Niko se acercó al huevo transparente y tocó con suavidad sus paredes, intentando encontrar alguna brecha para liberar a la niña de aquella prisión.
No podía tener más de siete años, y se la veía realmente débil. La tez de su rostro parecía tallada en marfil, igual que las paredes de aquella torre, y su pelo negro y liso estaba adornado con dos pequeñas trenzas entrelazadas con hilos de plata.
En el entrecejo tenía una oscura piedra preciosa en forma de lágrima. Cuando abrió sus achinados ojos, Niko pudo reconocer la profundidad de aquellos ojos verdes llenos de sabiduría. No correspondían a los de una niña de su edad.
Decoherencia se incorporó sonriendo débilmente a Niko, a la vez que señalaba unas marcas escritas en el suelo bajo el huevo.
Formaban un círculo rodeando la prisión y parecían escritas en lenguaje de runas, pero Niko no conocía aquellos símbolos. Estaba a punto de decírselo a la niña cuando, de repente, aquellos signos ancestrales cambiaron de apariencia, reordenándose hasta que pudo leer su mensaje con claridad:
La prisión se mantendrá eternamente.
La única llave que la liberará será su similar
Aquello era otro enigma.
Niko deseó tener a Quiona a su lado; estaba seguro de que ella habría sabido hallar la respuesta al acertijo. Desesperado, metió las manos en los bolsillos y se sentó con las piernas cruzadas en el suelo, dispuesto a darle vueltas hasta encontrar su solución. Entonces recordó los dos objetos que tenía bien custodiados: los dos eternizadores.
Sacó de su bolsillo el eternizador de Decoherencia, aquella llave de hierro que le había dado la última dama, la Fuerza de la Gravedad.
—Necesitas esto, ¿verdad? —le preguntó a Decoherencia—. Podrás liberarte si vuelves a tenerlo en tu poder.
Primero buscó por todas partes una cerradura con la que poder utilizar aquella llave. Al ver que el huevo era totalmente liso intentó tunelearla, pero tampoco funcionó.
La niña sonrió dulcemente y le indicó:
—AHORA LA LLAVE ES TUYA. ERES TÚ QUIEN DEBE USARLA PARA LIBERARME.
Confuso con aquella declaración, Niko rodeó nuevamente el huevo e inspeccionó con detalle las runas, que habían vuelto a sus signos originales. Descubrió que había un grabado, casi indistinguible, en el centro del círculo.
El dibujo mostraba un cerrojo. Aunque no era más que un dibujo en el suelo, aquello solo podía significar una cosa…
Niko encajó la llave en el grabado y, para su sorpresa, esta se introdujo en el suelo. La giró con suavidad para abrir el cerrojo y las runas se iluminaron al instante, rotando en el sentido de las agujas del reloj cada vez más rápido.
El huevo transparente empezó entonces a fundirse desde el punto más alto hasta deshacerse por completo.
¡Había dado con la
llave de la prisión!
Las partículas y el agujero negro lo celebraron con saltos y gritos de alegría.
Antes de que Decoherencia cayera al suelo, Niko la recogió en el aire y la ayudó a ponerse de pie. El contacto con su blanca piel era más cálido de lo que había imaginado al verla encerrada en el huevo. Era tan menuda que le llevaba una cabeza.
—Muchas gracias, Niko, has sido muy valiente —le dijo la niña—. ¿Sabes qué? Eres mayor de lo que esperaba.
—Pues eres la primera en pensar así. Todos me dicen lo contrario. En cambio, yo debo reconocer que esperaba encontrarme a alguien un poco mayor… para ser una eterna.
—Precisamente tú deberías saber que la apariencia es lo de menos.
Dicho esto, Decoherencia susurró unas palabras en un idioma extraño y una diminuta nube apareció a sus pies. De aquel cúmulo de gas apareció el gato de Schrödinger.
—¡GRACIAS POR VENIR!
