¿Qué ocurriría si los hombres se echasen a perder, se rindieran y sucumbieran completamente ante las mujeres? ¿Cómo operaría una sociedad así?
La teoría evolutiva de la inversión parental sugiere que, dado el coste reproductivo, los miembros del sexo que realizan la menor inversión parental competirán por acceso sexual hacia el sexo que haga una inversión mayor. En los humanos y en la mayoría de mamíferos, las hembras están obligadas a hacer la mayor inversión en la reproducción.
Las hembras humanas llevan a sus hijos durante nueve meses y son altamente vulnerables y menos móviles durante las últimas fases del embarazo. Dar a luz es también traumático en sí mismo y las muertes durante los alumbramientos eran más comunes en el pasado que hoy en día. Tras el parto, la madre continúa siendo vulnerable durante un breve período. Un niño humano es extremadamente vulnerable durante varios meses y seguirá siendo vulnerable durante varios años. Hasta hace poco, la lactancia era otra inversión requerida para las madres humanas.
Los machos humanos lo tienen más fácil en comparación. Podemos traspasar nuestros genes en cuestión de minutos y después desaparecer, a menos que las hembras, los controles sociales o padres con escopetas nos persuadan para quedarnos.
Los machos humanos evolucionaron para competir por el acceso a las hembras porque la inversión reproductiva femenina es un premio valioso. Los machos pueden existir en el mundo completamente masculino de la banda pero las hembras representan, de forma bastante literal, el futuro. Los hombres crean un perímetro y establecen la seguridad. Crean una jerarquía rudimentaria, un orden y la cultura seminal del nosotros contra ellos . Para perpetuar el nosotros , necesitan mujeres. Así que intentan averiguar cómo conseguirlas y como tener “acceso a su inversión reproductiva”.
El comandante West, un personaje de la película zombie 28 Días Después , cuenta una historia que recuerda a la fundación de Roma. Racionaliza el rapto de las sabinas en unas pocas líneas:
“ Hace ocho días, encontré a Jones con su pistola en la boca. Decía que iba a suicidarse porque no había futuro. ¿Qué podía decirle? Combatíamos a los infectados o esperábamos a que se murieran de hambre... ¿y después qué? ¿Qué hacen nueve hombres excepto esperar a morirse? Nos marchamos del cerco, monté la emisión de radio y les prometí mujeres. Porque las mujeres representan un futuro ”. 53
El Camino de los Hombres es el camino de la banda, pero una banda solo de hombres no tiene futuro. Una banda totalmente masculina acaba con la muerte del último hombre. Los hombres quieren ser recordados, quieren que su tradición sobreviva y quieren sexo. Al final, estos mecanismos psicológicos y deseos les permitirán traspasar sus genes. Cuando hay competencia por los recursos —incluidas las mujeres—, para las bandas de hombres resulta una buena estrategia el crear una jerarquía patriarcal, eliminar a las bandas rivales vecinas, tomar sus mujeres y protegerlas de las bandas rivales. Esto es exactamente lo que hacen muchas tribus primitivas. Es la estrategia primitiva de la banda.
¿Qué ocurre cuando la competencia por los recursos se reduce radicalmente?
¿Qué pasa cuando las mujeres imponen sus maneras?
Dos de nuestros parientes primates más cercanos, los chimpancés y los bonobos, ilustran algunas de las diferencias entre las formas masculinas y las femeninas.
Wrangham y Peterson argumentaban que, a pesar de las teorías culturales deterministas y un montón de vanas ilusiones sobre pacíficos matriarcados prehistóricos, las evidencias evolutivas, arqueológicas, históricas, antropológicas, fisiológicas y genéticas sugieren, de forma abrumadora, que los humanos siempre han sido una especie patriarcal, de vínculos masculinos y establecida en bandas, que participaba regularmente en violencia en coalición. Fue una conclusión valiente porque ambos autores parecían estar, de todo corazón, en contra de la violencia. Al igual que el autodescrito feminismo evolutivo, ofrecieron sugerencias de cómo podríamos poner fin a la violencia masculina, ahora que los hombres tenían los medios para provocar mucha más devastación que la que podían desatar sus ancestros primitivos con armas poderosas y herramientas sencillas. Aparte de la crianza selectiva para reducir las violentas tendencias alfa en los machos —un programa que parece estar en marcha, aunque de forma accidental— y el establecimiento de un único gobierno mundial, Wrangham y Peterson sugirieron que observáramos a los gentiles simios bonobos como guía.
