24 POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS

Dejaron el zepelín en un campo frente a las instalaciones del CERN. Como un hada, un elfo y los gemelos EPR con sus trajes no pasarían inadvertidos, Niko sacó su medallón de las cuatro fuerzas y pidió a los bosones W y Z que lo ayudasen a camuflar a sus amigos.

Los dos bosones, divertidos, actuaron con rapidez. Ya bajo la apariencia de cinco jóvenes humanos corrientes, se dirigieron hacia la entrada del gran laboratorio de física de partículas.

—Aquí está el LHC —dijo Niko con emoción—. Quizá podamos entrar en él desde mi mundo para variar.

—¡Imposible! Recuerda que estamos en 1965 —lo corrigió Quiona—.

NI SIQUIERA EL TÚNEL DE 27 KILÓMETROS DE CIRCUNFERENCIA EN EL QUE SE ALOJA EL LHC ESTABA CONSTRUIDO EN ESTA ÉPOCA. EL ACELERADOR QUE FUNCIONA AHORA EN EL CERN ES EL CESAR. A DIFERENCIA DEL GRAN ACELERADOR QUE CONOCES, ESTE BISABUELO DEL LHC MEDÍA SOLO 24 METROS DE CIRCUNFERENCIA.

Mientras el hada daba sus explicaciones, llegaron a la garita donde un guarda vigilaba la entrada del laboratorio.

Niko se adelantó al resto para hablar con él, y con toda amabilidad le pidió:

—QUERÍAMOS ENTRAR EN EL LABORATORIO; BUSCAMOS A JOHN BELL.

El guarda miró sorprendido a los cinco amigos, que ponían una carita angelical decorada con una amable sonrisa.

—Las visitas escolares no empiezan hasta la semana que viene —dijo con cierta desconfianza—. Tendréis que esperar hasta entonces. Ya podéis volver al cole antes de que avise a los gendarmes.

Niko y sus amigos se retiraron del campo de visión del guarda.

—No podemos esperar a la semana que viene —los urgió Eldwen—. Tendremos que colarnos; quizá pueda distraer al guarda mientras vosotros os deslizáis con disimulo.

—No será necesario —dijo Niko observando la pared del edificio que tenían delante a la vez que sacaba la llave de Decoherencia—:

PARA ALGO SIRVE TENER ESTE ETERNIZADOR. AGARRAOS A MÍ,
¡TUNELEAREMOS LA PARED!

—¡Atómico! —exclamó Quiona entusiasmada mientras abrazaba a Niko por la espalda—. Allá vamos, CERN…

El resto se agarró a las manos y a un brazo de Niko, y los cinco corrieron hacia la pared que tenían delante.

El plan de Niko funcionó a la primera:

¡habían tuneleado la pared de la división teórica del CERN!

Frente a ellos, se abría un laberinto de pasillos con puertas que daban a los despachos de los científicos. En cada una había un pequeño letrero con el nombre al que pertenecía la estancia.

—Si tenemos que recorrer los pasillos y mirar una a una todas las puertas de cada piso, tardaremos mucho tiempo en encontrar el despacho de John Bell —se lamentó Eldwen.

Niko se dirigió a Quiona y le pidió:

—¿PUEDES HACER QUE ENTRE EN SUPERPOSICIÓN, DEL MISMO MODO QUE HICIMOS EN EL LABERINTO QUE DABA ACCESO A SHAMBLA?

En aquella aventura, Eldwen, Quiona y Niko habían sido perseguidos por tres espectros negros y no podían permitirse el lujo de equivocarse y volver atrás para recorrer los otros tres caminos del laberinto. El hada lo solucionó haciendo que Niko entrase en superposición, y así pudieron recorrerlos todos al mismo tiempo.

—Puedo hacerlo en el mundo cuántico —respondió ella—, pero no aquí.

Niko le mostró el eternizador de Decoherencia, y el hada asintió.

—PUEDE QUE FUNCIONE. ESTO ES ATÓMICO, ESTAMOS DESAFIANDO LAS LEYES DE LA FÍSICA EN EL MUNDO CLÁSICO. ¡ME ENCANTA!

Acto seguido, levantó su varita y Niko se desdobló en cuatro.

—En cuanto uno de nosotros encuentre a Bell —los instruyó Quiona—, desharé la superposición de Niko. Agarraos a él y también vosotros apareceréis con el Niko que quede.

