Doña Rocío: ¡todo un personaje!*

Una mujer muy femenina, sin ínfulas de feminista
Cómo ocupó el 2.° lugar del Premio Nadal, en España

Los personajes se crean muchas veces a base de publicidad, o por el contacto directo que ellos mismos tienen con los medios de comunicación.

Sin embargo, hay otros personajes que lo son, por derecho propio, aunque los medios de comunicación no se ocupen de ellos. Uno de estos personajes es doña Rocío Vélez de Piedrahíta.

Cuando se habla con alguien y llega a la conversación el nombre de Rocío Vélez de Piedrahíta, siempre escuchamos esa exclamación: “Ella es todo un personaje”.

Bien, nuestro personaje ha hecho noticia a nivel internacional e, infortunadamente, los medios de comunicación del país han ignorado esta noticia: Rocío Vélez de Piedrahíta ocupó el segundo lugar en el Premio Eugenio Nadal, en España.

Aprovecharemos esta noticia para entrarnos un poco en el personaje y comentar qué ha hecho y quién es Rocío Vélez de Piedrahíta.

Mujer y ser mujer

Con una alegría innata, sencilla y acogedora encontramos a doña Rocío en su casa. Es una bella casa, amplia y aireada, que al mismo tiempo nos da una sensación de recogimiento y calor hogareño, donde a ojos vistas se nota que ella es una excelente ama de casa.

Los problemas domésticos de la reparación del carro no parecen incomodarla, y con gentileza extrema trata en igual forma al mecánico y a quienes la visitamos.

Doña Rocío está en la plenitud de vida; sus hijos, un hombre y cuatro mujeres, ya no necesitan que ella esté al tanto de todo; junto con su esposo, son sus mejores amigos, colaboradores y estímulo para su trabajo; ella, celosa de la intimidad familiar, rehúsa hacer comentarios sobre ellos.

No obstante, nosotros nos damos cuenta de que no puede evitar involucrar a los hijos en sus obras. En el segundo tomo de su libro Entre nos, la dedicatoria dice:

A la risa de Merce
al entusiasmo de Amalia
al buen humor de María Cecilia
a la sonrisa de Carmen
con todo mi amor.

La carátula de su último libro publicado, Comentarios sobre la vida y obra de algunos autores colombianos, fue diseñada por María Cecilia, su hija, y dedica la obra así: “A mi hijo Evaristo”.

Doña Rocío Vélez de Piedrahíta es especialmente femenina. Su trato, su arreglo, el orden –aunque ella lo niega– de su mesa de trabajo, su expresión… nos dan la imagen de una mujer muy femenina, sin ínfulas feministas.

Ella sabe muy bien que el hecho de ser mujer es todavía una barrera en nuestro medio. Cuando hablamos de su segundo lugar en el Premio Nadal, ella se refiere a la acogida que recibió en Europa y dice: “Aquí es una señora que quedó de segunda, allá es una persona...”.

Luego continúa diciéndonos: “Ser mujer es un lastre para la crítica, les da dificultad entender que se puede hacer un buen trabajo en cualquier campo, así sea un hombre o una mujer quien lo haga”.

Inicio en las letras

Hay que remontarse un poco en el tiempo para descubrir el inicio de un escritor en el mundo de las letras; con doña Rocío esto no ha sido difícil. Ella nos cuenta: “Chiquita, recortaba láminas y las ilustraba, pero las escondía, eran bobadas”.

Con motivo de un acontecimiento familiar, cuando ya era una jovencita, hizo una crónica referente al matrimonio. Su escrito gustó mucho y llegó a manos de la encargada de la sección femenina de un periódico, quien la publicó bajo el título de Carta a una novia.

Poco a poco fue escribiendo crónicas con temas de la vida diaria, las cuales se publicaban, de vez en cuando, en el periódico. Doña Rocío comenta que don Luis Felipe Osorio le brindó mucho apoyo para sus primeras publicaciones en la prensa. Se fue dando a conocer, y ya son casi veinte años de la publicación esporádica de sus crónicas en El Espectador.

Sus libros

Rocío Vélez de Piedrahíta, quien ha escrito cuentos, novelas y un primer volumen de Comentarios sobre la vida y obra de algunos autores colombianos, nos ha dicho que el plan es escribir cuatro volúmenes de este estudio.

En los cuentos suyos encontramos El pacto de las dos rosas y El hombre, la mujer y la vaca; este último muestra la situación de dos hombres, ubicados en los dos extremos sociales y económicos, que se ven enfrentados a una misma situación.

Doña Rocío nos habla de Entre nos, un libro de crónicas sobre diversos temas, con beneplácito, y se refiere especialmente a “Cuatro mujeres y el voto libre”. En esta crónica sitúa a cuatro mujeres diferentes en el mismo momento de elegir por quién votar. Estas mujeres son: doña Carmen o el voto por la paz, Carmen o el voto por amor, Carmen Emilia o el voto por ignorancia y sor María del Carmen o el voto por obediencia. “Es al que más cariño le tengo –dice nuestro personaje– porque gocé mucho escribiéndolo”.

En este momento hemos llegado a un tema espinoso, como es el de la edición de libros. Este tema siempre deja perplejos a los escritores, que tienen que mendigar a una editorial la edición de una obra, o hacerla ellos mismos con gran esfuerzo.