Los chimpancés y los bonobos son parientes cercanos de los humanos. Ambos tienen mucho en común con la gente pero, en lo relativo a estructuras sociales, los chimpancés son más aptos para vivir en pequeños grupos liderados por una banda masculina jerarquizada, mientras que los bonobos tienden a vivir en grupos más amplios y estables con un gran número de hembras, donde éstas forman alianzas que controlan la violencia masculina. Los chimpancés se organizan en beneficio de los intereses reproductivos masculinos y los bonobos en beneficio de los femeninos. Los chimpancés siguen El Camino de los Hombres. Los bonobos siguen El Camino de las Mujeres.
EL CAMINO DEL CHIMPANCÉ
Los chimpancés pueden mezclarse en grandes grupos si son capaces de formar alianzas y si hay abundancia de comida. Los chimpancés y los humanos prefieren comida de alta calidad y los chimpancés machos cazan activamente en busca de carne, especialmente los monos colobos rojos. Los chimpancés compiten por los recursos cuando son escasos, por lo que se separan en pequeñas bandas. Es una estructura social de “bandas-grupos” por su flexibilidad en cuanto al tamaño del grupo. Bajo estrés, revierten hacia bandas patriarcales dirigidas por parientes masculinos y con alianzas por vínculos masculinos. Las hembras se mueven (y son trasladadas) de banda en banda. Los machos compiten por tener acceso sexual a las hembras pero, a veces, también las cortejan y las apartan del estrés de la competencia masculina. Las hembras que no tienen hijos se unen a veces a los machos en las actividades de caza y saqueo. En la jerarquía social de los chimpancés, las hembras están subordinadas a los machos y se espera de ellas que demuestren sumisión. Cuando un macho joven alcanza la madurez, normalmente monta un buen espectáculo para demostrarlo y comienza a presionar a las hembras cercanas hasta que éstas lo reconocen como un macho adulto. Cuando lo logra, deja de exagerar. Sin embargo, los chimpancés machos golpean esporádicamente a las hembras para mantener su status y demostrarles quién es quién. Los machos que alcanzan la madurez pasan un montón de tiempo juntos, pero también lo hacen compitiendo entre ellos por status. Sus pruebas son a menudo violentas y, solo en raras ocasiones, se ve que dos machos hayan formado alianzas para asesinar al macho alfa. Los humanos podrían reconocer esto como parricidio o tiranicidio. Para los chimpancés, la competencia dentro del grupo es menos importante que la competencia con otros grupos. Los chimpancés y los humanos son los únicos miembros de los grandes simios cuyos machos forman coaliciones para salir a saquear o a eliminar miembros de bandas vecinas. Los chimpancés alfa, de vez en cuando, reúnen a otros machos, salen del límite de su territorio e intentan coger desprevenidos a miembros de otras bandas y matarlos. Es similar a la “forma de guerra subversiva” común entre los humanos primitivos, que también participaban en ataques de guerrilla. 54 Con el tiempo, los machos se librarán de los machos de la banda vecina, absorberán a las hembras restantes en su propio grupo y se emparejarán con ellas. Como los chimpancés cazan, se defienden y agreden como una banda coordinada, tienen que estar dispuestos a aparcar la competencia intestina y a mantener vínculos estrechos entre ellos. El primatólogo Frans de Waal escribía:
“... la psique del chimpancé macho, modelada por millones de años de guerras intergrupales en su hábitat natural, es tanto de competencia como de compromiso. Sea cuál sea el nivel de competencia interna, confían entre ellos contra lo externo. Ningún macho sabe cuando necesitará a su mayor enemigo. Esta mezcla de camaradería y rivalidad entre machos es, por supuesto, lo que hace que la sociedad de los chimpancés resulte mucho más reconocible para nosotros que las estructuras sociales de los otros grandes simios ”. 55
EL CAMINO DEL BONOBO
