Estar en presencia de un Eterno te transmite una sensación de respeto, pero estar frente a los cinco hermanos a la vez es algo tan impactante que no podrás olvidarlo el resto de tu vida.
Decoherencia fue la primera en llegar y le dio un suave abrazo a Niko. Quiona se mantuvo todavía más cerca de él y no le soltaba la mano, pese a la presencia de la pequeña de los Eternos.
Los gemelos Espacio y Tiempo llegaron juntos, acompañados por Segundo y Apolo. Los dos Eternos saludaron con formalidad a los tres amigos, mientras Segundo no paraba de dar vueltas alrededor de Niko saltando de emoción.
Apolo se acercó a ellos, y tras hacerles una elegante reverencia, dijo:
—Veo que todavía nos falta una última aventura por vivir juntos.
Entrelazamiento fue el último en llegar, con su túnica de monje y su serena e inmutable sonrisa. Parecía ajeno a todo lo que estaba ocurriendo.
Cuando los cinco Eternos estuvieron juntos, Simetría les puso al corriente de lo que había sucedido en su reino. Les habló de la confesión de Spin-O y de la necesidad de parar los pies, de nuevo, a su hermano pequeño.
—Querido Niko —dijo Tiempo al terminar el relato de Simetría—.
Hablo en nombre de los cinco Eternos para darte las gracias por lo que has hecho por nosotros. Eres un digno portador y unificador de las fuerzas, y el elegido para llevar a cabo esta misión. ¡Tu valentía y nobleza serán eternamente recordadas! La canción de tus hazañas perdurará hasta la noche de los tiempos. Pero ahora tenemos algo más que pedirte, y es que nos acompañes en la última parte del camino. Como ya te contó Simetría, cada uno de nosotros tiene poder sobre su propio eternizador, pero para que los cinco trabajen al unísono y podamos vencer a Vacío, seguimos necesitándote.
Niko asintió con la cabeza, aunque seguía sin estar seguro de su papel en aquella última batalla.
Como si le leyese la mente, Decoherencia le puso la mano en el antebrazo para calmarlo:
—Tranquilo, nosotros nos ocuparemos de todo, lo único que debes hacer es llevar tu eternizador.
—Pero ello no quita importancia a tu hazaña —se apresuró a añadir Entrelazamiento—. Solo aquel que se entrega a los eternizadores y no pretende poseerlos es capaz de liberar su poder. Ya has demostrado en múltiples ocasiones ser el mejor candidato.
Uno a uno, los cinco Eternos recogieron su eternizador del pentágono y se lo fueron entregando a Niko siguiendo un silencioso ritual:
el reloj de Tiempo,
la brújula de Espacio,
la media luna de Simetría,
el látigo de Entrelazamiento y,
por último, la llave de Decoherencia.
—Es momento de partir —zanjó Tiempo.
—¿Así, de repente? —preguntó Eldwen nervioso—. ¿No deberíamos prepararnos algo más para la batalla?
—Tranquilo —le respondió Apolo, que se había puesto a su lado—. Me temo que será mucho menos épica de lo que estás imaginando. Vacío no puede hacer nada contra los otros cinco Eternos juntos.
Doblando sus blancas piernas de león los invitó a subir a su lomo.
—Yo me encargaré de llevaros —dijo la fantástica criatura.
Los tres amigos obedecieron, seguidos por Segundo, que también se acomodó sobre Apolo.
Espacio y Tiempo crearon un agujero de gusano, y los cinco hermanos, seguidos por Apolo y sus tripulantes, lo cruzaron sin demora.
El viaje a través del agujero de gusano lo realizaron en menos que se dice quark. En aquella ocasión, a lomos de Apolo, ni siquiera notaron el tirón creado por el agujero negro.
Una vez al otro lado, la oscuridad que había a su alrededor era total. Niko, Eldwen y Quiona no veían absolutamente nada, pero de repente, los eternizadores que Niko guardaba con sumo cuidado empezaron a brillar con tanta fuerza que iluminaron todo a su alrededor.
