25 EL TEST DE BELL

Tras lograr su objetivo a la primera, encontraron al científico dentro, sentado en un butacón con la cabeza entre las manos y la mirada alucinada.

—Ahora sí que no tengo dudas… —suspiró el hombre—.

¡He perdido el juicio! Hace unos segundos, un tipo ha desaparecido metiéndose en mi pizarra, y ahora vosotros cinco os aparecéis en mi despacho atravesando la puerta como si fuera de aire. ¿Cómo lo habéis hecho?

—La hemos tuneleado —explicó Eldwen pensando que estaba siendo amable.

En ese momento, las alas de Quiona se desplegaron. Las partículas W y Z no habían aguantado ese segundo tuneleo y salieron disparadas. Su camuflaje ya no funcionaba.

—¡Oh! —exclamó el científico—. Por supuesto, a todo esto solo le faltaba un hada y elfos. Ya entiendo, ya… No me he vuelto loco, estoy en un sueño. ¡Y uno bien raro!

—Señor Bell —lo apremió Niko—. Necesitamos urgentemente su ayuda. Dice que un señor ha desaparecido a través de su pizarra. ¿Qué quería? ¿Le ha explicado algo sobre el entrelazamiento? ¿Sabe quién era?

—Estaba trabajando en algo importante cuando ese tipo ha llamado a la puerta y me ha interrumpido —les explicó Bell—. Pero lo único que recuerdo es una luz cegadora y que luego ha desaparecido a través de la pizarra.

El encerado había sido borrado con rapidez, pero todavía podía leerse en la parte superior izquierda:

Paradoja EPR – Einstein Podolsky Rosen

—Spin-O le ha borrado la memoria —sentenció Quiona—, no antes de haber conseguido abrir el portal gracias a sus investigaciones. Lo malo es que ahora, al no recordar nada, se ha cerrado.

El hada se volvió hacia Bell y le suplicó:

—¿PUEDE VOLVER A ESCRIBIR LAS ECUACIONES QUE HABÍA EN LA PIZARRA? LAS NECESITAMOS PARA ENTRAR EN EL REINO DE ENTRELAZAMIENTO.

Pero John Bell estaba demasiado desorientado.

—¡NO RECUERDO SI QUIERA EN QUÉ ESTABA TRABAJANDO!

Niko le señaló lo que quedaba escrito en la pizarra:

—Estaba usted trabajando en el artículo de Einstein, Podolsky y Rosen, pensaba en cómo demostrar que los pares EPR existen en realidad. Haga un esfuerzo.

Eldwen se acercó a la mesita que el científico tenía al lado del sillón donde seguía sentado. Allí había un hervidero de agua.

—Le prepararé una infusión radioactiva, seguro que lo ayuda a relajarse. —Luego miró a sus amigos, se encogió de hombros y explicó—: Es lo que hace mi madre en estas situaciones.

—¿Infusión radioactiva? —preguntó el científico extrañado—. De esas no tengo, pero si te sirve un poco de té, lo encontrarás en el segundo cajón de mi mesa.

Mientras el elfo preparaba la infusión, los hermanos EPR entraron en acción.

—Lo más sencillo si no puede recordar —explicó uno de ellos—, es que aprenda de nuevo qué son los pares EPR. ¡Y quién mejor que nosotros para ocuparnos de esta tarea!

El otro hermano se presentó al científico, que los observaba boquiabierto.

—Mi hermano y yo, aquí presentes, somos los gemelos EPR. Para servirle.

La mirada de Bell basculaba entre ellos y la pizarra, donde había escrito de su puño y letra las palabras «Paradoja EPR».

—Exacto… —le aclaró el gemelo—. Se trata de los mismos EPR sobre los que estaba desarrollando su teoría. Déjenos que mi hermano y yo le expliquemos lo que se estaba planteando.

—¡Muy bien! —suspiró el científico—. Espero acordarme de este sueño en cuanto me despierte… Nunca pensé que tuviese tanta imaginación. Adelante par EPR, ¡sorprendedme!