Así fue como los ocho amigos se separaron. Eldwen, los gemelos EPR y Quiona siguieron a cada uno de los cuatro Nikos resultantes de la superposición.

Llevaban unos minutos recorriendo los pasillos del piso inferior cuando Niko le dijo a Quiona:

—ME ALEGRO DE QUE ME HAYA TOCADO CONTIGO.

—NO DIGAS BOBADAS, TE HA TOCADO CON TODOS.

—BUENO, PERO SOY YO EL QUE ESTÁ AQUÍ

—insistió no del todo convencido.

—Deberías concentrarte en encontrar el despacho de Bell —lo apremió el hada—, pero como veo que te sobran neuronas, vete buscando la solución a este enigma, así no me darás la tabarra mientras hacemos nuestro trabajo:

«SIN HACER NINGÚN EJERCICIO DE CONTORSIONISMO, ¿CÓMO PODRÍAS PONER LA MANO IZQUIERDA DENTRO DEL BOLSILLO DERECHO Y LA MANO DERECHA DENTRO DEL BOLSILLO IZQUIERDO, LAS DOS MANOS AL MISMO TIEMPO Y CON LOS PANTALONES PUESTOS?»

Niko sonrió divertido. Había llegado a adorar los enigmas de Quiona y cada vez se le daba mejor resolverlos. Además, recibir un beso como premio era algo que merecía la pena, pero, en esa ocasión, alguien se le adelantó:

—respondió un hombre alto, vestido con una americana gris y pantalones de pana—. De hecho, eso mismo me ha ocurrido alguna vez… Me encantan los enigmas, jovencita, pero ¿qué hacéis por el departamento de física teórica del CERN, jóvenes investigadores?

—Buscamos el despacho de John Bell —dijo Niko con la esperanza de acortar su búsqueda gracias a aquel científico, aunque le hubiese arruinado la oportunidad de ganarse un beso de su hada.

—Me suena esa cara —le susurró Quiona a Niko mientras se aseguraba de que sus alas quedaban bien escondidas por la acción de los W y Z.

En ese momento, el corazón de Niko dio un vuelco. De su medallón se había escapado un quark, que estaba subiendo por los pantalones de pana del amable científico y se situaba en su hombro.

Por suerte, la partícula parecía ser invisible para el investigador, que ajeno a lo que estaba sucediendo en su espalda, les indicó:

—Si giráis a la derecha en el próximo cruce, os encontraréis con su despacho. Es la tercera puerta. Si no lo encontráis, siempre podéis venir conmigo al auditorio. Voy a escuchar una conferencia sobre unas partículas hipotéticas que habitan en el núcleo de los átomos. Las llaman quarks, y me parecen algo fascinante.

El quark que estaba sentado a su espalda aplaudió satisfecho, mientras a Niko le caía una gota de sudor frío por la frente.

—Muchas gracias por su indicación —le respondió apresuradamente para zafarse del científico y poder ordenar al quark que volviese al medallón.

En cuanto perdieron al hombre de vista, Niko reprendió al quark:

—¿Se puede saber qué hacías, insensato?

—¿No sabes quién es? —lo desafió el quark divertido—.

Es Jerome Isaac Friedman. En unos pocos años hará un experimento en el acelerador lineal de SLAC y nos encontrarán por primera vez en tu mundo clásico. Pensaba que no pasaba nada por adelantar un poco la fecha.

—¡Esto es cósmico! —exclamó Quiona a los quarks—.

SABÍA QUE ME SONABA ESA CARA. ¡GANARÁ EL PREMIO NOBEL POR DESCUBRIROS!

Niko los interrumpió para señalarles un cartelito con el nombre de Bell en la puerta que tenían frente a sus narices.

—Por ahora, centrémonos en este descubrimiento: aquí está el despacho de John Bell.

—Vamos, Niko —dijo el hada—, tengo que deshacer la superposición y traer al resto.

Dicho y hecho, tan rápido como un fotón, los cuatro Nikos se convirtieron en uno solo y el resto apareció a su lado.

—Está cerrada con llave —se lamentó Eldwen al intentar abrir sin éxito la puerta del despacho.

—Tunelearemos —dijo Quiona con decisión mirando a Niko—. ¿Preparados? Todos a vuestros puestos.

Cuidando de que no los sorprendiese nadie atravesando la puerta, los cinco amigos arrancaron a correr para tunelear la puerta del despacho de John Bell.