Gracias a aquella potente luz pudieron contemplar la impactante imagen de los cinco Eternos que formaban una barrera entre ellos y el sexto Eterno,
VACÍO.
El pequeño de los hermanos observaba la escena con una mezcla de sorpresa y rencor en su mirada.
—Vaya, vaya… —murmuró Vacío—. ¿Puedo saber a qué se debe esta visita familiar después de tanto tiempo?
Mientras hablaba, desvió su mirada hasta Niko y los cinco eternizadores que brillaban en sus manos. El elegido agradeció que los demás Eternos hubiesen creado una barrera protectora, pues le pareció que Vacío estaba dispuesto a lanzarse sobre él en cualquier momento.
El último de los Eternos vestía una capa con capucha, de modo que la oscuridad impedía verle la cara. Sin embargo, Niko podía vislumbrar entre las sombras el brillo de sus ojos, unos ojos que codiciaban los cinco objetos que Niko protegía atemorizado.
Simetría se acercó a Vacío.
—Hermano, sabes que no tiene sentido que nos volvamos a enfrentar.
—No fui yo quien decidió luchar —le respondió este con un tono envenenado—. Únicamente quería que todo siguiese igual. Fuisteis vosotros los que os obstinasteis en crear este absurdo circo de multiversos.
Vacío levantó un ánfora tan oscura como las sombras que rodeaban y ocultaban su rostro. Con voz amenazadora, anunció:
—Solo tengo que derramar su contenido para que el vacío se haga con todo lo que habéis creado durante vuestra patética existencia. Así volveremos a estar como al principio, solo nosotros, sin multiversos por los que preocuparse. Entonces os daréis cuenta de que vuestro hermano pequeño tenía razón.
Con su habitual calma, Entrelazamiento se acercó al sexto Eterno y le puso una mano en el pecho.
—Es absurdo, Vacío. Sabes que no necesitamos siquiera empezar una batalla. Hace tiempo que perdiste esta guerra.
Pero Vacío hizo caso omiso de las advertencias de su hermano y derramó el contenido del ánfora.
Un líquido negro y denso como el petróleo surgió de aquel recipiente oscuro, expandiéndose a su alrededor.
Quiona soltó un grito ahogado y Eldwen se agarró a la espalda de Niko.
Fue Simetría quien los sacó del estupor.
—Niko, ahora te toca actuar a ti —lo instruyó—. Concéntrate en enviar la luz de los cinco eternizadores al ánfora. Con ella podrás rellenar la oscuridad que Vacío está vertiendo a su alrededor.
El elegido se quedó bloqueado; no sabía cómo hacer lo que la Eterna le estaba pidiendo, pero en ese momento, Eldwen y Quiona posaron cada uno su brazo sobre la espalda de Niko. Reforzado por la presencia de sus amigos, cerró los ojos y visualizó cómo la luz entraba en aquella siniestra ánfora, cubriéndola por completo.
—¡Atómico! —oyó que decía Quiona a su lado—.
LA OSCURIDAD DEL VACÍO ESTÁ SIENDO COMBATIDA POR LA LUZ DE LOS CINCO ETERNIZADORES: EL TIEMPO, EL ESPACIO, LA DECOHERENCIA, EL entrelazamiento Y LA SIMETRÍA. EL ETERNIZADOR DEL HERMANO EXILIADO YA NO ESTÁ VACÍO, SINO… ¡LLENO DE LA ESENCIA DE LOS OTROS CINCO!
Niko abrió los ojos para contemplar lo que Quiona estaba describiendo: el ánfora, antes oscura, brillaba ahora con la luz de las estrellas primigenias. La esencia de Vacío había sido rellenada. Así de simple, así de majestuoso.
El sexto Eterno soltó su eternizador como si le hubiese quemado las manos y cubrió su rostro con la oscura capa para protegerse de la luz que llegaba hasta él.