Los bonobos comen mucha de la comida que les gusta a los chimpancés, y comen carne si la encuentran. Sin embargo, no comparten su territorio con los gorilas, por lo que pueden comer el tipo de hierba que comen éstos. Wrangham y Peterson creen que esta es una de las diferencias clave entre chimpancés y bonobos. Los bonobos tienen una fuente de su alimento principal que les resulta fácil de encontrar. No tienen que competir por los recursos, ni siquiera cuando mucha de la comida está fuera de temporada, por lo que pueden relajarse, en mayor o menor medida, durante todo el año en paz y prosperidad. Los machos compiten por status, pero parecen menos preocupados por ello porque para los bonobos macho el status no significa gran cosa. Los bonobos no compiten para emparejarse. Los machos solo esperan su turno y las hembras son felices uniéndose a cualquiera que llame a su puerta. Para los bonobos, el sexo es algo social y mantienen tanto relaciones heterosexuales como homosexuales. Los bonobos macho no saben cuáles son sus crías porque cualquiera podría serlo. Las madres hacen toda la inversión parental. Los bonobos macho saben quiénes son sus madres y están vinculados a ellas de por vida —a menudo las siguen durante la madurez y éstas intervienen en los conflictos tomando parte por sus hijos. En los grupos bonobo los machos no pasan apenas tiempo juntos, pero las hembras establecen fuertes amistades entre ellas. Cuando los machos crean problemas, el grupo de hembras se une para detenerlos rápidamente. Las hembras bonobo están al mando. Cuando un grupo de bonobos entra en contacto con otro, las hembras son las que firman la paz y, normalmente, empezarán con el chaca-chaca entre ellas —es lo que los nativos llaman acción entre chicas a lo bonobo. Después, las hembras empiezan a emparejarse con los machos del grupo contrario. Los machos simplemente se sientan y miran, se encogen de hombros y finalmente participan.
CONFLICTO DE INTERESES
Los bonobos y los chimpancés están adaptados a entornos diferentes y sus estructuras sociales se acomodan a lo que dichos entornos ofrecen. La sociedad bonobo favorece los intereses femeninos. Las coaliciones femeninas controlan la política y los vínculos femeninos son más importantes que los masculinos. Los machos están vinculados a sus madres y no saben quiénes son sus padres. Las hembras permanecen juntas toda su vida. En la sociedad chimpancé, las hembras están en cierto modo aisladas y permanecen con sus crías cuando éstas son pequeñas, mientras los machos disfrutan tanto de la rivalidad como de la camaradería y están con sus padres, sus hermanos y sus amigos masculinos durante toda su vida. La sociedad chimpancé favorece los intereses masculinos.
Wrangham y Peterson creen que los bonobos ofrecen una “ triple senda hacia la paz ” porque han conseguido reducir la violencia entre sexos, entre machos y entre comunidades. 56 En respuesta a la destrucción masiva inherente a la guerra moderna, muchos hombres han buscado formas de abandonar el “sistema bélico” 57 que acompaña al patriarcado, y han vuelto la vista hacia las mujeres en busca de guía para establecer alianzas y encontrar una forma de vida más pacífica.
Aquellos que creen que la guerra humana es antinatural de algún modo, hallarán poco respaldo objetivo para su teoría en la historia o la ciencia. Las sociedades humanas son complejas y hay aspectos en los patrones, tanto de bonobos como de chimpancés, que nos son suficientemente familiares. Pero la agresividad masculina, la violencia grupal masculina y la dominancia política masculina han sido todas identificadas como “universales humanos” —esto quiere decir que se han encontrado evidencias de estos comportamientos, en alguna forma, en casi todas las sociedades humanas que hayan sido estudiadas alguna vez. 58
Los científicos solo empezaron a estudiar a los bonobos, como especie distinta y diferenciada, en los 50, porque evolucionaron en hábitats pequeños y protegidos. Los chimpancés tienen hábitats mucho más amplios y se han adaptado a entornos más diversos. Humanos y chimpancés tienen claramente más en común, en términos de organización social. Es probable que, aunque los humanos son más inteligentes y tienen acuerdos sociales mucho más complejos que los chimpancés, los vínculos masculinos y la violencia masculina en coalición hayan sido rasgos constantes de las sociedades humanas y pre-humanas.
La siguiente tabla muestra las diferencias, en varios aspectos, entre las sociedades bonobo y chimpancé —muestra dos caminos, dos extremos.

Algunos investigadores han sugerido que los bonobos no son tan pacíficos como creían Wrangham y Peterson, pero parece claro que son más pacíficos y matriarcales que los chimpancés y que su estilo de vida es similar al que he descrito.