—le dijo al felino.
—OH, ¿ES TUYO EL GATO?
—preguntó Niko mientras acariciaba su lomo—.
¡ME HA AYUDADO DESDE EL PRINCIPIO!
—No, no es mío —sonrió misteriosa la joven—. Ahora, centrémonos. Queda mucho trabajo por hacer. Tengo que restablecer las fronteras del mundo cuántico, y cuanto antes lo haga, mejor. Pero primero tendré que ayudarte a que vuelvas a tu mundo. Y, por supuesto, responder a alguna de tus mil millones de preguntas.
—Para empezar —preguntó Niko lleno de energía mientras señalaba a su profesor—. ¿Se puede saber cómo ha llegado él hasta aquí? ¡Es la última persona que me imaginaría como responsable de todo esto!
—Y no me extraña. Tu profesor de física no tiene el menor poder para crear todo este caos. Él ni siquiera recorrió la Senda de las Cuatro Fuerzas. No podía tener el amuleto para controlar a los bosones, ni tampoco el conjuro para encerrarme en esta prisión. Ambas cosas necesitan de un conocimiento antiguo, mucho más antiguo que este universo. Verrader solo era un peón, el esbirro de alguien mucho más poderoso que está detrás de todo. ¡Y eso es lo que me preocupa! Hace tiempo que mis hermanos y yo hemos advertido que se nos vigila. Alguien ha descubierto el poder de los eternizadores y los codicia.
—¿QUIÉNES SOIS LOS ETERNS Y QUÉ SON ESTOS OBJETOS?
—Mis hermanos y yo hemos existido siempre, que pueda recordar, claro. Estábamos antes de la creación del Multiverso, pero de eso hace mucho tiempo, y solo algunas canciones antiguas narran lo que sucedió entonces. Pese a que mi reino está en este universo, mis hermanos y yo estamos en todos y cada uno de los múltiples universos, y también más allá. Hemos depositado parte de nuestra esencia en los eternizadores, nuestro poder. No hace falta que te diga lo peligroso que sería que cayesen en malas manos. Y mucho me temo que la persona que hay detrás de mi secuestro conoce nuestro secreto.
Niko tomó del suelo el eternizador de Decoherencia y se lo puso en sus pequeñas manos mientras le decía:
—Entonces será mejor que lo recuperes, ¿estará a salvo contigo?
—Ahora sí —sonrió ella—. Realmente haces honor a tu nombre:
No todo el mundo renunciaría a este objeto después de descubrir que tiene tanto poder. Podría darte la llave para ser el gobernante del Multiverso, ¿sabes?
—Yo no quiero ser gobernante de nada.
Niko se sobresaltó cuando el gato, al que seguía acariciando mecánicamente, empezó a tener espasmos. Se apartó, muy preocupado por el animal que lo había acompañado en tantas ocasiones.
El gato empezó a retorcerse mientras se transformaba bruscamente en una masa mucho más grande. Las patas delanteras crecieron y engordaron hasta convertirse en unos brazos humanos, y las traseras dieron lugar a unas piernas. Ante la mirada atónita de Niko, la cabeza del animal se transformó en el rostro del Maestro Zen-O.
Lo único que no había cambiado fueron sus suspicaces ojos dorados.
—Maestro… —balbuceó Niko.
—¡Estoy muy orgulloso de ti, jovencito! Querida Decoherencia, es un placer verte, como siempre, después de tantísimo tiempo. Siento que las circunstancias no sean las mejores.
—¡USTED… ES EL GATO!
—balbuceó Niko—. Diablos, siempre supe que había algo raro en todo esto.
—Por lo que nos cuentas, Decoherencia —dijo el Maestro mientras posaba su mano en el hombro de Niko y le sonreía amablemente—, alguien está en búsqueda de los eternizadores, y si mis sospechas son ciertas, no se detendrá hasta dar con todos.