Los cinco hermanos se dirigieron entonces a Niko y tomaron ceremoniosamente, uno tras otro, los eternizadores. Acto seguido, se fueron colocando alrededor de Vacío, reproduciendo el pentágono que Niko había visto en las runas que apresaban a Simetría.
Los cinco entonaron una canción mucho más triste de la que habían escuchado cantar a Simetría, y también mucho más poderosa.
Niko, Eldwen y Quiona se estremecieron al oírla y tuvieron que resistir la tentación de abandonarse a un dulce sueño.
—Será mejor que os tapéis los oídos
—les aconsejó Apolo—.
Esta canción no es para vosotros, pero si caéis en sus armonías, os llevará sin remedio a un sueño eterno. Ese es el destino de Vacío, no el vuestro.
Los tres amigos obedecieron, librándose así de las zarpas de aquella magnética melodía.
Quien no compartió su suerte fue Vacío, que lentamente fue cayendo hasta quedar tendido en el suelo.
Cuando los cinco hermanos terminaron la canción, Vacío yacía completamente dormido.
—Así seguirá hasta la eternidad —anunció Espacio.
—Descansa en paz, hermano —dijo Decoherencia con dulzura mientras le daba un dulce beso en la cabeza cubierta por la oscura capa.
Los Eternos deshicieron el pentágono y se acercaron a los tres amigos, que seguían con atención sus movimientos.
—¿YA ESTÁ?
—les preguntó Eldwen por lo bajini a sus compañeros—.
¿SOLO HABÍA QUE CANTARLE UNA NANA? NO ERA EL FINAL ÉPICO QUE ESPERABA.
Quiona le dio un codazo para que se callase.
—Lo único que quiero es que todo esto termine —suspiró Niko agotado.
—Y así ha sido —le respondió Entrelazamiento—. Podemos devolveros a vuestro mundo con la tranquilidad de que esta aventura ha terminado. El multiverso vuelve a estar en orden.
—¡Todo gracias a ti, Niko! —añadió Tiempo—, y a la inconmensurable ayuda de tus amigos.
—Os estaremos eternamente agradecidos —añadió Simetría.
Niko bajó la mirada incómodo.
—Algo ronda en esa cabeza tuya… —dijo Decoherencia—. ¡Suéltalo ya!
—Pensaba si podía pediros un último favor —dijo el humano con timidez.
—Adelante, portador —respondió Espacio—. Si está en nuestras manos, haremos lo posible por concedértelo.
Quiona miró sorprendida a Niko,
¿qué podía pedirles a los Eternos?
—Se trata de Spin-O —titubeó—. Vuestro hermano lo condenó a perderse para toda la eternidad en el vacío, y pensaba… si con vuestra ayuda podríamos recuperarlo y devolver el cuerpo a Zen-O para que pueda descansar en paz.
Niko vio cómo a Quiona se le humedecían los ojos antes de darle un tierno abrazo.
Entrelazamiento habló en nombre del resto:
—Así lo haremos, Niko, cuenta con ello. No podemos devolverle la vida, eso rompería el equilibrio del universo, pero Spin-O no será condenado a residir en el vacío por toda la eternidad. Podrá descansar en paz.
—Y también vosotros necesitáis un descanso después de todo lo que habéis pasado —añadió Simetría—. Os devolveremos a casa.
Los cinco hermanos entonaron una nueva canción. En esta ocasión era una melodía dulce y cálida que envolvió a los tres amigos. Sus ojos se cerraron y percibieron en lo profundo de sus cuerpos la misma sensación que habían vivido al entrar en el reino de Entrelazamiento. De nuevo, y por unos instantes, acompañados por aquella sinfonía cósmica, se fundieron con todo lo que los rodeaba. Fue como volver a casa después de un largo viaje.
Niko se abandonó al sueño que estaba viviendo. En su fuero interno, no le importaba si despertaba o no.
Pero no estaba destinado a quedarse allí para siempre.
Poco a poco,
lentamente,
volvió a ser consciente del límite de su pequeño cuerpo y decidió abrir los ojos.