Como metáfora para lo que les ocurre a los hombres que viven en paz y abundancia aseguradas como nosotros, el camino bonobo resulta inquietantemente familiar.
¿Hoy en día, no son la mayoría de los hombres niños de mamá echados a perder, sin figuras paternas, sin caza, lucha o hermanamiento, cuyo único vestigio masculino es el sexo promiscuo?
Se sabe que la guerra contra los hombres nos está diezmando. El reclutamiento obligatorio para la Guerra de Vietnam terminó el año antes de nacer yo. Desde entonces, los Estados Unidos han creado, de forma efectiva, una clase de soldados profesionales por contrato que libran las batallas del gobierno en tierras lejanas. El hombre medio sabe más de baloncesto universitario que sobre ciertos conflictos de ultramar.
Al igual que los bonobos, no tenemos que preocuparnos por el hambre. Apenas tenemos motivos para levantarnos del sofá. Hasta la última y dilatada recesión era fácil encontrar trabajo y casi todos los hombres que querían trabajar podían encontrar uno. Los programas de asistencia social y bienestar funcionaban como una red de seguridad para muchos otros y pocos de entre los americanos vivos crecieron sin televisión en casa. La auténtica hambre, la pobreza y la desesperación, tal y como la conocen en África, resultan raras incluso entre aquellos oficialmente considerados pobres. Las enfermedades que acabaron con poblaciones enteras en el pasado son tratables y la gente se recupera completamente de heridas que hubieran sido fatales hace cien años. Si hay algo que ilustre bien la surrealista abundancia en la que vivimos hoy en día es el hecho de que tenemos problemas como la epidemia de obesidad . La gente puede sentarse en su casa y comer hasta estar tan gordos que no puedan moverse.
Los americanos son obesos, en parte, porque simplemente no hacen lo suficiente . Es difícil encontrar un trabajo del tipo rompe-espaldas que realizaban nuestros ancestros. Lo sé porque soy la clase de persona que cree que un trabajo temporal cavando zanjas suena divertido. Lo he buscado, de verdad . Nuestros cuerpos tienen una tremenda capacidad de trabajo cuando están acondicionados para ello. El cuerpo humano está hecho para trabajar duro. Cuando no hay trabajo que hacer, nuestra salud física se deteriora. Los médicos tienen que decirle a la gente que camine como si fuera una especie de avance deportivo innovador. En una ocasión observé, conmocionado, como un entrenador personal, de forma autoritaria, dirigía a un par de cuarentones para dar un paseo por su vecindario. Era un paseador de perros humanos de setenta y cinco dólares la hora.
El resto de nosotros vamos al gimnasio a “ejercitarnos”, que es solo un sustituto del trabajo físico. Las personas que contestan correos para ganarse la vida van a un edificio especial donde engañan a sus cuerpos para hacerlos creer que en realidad están haciendo el tipo de cosas para las que los humanos evolucionaron. Actividades como el entrenamiento con sacos de arena, levantar piedras y correr descalzo se están volviendo populares. Es solo cuestión de tiempo hasta que alguien de con la manera de comercializar alguna locura deportiva en la que la gente corra por ahí arrojando lanzas contra mamuts de goma.
La meta de la civilización parece ser eliminar el trabajo y el riesgo, pero el mundo ha cambiado más que nosotros. Nuestros cuerpos ansían trabajo y sexo, nuestras mentes anhelan riesgo y conflicto.
Siempre me ha chocado que, incluso en nuestras visiones más populares del futuro, hemos sido incapaces de eliminar el conflicto. Cojamos a Star Trek , por ejemplo. En la superficie, Star Trek es un sueño modernista, feminista e igualitario. Hombres y mujeres de todos los pueblos y razas trabajan codo con codo en una única meritocracia que persigue la paz en todo el universo. Pero nuestra fantasía no es la paz, es el conflicto. Sin ningún conflicto entre ellos y nosotros , no hay trama. En Star Trek siempre están luchando con alguien. A muchos les atraen los tópicos pacifistas como los que se escuchan en “ Imagine ” de John Lennon, pero, en realidad, a la gente no se le da bien o no está muy interesada en imaginar un futuro sin conflictos. Si alguien escribiera un guión de ciencia ficción sin conflicto, ¿alguien lo vería?