Niko sacó el reloj de su bolsillo y se lo mostró a ambos:
—Me lo dio Kronos el año pasado. Ahora sé que es un eternizador, y si tiene tanto poder, es mejor que lo guardéis alguno de vosotros —añadió ofreciéndoselo a Zen-O.
—No, amigo mío. De nuevo muestras gran humildad con este gesto, pero sería peligroso que yo lo tuviese.
—Este eternizador es de mi hermano mayor, Tiempo. Si Kronos te lo dio fue porque él se lo pidió y, créeme, es mejor no llevarle la contraria.
—Decoherencia —preguntó el Maestro a la niña con tono preocupado—. ¿Llegaste a ver al responsable de tu captura? ¿Tienes alguna pista de quién puede ser?
—Si te refieres a tu hermano, no. No llegué a verlo. El humano conocía un hechizo antiguo que creía que ya había sido olvidado. Fue él quien me atrapó con el poder de las runas, de modo que no puedo confirmar tus sospechas.
—¿Tu hermano? —preguntó Niko confundido.
—Sí. Es mucho más poderoso que yo. Bueno, al menos, ahora. Hubo un tiempo en que no fue así, pero sus ansias de poder lo hicieron recurrir a técnicas oscuras para hacerse más fuerte. Me temo que sea él quien está detrás de todo esto. Aspira a hacerse con todos los eternizadores.
—Y si consigue su propósito, tendrá la llave para ser el gobernante no solo de este universo, sino de todos los
Multiversos
—aclaró Decoherencia—. De todo aquello que existe. Al menos ahora sabemos a qué nos enfrentamos —concluyó—. Y pese a que me encantaría seguir conversando con vosotros sobre los Multiversos y mis hermanos, tengo mucho orden que poner en el nuestro. Os llevaré hasta Shambla. Allí están los ancianos, y también os espera una comitiva del CIC. Zen-O, ya sabes lo que tienes que hacer. No es conveniente que la existencia de los eternizadores se haga pública, solo conseguiríamos que otros seres ambiciosos intentaran hacerse con ellos. Deben seguir formando parte de las leyendas secretas de los ancianos.
—Haré lo posible por mantenerlo a salvo de los agentes del CIC, no temas —le respondió el Maestro.
La jovencita, con una sonrisa que llenaba sus verdes ojos de luz, se acercó a Niko, le cogió las dos manos con las suyas tan delicadas y le dijo:
—Muchas gracias por lo que has hecho hoy. Sé que tienes muchas dudas, pero creo que todavía no sabes lo importante que es tu labor.
Niko sintió una punzada en el estómago, pese a que Decoherencia tenía la apariencia de una niña, había algo en ella que transmitía sabiduría. Ruborizado, Niko le reconoció:
—Tengo miedo de no ser quien todos esperáis. El profesor tenía razón al decir que solo soy un niño.
—LOS CAMBIOS HECHOS POR NIÑOS PUEDEN LLEGAR A TRANSFORMAR EL MUNDO, Y EN ESTE CASO, EL UNIVERSO ENTERO. LO QUE OCURRE ES QUE HABÉIS CREÍDO A LOS ADULTOS CUANDO OS DICEN QUE VUESTROS SUEÑOS NO SON REALISTAS. Y ASÍ, A MEDIDA QUE VAIS CRECIENDO, RENUNCIÁIS A SEGUIR SOÑANDO Y, SIN DAROS CUENTA, PERDÉIS EL PODER DE TRANSFORMAR VUESTRA VIDA Y VUESTRO MUNDO. NO PERMITAS QUE HAGAN ESO CONTIGO, NIKO.
Un escritor de tu mundo dijo que
—Lo tendré en cuenta —respondió él abrumado—. ¿Volveremos a vernos?
—Estoy segura de ello —dijo con una sonrisa enigmática.
Decoherencia alargó entonces las manos a ambos y les indicó:
—Vamos allá, vuestra próxima parada es Shambla.