría del Oriente. Pero, como usted dice, esto exigiría largos desarrollos… En fin, buen viaje para Natacha y usted. Alguna vez, en algún Hades de la tierra o del subsuelo, nos encontraremos para que usted me cuente lo que vio, lo que supo, lo que vivió.
Sí, insisto en irme a Europa. Incluso tengo planes bastante concretos, que desgraciadamente no pueden definirse del todo por la maldita demora de las Messageries en darle a Havas la fecha exacta de la partida del barco a Tahití. Hemos visto a un funcionario de Navi-France, en B.A., y nos ha prometido tener informes para mediados de diciembre. Calcule usted que yo tengo que sincronizar exactamente mi regreso con la partida de Havas; el estudio no puede quedar desatendido ni un solo día (Trop de concurrence, et le prestige, mon cher, le pres-ti-ge!).241 Ahora bien, mi plan es irme el 12 de enero en el Alcántara, o el 19 en el Conte Biancamano; los dos van a Francia, y yo me pasaría un mes en París y dos en Italia.
Le agradezco de todo corazón su generosa oferta de dinero. No será necesaria, pero tenga la seguridad de que si hubiese necesitado más plata, no hubiera vacilado en pedírsela. Me arreglaré bastante bien con lo que he juntado. Eso sí, acepto su ofrecimiento de una lista de amigos franceses e italianos, y también todo lo que pueda decirme usted sobre condiciones de vida en París (meaning very cheap conditions).242 Puedo vivir en una piecita cualquiera, y comer en donde el apetito me sorprenda. Me dicen que París es horriblemente caro, pero que en cambio puedo economizar más en Italia.
De manera que si tiene diez minutos libres, mándeme sus consejos. Me vendrán estupendamente.
Me pide usted noticias de los amigos. Havas está muy bien, contento por tener su pasaje en el bolsillo, pero restless enough por los azares del cambio, las divisas, etc. Sigue trabajando como un bárbaro, y ya ha reaccionado muy bien de la depresión que le produjo el tener que definir su camino. Si usted pudiera insistir todavía ante ese conocido de las Messageries para que le precisen la fecha de salida del barco a Tahití, le hará un gran favor a Havas, y otro no menos grande a mí, pues yo podré poner inmediatamente en marcha mi viaje a Europa.
Jorge está muy bien, terminando ya su trabajo musical, que este año ha sido bastante intenso. Daniel da conciertos, conferencias, y prepara sus exámenes de latín. Dice que soy un “bárbaro” porque leo a Graham Greene y a Camus. De Rafael243 no sé nada, salvo verlo una que otra vez en los conciertos, porque su nueva vida lo ha alejado de nuestro círculo. Susana y Perla están muy bien, y en cuanto a Arturo244 hace rato que sólo lo veo cuando lo encuentro en alguna esquina (que son la casa de Arturo; es un contrasentido que Cuadrado viva en un sitio que es más bien redondo).
Me parece estupendo que persista usted en traducir Los reyes. ¿De veras suena bien en francés? Un par de personas me habían dicho que les parecía notar una analogía entre ciertas formas poéticas francesas y mis diálogos. No sé, pero me gusta tanto que usted haga con él esa cosa tan bella que hizo con los cuentos y con Ícaro. Y me gusta que haya alguien en Francia a quien le guste el libro… y lo cite. Uno se siente muy importante.
Dígale a Natacha (que se sonreirá como ella sabe hacerlo) que uso mucho sus libretas, sus vocabularios, sus papeles secantes, sus plumas y sus carpetas. Y que la recuerdo con muchísimo cariño. Dígale también que nuestro Cocteau yace sepultado en el olvido.245 No time for poetry.