Niko no estaba convencido de que aquello funcionase, pues Bell no parecía estar del todo cuerdo. Pero no tenían otra opción si querían abrir el portal que daba al reino de Entrelazamiento. Spin-O ya les llevaba unos minutos de ventaja. En su fuero interno, deseó que el Eterno resistiese hasta que llegasen ellos.

Mientras Eldwen servía un té al científico, Quiona se adelantó a la explicación de los gemelos.

—SU INQUIETUD EMPEZÓ AL LEER EL ARTÍCULO DE EINSTEIN, PODOLSKY Y ROSEN QUE TIENE AQUÍ, SOBRE SU ESCRITORIO. EN ESTE ARTÍCULO, LOS TRES CIENTÍFICOS EXPONÍAN QUE SI LAS ECUACIONES DE LA MECÁNICA CUÁNTICA SON CORRECTAS, ENTONCES DEBE DE EXISTIR UN EXTRAÑO FENÓMENO LLAMADO ENTRELAZAMIENTO.

Uno de los gemelos le tomó el relevo:

—No es tan extraño. Mi hermano y yo somos gemelos EPR y tenemos la fascinante propiedad de entrelazar lo que nos apetezca.

El otro gemelo se dirigió a Quiona y Niko y añadió con cierto pesar:

—Pero eso solo lo podemos hacer en el mundo cuántico, no aquí…

—Cierto —interrumpió Quiona—. Niko, es momento de sacar el eternizador de Decoherencia y que los gemelos hagan una demostración con sus monedas entrelazadas.

Obedeció al hada mientras el científico los observaba sin cuestionarse las rarezas que estaba viviendo. Había asumido que estaba metido en un insólito sueño.

Uno de los gemelos sacó entonces de su bolsillo una moneda y se la mostró a John, que la inspeccionó de arriba abajo. Al científico le pareció tan corriente como los francos suizos que guardaba en su bolsillo.

—Estas monedas son especiales —explicó el gemelo abriendo la palma de su mano—. Aunque, como puedes ver, tienen una cara y una cruz en cada uno de sus lados, igual que las que tú conoces.

El gemelo ocultó acto seguido la moneda entre sus manos.

—Ahora —prosiguió en tono misterioso—, esta moneda también puede ser plateada o dorada. Vamos a verlo.

El científico soltó una exclamación de sorpresa, pues en cuanto el gemelo descubrió nuevamente la moneda, esta era de color dorado. Pero lo extraño no era el color, sino que entonces ya no podía saber si estaba mirando la cara o la cruz.

A Niko también le sorprendió aquello. Era una versión mucho más sofisticada del truco que había visto realizar a los gemelos tanto en el casino como en el descampado de su mundo.

—Aunque es alucinante, esto no tiene nada que ver con el entrelazamiento todavía —dijo el otro gemelo, satisfecho por el efecto que habían logrado en su audiencia—.

Esto que acabas de ver se debe al llamado principio de incertidumbre de Heisenberg Si observas la moneda para saber si es cara o cruz, entonces no puedes fijarte en su color, y si la observas para conocer el color, entonces lo que será una incógnita para ti es si ha salido cara o cruz. En el mundo cuántico es imposible conocer las dos cosas al mismo tiempo.

—Conozco el principio de incertidumbre de Heisenberg —añadió John Bell—. Pero jamás lo había visto tan claramente… y menos en un objeto tan cotidiano.

Niko hizo un esfuerzo por recordar lo que había presenciado en el Casino de Heisenberg, pero no quería perderse lo que estaba sucediendo en el despacho.

—El juego con el entrelazamiento empieza ahora —añadió uno de los gemelos mientras daba otra moneda a John Bell—. Lanzarás tu moneda al aire y la esconderás entre tus manos. Cuando la destapes, tienes que escoger qué quieres saber: si es cara o cruz, o bien si es dorada o plateada. Pero no me digas qué has escogido ni me dejes ver el resultado. Simplemente anótalo en un papel. Puedes repetir esta operación cincuenta veces si quieres. ¿Has entendido tu parte del juego?

John Bell asintió con la cabeza.

—Yo lanzaré esta otra moneda cada vez que lo hagas tú, las cincuenta veces, y apuntaré el resultado de lo que haya decidido observar en este otro papel.