Sin embargo, se nos da bastante bien imaginar maneras ingeniosas de masturbar nuestra naturaleza primitiva con placeres virtuales “seguros”, derivados y abstractos.
Nuestra sociedad casi no tiene tolerancia con la violencia física no autorizada. Se expulsa a los niños del colegio por pelearse, y algo tan históricamente común como una pelea de borrachos sin armas puede llevarte directo al juzgado o a la cárcel.
Mientras coaliciones de hembras, políticos complacientes y hombres temerosos se organizan para asegurar nuestro mundo a prueba de niños, para prohibir las armas y regular los deportes violentos, los hombres se retiran a reductos de masculinidad virtual y derivada, como los videojuegos y el fútbol de fantasía porque es todo lo que nos han dejado.
La gente también busca otras formas no-violentas de riesgo simulado y aventuras “seguras”. Desde paracaidismo y “puenting” hasta senderismo guiado y carreras de aventura, los hombres y las mujeres conciben más y más formas de simular la experiencia humana primitiva. Hombres y mujeres tienen impulsos similares en diferente grado y de lo que me he dado cuenta, participando en 5K, Crossfit y la “ Warrior Dash ”, es de que una vez deja de ser novedad, la asistencia femenina a menudo se incrementa. Aunque algunas mujeres participan de forma competitiva, muchas más disfrutan estas experiencias de forma social y emocional, parando a lo largo del recorrido para celebrarlo y animar a sus hermanas que están luchando. Tengo la sensación de que muchos maridos y novios reconocen la naturaleza masturbatoria y de “buena sensación” de estas actividades y se encogen de hombros, preguntándose por qué correrían por el barro, a treinta grados, sin un buen motivo . Desde una perspectiva evolutiva, tiene sentido que las mujeres suelan preferir y se sientan más satisfechas con simulaciones de riesgo “seguras” y “divertidas”, mientras que los hombres prefieren la competición real, el riesgo real y la potencial ganancia de auténtico status . El ejercicio permitido, asegurado entre algodones, desinfectado y cuidadosamente orquestado, rara vez se puede comparar con la fantasía de la acción viril y el riesgo justificado.
En los videojuegos, al menos, los hombres experimentan la muerte virtual .
Conforme ha disminuido la competencia física por los recursos, el sexo se ha vuelto más social, como para los bonobos. Hombres y mujeres se enganchan para satisfacer su impulso primitivo de reproducción. Para disgusto de los reinventores de la masculinidad, las mujeres aún responden sexualmente ante rasgos y comportamientos “alfa” en los hombres que los harían buenos cazadores y luchadores. Exhibir fuerza, coraje y maestría muestra señales de superioridad genética y status masculino elevado para las mujeres —incluso en las que no tienen planes de reproducirse. Los hombres buscan mujeres que parezcan saludables y fértiles, y éstas engañan al cerebro de mono del hombre con pintalabios, liposucciones e implantes mamarios. Hoy en día, el sexo está desconectado del emparejamiento y, para muchos, se ha convertido en “masturbarse con el cuerpo de otro”.
En muchos casos, lo que ese cuerpo ofrece es una desilusión en comparación con el sexo sin riesgo al que los hombres tienen virtualmente acceso inmediato e indirecto a través de la pornografía de alta calidad. En 2003, la feminista Naomi Wolf 59 y el escritor David Amsden 60 escribieron que la experiencia sexual simulada estaba apartando a muchos hombres del sexo con mujeres reales, que creían que tenían competir con la pornografía por la atención de los hombres.
2003... ¿no era cuando la gente aún pagaba por el porno y un gigabyte sonaba como un fichero grande? Hoy, los jóvenes pueden descargar pornografía de alta calidad en un momento y verlo en la misma gran pantalla brillante de la televisión que compraron para ver la Super Bowl . En 2011, el New York Magazine continuó con una historia titulada “ He´s Just Not That Into Anyone ” (NdelT: puede traducirse en este contexto como “No Está Enamorado de Nadie”), en la que el autor relataba haber fingido un orgasmo durante el sexo real, pero no haber tenido ningún problema para alcanzar el clímax viendo porno. Algunos de los hombres a los que entrevistó para la historia le contaban que estaban experimentando disfunción eréctil durante el sexo real y otros que tenían que reproducir escenas del porno para correrse follando con sus esposas. El cantante John Mayer confesó en la revista Playboy que había habido días en los que, probablemente, había visto más de trescientas vaginas antes de levantarse de la cama. 61
Nuestro mundo no ofrece a los hombres más vías hacía la satisfacción viril o la experiencia vital.