Querido Fredi, que tengan ustedes el mejor de los viajes, y un grandísimo abrazo de su amigo,
Julio
227 Toño Salazar, dibujante salvadoreño.
228 Luis Baudizzone, abogado.
229 Se refiere a “Estación de la mano”.
230 Pintor uruguayo.
231 Rotisería de Mendoza.
232 Se refiere al Primer Congreso Argentino de Filosofía celebrado en Mendoza del 30 de marzo al 9 de abril de 1949.
233 Éste es el texto del borrador manuscrito de la carta que, junto a la carta del padre a la que daba respuesta, Cortázar dejó en un sobre para que fuera entregada, póstumamente, a su madre. La carta del padre, que reproducimos literalmente, era la siguiente:
Hotel Rosario, La Calera,
Córdoba, Julio 30, 1949.-
Querido Cocó
Imagino la sorpresa que te causarán estas lineas, llegadas a tu mesa desde el fondo del tiempo y la distancia. – Ignoro totalmente cual es tu opinión, cuales tus sentimientos a mi respecto; han debido gravitar en tu ánimo, a lo largo de treinta años, muchos factores de diversa índole que, forzosamente, son los determinantes de la conclusión a que haya llegado tu espíritu…
Yo no he querido, deliberadamente, intervenir en ninguna forma, en ningun momento, con relacion a tí ni a Memé. Estimé en principio que no era posible ni humano, sembrar conflictos en el alma de seres que empezaban a vivir. Me resigné a ser, posiblemente, condenado y resolví, en consecuencia, desaparecer totalmente, sacrificando lo que yo sólo sé. –
No surjo actualmente del incógnito, del “neant” en que me había voluntariamente sepultado, porque haya modificado en un ápice mi primitiva resolucion: lo hago simplemente en virtud de que circunstancias independientes de mi voluntad me inducen a ello: he aquí cómo: –
He visto últimamente en “La Nacion” un artículo tuyo sobre la presencia de Rosamond, que he leído con gran interés y por el que te felicito cordialmente, toda vez que trasunta un espíritu bien cultivado. – He podido, en la medida en que me lo permite mi actual senectud y mi alejamiento de los temas de profundidad psíquico-literaria, darme cuenta del eclecticismo de tu acervo espiritual. Repito, pues, mi sincera congratulación. –
Pero, –y llegamos aquí al motivo fundamental de mi regreso del mundo ignoto, – desearía, si ello es posible, obtener de tí el favor de que, en el futuro, modifiques tu firma en lo que des a publicidad. – Yo, aunque soy el primero en asombrarme de ello, estoy todavía vivo y se me conoce por el nombre que ha aparecido en “La Nacion” al frente del artículo en cuestion.–
Ello ha determinado para mí el trabajo de producir múltiples aclaraciones desengañando a muchas personas de mi conocimiento y amistad, que me han supuesto autor de tan sesuda y brillante muestra literaria.– No me ha gustado jamás vestirme con las plumas del grajo; por ello y rindiendo el debido homenaje a tu capacidad, deseo rogarte quieras, en lo sucesivo, usar tu nombre completo, es decir, Julio Florencio. Ello hará que la consideracion pública hacia el autor de tan bellos trabajos se dirija a quien debe, sin que pueda existir ningun porcentaje de lectores que, indebidamente, me haga objeto de plácemes y expresiones laudatorias que no corresponden.–
“Pour finir”: te he llamado “querido Cocó” al comienzo de la presente; me cumple decirte que tal calificativo corresponde plenamente a mis sentimientos de siempre. Nada más y, de nuevo, felicitaciones.–
Julio Cortázar
234 “Presencia de Rosamond Lehmann”, La Nación, suplemento “Artes y Letras”, 3 de julio de 1949.
235 Aunque ha perdido totalmente la cabeza.
236 Y desde luego, no se ha quedado ciego.
237 Crítico de arte.
238 Ni noticias del Grupo K. No he oído mentarlo.
239 “Conejos blancos”; y usted sabe que soy algo aficionado a los conejos. [Alude a su cuento “Carta a una señorita en París”. El cuento de Carrington fue incluido en Cuentos inolvidables según Julio Cortázar, Buenos Aires, Alfaguara, 2006.]
240 Usted va a beber a la fuente, pero es porque lo merece.
241 Mucho público, ¡y el prestigio, querido, el pres-ti-gio!
242 Me refiero a condiciones muy económicas.
243 Rafael González, pianista.
244 Arturo Cuadrado, poeta y editor, director de Correo Literario.
245 Natacha Czernichowska revisaba las traducciones cortazarianas de la poesía de Jean Cocteau, tarea que quedó inacabada. Los originales de esas versiones se conservan en la biblioteca de Princeton University, en New Jersey.