En cuanto Quiona les dio la orden, empezaron a lanzar monedas al aire y a apuntar en secreto sus resultados.

Al terminar, compararon los resultados que habían apuntado en sus respectivos papeles. En algunas ocasiones, los gemelos habían observado el color plateado o dorado, mientras que Bell había querido saber si era cara o cruz. Descartaron esos resultados. Pero lo sorprendente fue que cada vez que habían coincidido en lo que querían saber de la moneda, los resultados fueron los mismos. Si Bell había elegido el color, descubriendo que la moneda era dorada, así lo habían observado también los gemelos. Y cada vez que había salido cara, este mismo había sido el resultado de los EPR.

—Como estas monedas están entrelazadas —explicó Quiona a Bell—,

CADA VEZ QUE TU RESULTADO SEA CARA, TAMBIÉN LO SERÁ EL DE LOS GEMELOS. CADA VEZ QUE TU MONEDA OBTENGA CRUZ, ASÍ LO HARÁ LA SUYA. Y DEL MISMO MODO, SI LO QUE HAS QUERIDO SABER ES EL COLOR DE LA MONEDA, TAMBIÉN COINCIDIRÉIS. EN TODAS LAS OCASIONES.

—¡ESO ES IMPOSIBLE!

Desafía todas las normas de la probabilidad.

—Las clásicas sí, pero no las leyes cuánticas —sonrió Quiona.

—Este fenómeno —lo apremió Niko—, el entrelazamiento, es en lo que usted estaba trabajando cuando Spin-O lo ha interrumpido. Desarrollaba un método para demostrar que este fenómeno fantasmal existe de verdad, en contra de lo que decían Einstein y sus amigos.

Súbitamente animado, Bell se levantó de un brinco de su sofá y se puso a escribir fórmulas en la pizarra mientras pensaba en voz alta:

—No sé exactamente lo que habría escrito antes, pero después de jugar con los gemelos EPR, tengo claras unas cuantas cosas:

si asumimos que el universo en el que vivimos es local y determinista, tal y como imponen las leyes clásicas, entonces deberían cumplirse ciertos límites en las correlaciones que muestran estas monedas. Lo que acaba de pasar aquí viola completamente estos límites. Si creamos un experimento parecido al de las monedas, pero con partículas cuánticas entrelazadas, podemos poner a prueba estos límites. Si se transgreden, igual que pasa con las monedas de estos dos granujillas, entonces demostraríamos que el mundo cuántico existe…

¡que el entrelazamiento es real!

Niko le susurró a Quiona:

—No entiendo ni papa de lo que está diciendo.

—Vayamos por pasos —le dijo ella en voz baja para no interrumpir al científico, que escribía febrilmente ecuaciones en su pizarra—. Cuando Bell habla de correlaciones, lo único que quiere decir es que si una moneda sale cruz, la otra también lo hará. Eso es una correlación.

—Me duele la cabeza —dijo Niko.

En ese preciso momento, la pizarra de Bell sufrió una transformación. El encerado verde, hasta entonces rígido, empezó a ondularse como si de la superficie de un lago se tratase.

—¡Es el portal! —exclamó Quiona—. ¡Se ha abierto de nuevo!

Niko dio la mano a John Bell.

—Muchas gracias, ha sido un placer conocerle. ¡Vamos, chicos, no hay tiempo que perder!

—Pero todavía no he terminado mi teorema… —se lamentó Bell al ver que Quiona y Eldwen desaparecían por el portal.

—No se preocupe —dijo uno de los gemelos—. Nos quedaremos un rato más, hasta que termine de formularlo.

—Tendréis que seguir sin nosotros —le dijo el otro gemelo a Niko—. Debemos asegurarnos de que John Bell rehace su teorema, si no, el mundo clásico no podrá volver a ser como antes de este embrollo. Cuando terminemos aquí, volveremos al mundo cuántico. ¡Nos veremos allí!

Niko asintió agradecido y se despidió de ellos levantando la mano antes de seguir a Quiona y Eldwen al reino eterno de Entrelazamiento.