Lo que el mundo moderno ofrece al hombre medio son mil y una maneras de sacudir, de forma segura, nuestros cerebros de mono para olvidar.
¿Sorprende que algunos hombres se pregunten a sí mismos, en los momentos de lucidez entre la masturbación y las variadas formas de sexo y violencia indirectos, lo que Betty Friedan decía que se preguntaban educadamente las amas de casa de los cincuenta? 62 :
“¿Esto es todo?”
Hemos nacido en una sociedad masturbatoria bonobo, con la paz de la abundancia y una economía del placer.
El futuro que las élites nos tienen preparado se advierte como más de lo mismo. Más placer distante, menos riesgo, estar libre de la necesidad y más masturbación. Los reinventores de la masculinidad nos ofrecen batallas metafóricas que librar pero, en el mundo real, las batallas que importan de verdad se “librarán” entre la élite de burócratas, expertos y dirigentes ricos que creen saber qué es lo mejor, mientras el resto de nosotros aceptamos la responsabilidad de trabajos aburridos, carentes de riesgo, para hacer una tarea estúpida y no dejar de mirar el reloj, esperando irnos a casa y complacernos furiosamente con cualquier tipo de experiencia primitiva indirecta o virtual que haga que nos corramos.
Los periodistas cosmopolitas de escuelas de élite, como Betty Friedan, llenaron la cabeza de las mujeres con fantasías de emocionantes carreras en la gran ciudad que solo unas pocas podrían alcanzar alguna vez. Por cada mujer que vive esa fantasía hoy, hay un puñado de mujeres cobrando productos en la caja de alguna tienda, o introduciendo datos de forma repetitiva en alguna oficina gris. En Oriente, las mujeres contestan nuestras llamadas o desarrollan su trabajo en monótonas líneas de montaje en fábricas. A esto se le llama “progreso”. Muchas de estas mujeres probablemente preferirían pasar más tiempo participando activamente en la vida de sus hijos, pero ya no tienen la opción de quedarse en casa.
El coste de la civilización es un trueque progresivo de la existencia vital. Es un intercambio de lo real por lo artificial, por un engaño convincente llevado a cabo a cambio de la promesa de seguridad y de tener el estómago lleno.
Siempre ha sido así.
La pregunta es: “¿cuánto trueque es demasiado?”.
En el futuro que los globalistas y las feministas han imaginado para ellos, solo unas pocas personas harán algo que merezca la pena. Unas pocas personas serán científicos, encargados de descubrir los misterios del universo. Unas cuantas personas serán ingenieros que sueñen, diseñen y solucionen problemas. Unas cuantas personas conformarán una clase dirigente privilegiada de financieros y burócratas, y tomarán todas las decisiones que importan por el resto. Capitanearán compañías, departamentos y construirán sus grandes Leviatanes a base de papeleo legal y falsas sonrisas. También habrá, como hay ahora, una clase sofisticada y creativa encargada de diseñar nuestros entretenimientos sedentarios. Habrá gladiadores y carreras de carros. Habrá series, teatro y cotilleo a nivel global.
Pero no todos podemos ser jefes, así que la mayoría de nosotros seremos indios. Los productos necesitan hordas de consumidores, vendedores, representantes de atención al cliente, oficinistas, reponedores, vigilantes de seguridad y limpiadores nocturnos. Cualquiera que esté en el lado izquierdo de la curva de campana, cualquiera que tome las decisiones equivocadas en el momento equivocado, cualquiera que no pase por el aro o no entre al juego, cualquiera que no haya sido “correctamente socializado” y cualquiera que rechace la opción errónea por el motivo correcto, acabará haciendo el trabajo del zángano. Como señalaba Matthew B. Crawford en su libro Shop Class As Soulcraft (NdelT: los Shop Class eran talleres de “oficios” escolares, y el título del libro hace referencia a lo enriquecedores que eran a nivel espiritual), incluso los trabajos “cualificados” de guante blanco están “ sujetos a volverse rutinarios y a la degradación, siguiendo la misma lógica que golpeó a la manufacturación hace cien años: los elementos cognitivos del trabajo son requisados a los profesionales, clasificados con un sistema o proceso y, después, devueltos a una nueva clase de trabajadores —oficinistas— que reemplazan a los profesionales ”. 63 Ser capaz de leer y escribir a nivel universitario no significa que el trabajo que vayáis a desempeñar requiera mucho más razonamiento o resolución de problemas relevantes de lo que tendríais que hacer como encargados de un McDonalds . Solo os salvará de mancharos la frente de grasa.
