No encontrarán en esta entrevista sabios consejos para gozar mejor, ni la triste confirmación de que existe una sociedad que identifica el goce con la absorción voraz de bienes y placeres; tampoco pretendemos quitar la razón a los que ya han reflexionado sobre los vicios y virtudes del goce.
Hemos mantenido esta conversación movidos por una curiosidad común y por el interés que suscita el tema; un interés tan previsible como absurdo. Previsible, porque el pensamiento contemporáneo ya no considera tabú el hablar de sexualidad (a partir de Freud y de Bataille, entre otros) y, sin embargo, absurdo, porque entender el goce no es el objetivo principal de aquellos que hablan de las relaciones sexuales sin tener en cuenta el acontecimiento que supone gozar. Previsible, además, porque la palabra «goce» ha acabado por designar, de forma preferente, no tanto el goce sexual como la culminación de lo que llamamos, desde hace mucho tiempo, el consumo, entendido como la apropiación de bienes y satisfacciones. Pero también absurdo porque, precisamente, nuestro objetivo es emplear esta palabra no tanto para estigmatizar una economía y una ideología, como para recuperar una experiencia que actúa como un motor individual y colectivo, y que unas veces fue glorificada y otras condenada (o incluso ambas cosas a la vez).
Pensamos que con el goce estamos proponiendo un tema de reflexión importante. Aunque hace mucho tiempo que no ha estado presente como tal en la escena filosófica, sí lo estuvo, y muy abiertamente, con Platón; o más tarde, y de manera menos visible pero no menos intensa, en todo pensamiento referido al amor, a las pasiones y a los placeres, pensamientos filosóficos, místicos, poéticos y literarios a los que dedicamos un gran espacio en esta entrevista. Hemos decidido, asimismo, abordar de frente los problemas políticos que plantea el goce, ya que este ha sido objeto tanto de reivindicaciones (¡gozad sin trabas!) como de condenas colectivas.
¿Qué dice, qué nos dice o nos da a entender la palabra «goce»? Tal vez habla de algo inaudito, incluso inaudible. Pero esa no es razón suficiente para no intentar entenderla, y por eso hemos mantenido esta charla.
Adèle Van Reeth, Jean-Luc Nancy