Hace solo un par de cientos de años, muchos de estos hombres ahora destinados a tareas de oficinista habrían aprendido un oficio de sus padres y lo habrían dominado, ya fuera ser granjero o cualquier otro trabajo participativo del que pudieran estar orgullosos. Hubieran sido miembros valiosos de una comunidad más pequeña de personas a las que les importaba si vivían o morían. Algunos habrían pasado sus vidas con bandas de hombres en barcos, pero la mayoría se hubieran visto obligados a sustentar y proteger a sus familias —sus pequeños clanes. Era un compromiso viable entre la vida de la banda y la vida familiar. Hace unas pocas generaciones, estos hombres habrían tenido responsabilidades de peso y sus actos hubieran tenido el potencial de hacer más daño que herir sentimientos o molestar a alguien. Hubieran tenido razones de peso para intentar ser buenos siendo hombres y también buenos hombres. No hace tanto, estos hombres hubieran tenido dignidad y honor.
En el futuro que globalistas y feministas han imaginado, para la mayoría de nosotros solo habrá más trabajo de oficinista y masturbación. Solo habrá más disculpas, más sumisión, más pedir permiso para ser hombre. Solo habrá más exámenes, más certificados, requisitos obligatorios, procesos selectivos, comprobación de antecedentes, test de personalidad y diagnósticos politizados. Solo habrá más medicación. Habrá más presentaciones de secretaria con una taza de vuestra propia orina caliente. Habrá estiramientos matutinos obligatorios, presentaciones de vídeos de seguridad y firmar papeles el resto de vuestras vidas. Habrá más cascos, gafas, arneses y chalecos naranjas con tiras reflectantes. Solo puede haber más asesoramiento y entrenamiento de la sensibilidad. Habrá más aros administrativos por los que pasar para poner en marcha vuestro propio negocio y mantenerlo a flote. Habrá más pólizas de seguro obligatorias. Con seguridad, habrá más impuestos. Habrá, probablemente, más leyes bizantinas y políticas empresariales contra el acoso sexual, y más vías para que las mujeres y los grupos protegidos os acusen por mala conducta. La vida estará más micro-controlada, habrá más regulaciones mezquinas, multas más elevadas y penas más duras. Habrás más posibilidades de que infrinjáis la ley y más formas para que la sociedad mantenga su cómoda ilusión escondiéndoos bajo la alfombra. En 2009, en los Estados Unidos, había casi cinco veces más hombres cumpliendo condena o en libertad condicional que en servicio activo en todas las fuerzas armadas. 64
Si sois buenos chicos y seguís las normas, si aprendéis a hablar de forma pasiva e inofensiva, si podéis convencer a otro pobre sonámbulo de que estáis poseídos por un casi insano deseo de ofrecer atención al cliente o incrementar la eficacia operativa mejorando los procesos internos y la comunicación organizativa, si podéis decir gilipolleces como esta sin reíros, si vuestros expedientes pasan la prueba y vuestro pis huele bien, podéis conseguir un T-R-A-B-A-J-O. Quizá podáis ser el tipo que corrige los test o autoriza las pólizas de seguros. Quizá podáis ser el tipo que ayuda a alguna corporación desalmada a conseguir más dinero. Quizá podáis conseguir una palmadita en la cabeza por dar con la brillante idea de dejar sin trabajo a otro puñado de tipos y externalizar sus aburridos empleos en algún otro lugar en el que están deseando trabajar más horas por menos dinero. Hagáis lo que hagáis, no importa lo que diga la gente, no importa en cuantas actividades de grupo participéis o cuantas invitaciones de cumpleaños recibáis de la secretaria de alguien, sabréis que sois una unidad de trabajo completamente reemplazable dentro del gran esquema de las cosas.
Ninguna burocracia en expansión ni corporación global podrá amaros jamás. Tienen carteras de relaciones públicas y departamentos de recursos humanos para proteger sus intereses y resultados. No hay un “nosotros”. A una entidad legal no puede preocuparle si vivís o morís, o si sois felices.
Si sois buenos chicos, si vais bien arregladitos, tenéis un T-R-A-B-A-J-O y aprendéis a decir las cosas adecuadas, quizá convenzáis a una chica bonita para que os deje darle un bebé y ayudarla a pagarlo. Si ese no es vuestro rollo, podéis gastar vuestro dinero emborrachándoos o entreteneros cepillándoos el tipo de culo que sea de vuestro agrado. El sexo, después de todo, es algo social en la sociedad masturbatoria bonobo. Tendréis el duramente ganado “derecho” de restregaros contra cualquier cosa que os haga felices, siempre que sigáis las reglas.
Si sois buenos chicos, podréis acurrucaros en el vientre de vuestro pequeño y seguro apartamento noveau -soviético con vuestros cómodos chismes y disfrutar de vuestras gratificaciones medidas, vuestra comida gourmet , vuestras micro-cervezas. Podréis manteneros ocupados intentando dominar el arte de borrar vuestras propias huellas de carbono, o podréis poner vuestro granito de arena yendo al trabajo en bicicleta, sorteando temerariamente una avalancha de camiones y coches que podrían aplastaros por la simple emoción de hacerlo. Quizá vayáis a clase y consigáis un permiso y, después de que otro oficinista confirme que sois lo suficientemente competentes para aprobar y estéis correctamente asegurados, seáis capaces de hacer alguna auténtica locura como montar en moto. Quizá paguéis a alguien para que os deje jugar a un juego, correr una carrera, o poneros un arnés de seguridad y escalar rocas de mentira. Si no, siempre podréis ver como algún otro lo hace por televisión. Quizá os indignéis por alguna injusticia insignificante y toméis parte en algún tipo de resistencia no-violenta. Quizá os convenzáis de que estáis marcando la diferencia por estar en un sitio parados, con más gente, gritando enfurecidos a personas a las que les da igual. Si preferís, podéis desahogar vuestra ira confusa, impotente y jactanciosa online , jugando a ser el tipo duro anónimo en algún blog o foro. O simplemente podéis decir “a tomar por culo” y gastar todo vuestro dinero en videojuegos que os aportan la emoción indirecta de masacrar hordas de agresivos “otros”. Podéis obsesionaros con vuestro equipo de fútbol de fantasía. Y siempre habrá aficiones. Podéis buscaros algo inofensivo con lo que pasar el rato. Quizá la jardinería. Podéis montar un grupo o enredar con coches. Convertiros en amantes de las películas. Podéis pintar figuritas de guerreros. Incluso podéis disfrazaros y jugar al rol en vivo.
Hagáis lo que hagáis, encontrad algo con lo que manteneros ocupados.
Ninguna de esas cosas tiene nada de malo. Todas son “divertidas”. ¿Qué es “diversión”, sino masturbar un poco vuestros cerebros primitivos? Me gusta “divertirme”. Un poco de “diversión” no hace daño, por eso se llama “diversión”, y no algo realmente serio como “supervivencia” o “guerra”.
Si esto es todo, si vuestras vidas consisten en buscar “diversión”, ¿es suficiente?
¿Este nivel de civilización —toda esta paz y prosperidad— merece la pena?
¿Durante cuánto tiempo seguirán estando satisfechos los hombres reinterpretando y reinventando los conflictos del pasado, a través de libros, películas y videojuegos, sin la esperanza de experimentar un conflicto trascendente en sus vidas? ¿Cuándo nos cansaremos de escuchar historias de grandes hombres muertos hace tanto tiempo?
¿Cuánto más tolerarán los hombres este estadio de relativo deshonor, sabiendo que sus ancestros eran hombres más fuertes, hombres más duros, hombres más valientes, y sabiendo que la herencia de su fuerza vive en ellos, pero que su propio potencial de virtud viril, gloria y honor se malgastará?
Sabemos lo que ha sido El Camino de los Hombres .
¿El camino del bonobo es el único que queda?
Día tras día, un día tras otro,
Nos quedamos quietos, ni soplo ni movimiento;
Tan quietos como un barco en un dibujo
En un océano dibujado.
Samuel Taylor Coleridge, “Rima del Anciano Marinero”