“Se necesita que el escritor sea ya persona famosa o esté muerta para publicar”, ha comentado nuestra interlocutora. Para muestra un botón: ella buscó incansablemente durante dos años que Colcultura publicara el primer tomo de su obra sobre literatura colombiana, con motivo del Año Internacional de la Mujer, pensando que, al ser ella mujer y estar en “su año”, la entidad aceptaría gustosa. Sus esfuerzos resultaron infructuosos. Finalmente, ella misma editó la obra.

Doña Rocío añade con tono tristón: “Ya desistí, hay gente que tiene muchas obras guardadas por este mismo motivo. Es frustrante, en el sentido de que muchas veces uno siente que está trabajando para nada, para guardar en un cajón”.

Literatura infantil

Toda madre ha contado cuentos y les ha inventado otros más a sus hijos, para entretenerlos mientras llueve o para hacerlos dormir. A nosotros nos ha inquietado saber por qué llegó Rocío Vélez de Piedrahíta a interesarse tanto en la literatura para gente menuda.

“Empecé a contar cuentos a los niños de la Fundación Carla Cristina, en la obra de Solina Gallego; unos cuentos gustaban y otros no. Allí empezó mi interés por el tema de la literatura infantil”.

Se dedicó, entonces, a investigar el tema, a leer mucho; trabajó duro y pronto comenzó a dictar cursos sobre literatura infantil en el Instituto de Integración Cultural, en el Museo El Castillo y en el Museo de Zea –así se llamaba en esa época–. La Universidad de Antioquia la invitó a dictar un seminario a bibliotecólogos, en la Escuela Interamericana de Bibliotecología, sobre la literatura infantil, con tanto éxito que ya lo ha dictado tres veces.

Recientemente, doña Rocío participó en la reunión del Centro Regional para el Fomento del Libro (Cerlalc) en Bogotá, encuentro promovido por la Unesco, con el fin de estudiar el tema de la edición de libros infantiles. La ponencia colombiana fue elaborada y presentada por doña Rocío, bajo el título “Libros y lecturas adecuadas al desenvolvimiento del lector”.

Premio Nadal

Departir con una persona tan interesante hace a veces difícil concretar un solo tema, porque de un comentario se pasa a otro con gran facilidad, y cuando menos lo pensamos, estamos lejísimos de la conversación inicial. Esto nos ha pasado con doña Rocío. Sin darnos cuenta el tiempo corre. Concretamos la conversación en la obra Terrateniente, la cual mereció el segundo lugar del concurso Nadal.

Este concurso, que se realiza en España bajo el patrocinio de la Editorial Destino, ya tiene una larga trayectoria. El primero, convocado en 1944, fue ganado por una mujer, Carmen Laforet, con la novela Nada.

Ya nuestro país ha participado con éxito en el Premio Nadal en otras oportunidades. Manuel Mejía Vallejo obtuvo el premio del concurso en 1963, con la novela El día señalado; en 1965, fue la novela El buen salvaje, de Caballero Calderón, la que ganó el Premio Nadal; Gustavo Álvarez Gardeazábal y su novela Dabeiba merecieron, en 1971, el honor del segundo lugar; ahora, en 1978, ese segundo puesto ha sido para Terrateniente, de doña Rocío Vélez de Piedrahíta.

Al Premio Nadal de 1978 se presentaron ciento cuarenta y seis obras, y llegaron a la ronda final veinticinco. Casi la tercera parte de los participantes eran latinoamericanos, hecho que sorprendió mucho al jurado, compuesto por Juan Ramón Mozalier, José Verges, Lorenzo Gómez, Francisco García Pabón y Antonio Villanova.

Narciso, novela del escritor español Germán Sánchez Espeso, ganó el Premio Nadal con una votación estrecha de tres votos contra dos para Terrateniente.

El nombre de la novela de doña Rocío nos sugiere problema social, adquisición de tierras y dificultades de colonos.

Doña Rocío, buscando entre sus papeles, hace referencia a lo que uno de los miembros del jurado, Ramón Mozalier, escribió en el periódico La Vanguardia de Barcelona: “La obra es un canto a las fuerzas de la naturaleza, y más una elegía por ese mundo de los estancieros en trance de desaparecer...”.

Dejando el recorte de prensa a un lado, la autora de Terrateniente añade: “Más que una elegía es mi asombro por el movimiento que hubo en el país, especialmente en Antioquia; los hombres salieron a conquistar tierra virgen y la volvieron laborable. En cuanto al final de la obra…, bueno, dañaría todo si lo cuento”.

Fue necesario trabajar ocho años en la preparación total de la obra. Entrevistar a toda clase de personas, desde los finqueros hasta la muchacha de servicio de la hacienda, pasando por los aparceros, ministros, jueces y señoras encopetadas. Todos sus comentarios dieron testimonio de una situación que nos trae la obra.

“Lo más difícil fue dar unidad a todos los comentarios, para así darle unidad al libro”.

Sin presumir, pero con orgullo merecido, doña Rocío nos comenta que su obra recibió elogios por el buen uso del idioma, así se lo comentó el gerente de la Editorial Destino.

—¿Para lograr un lenguaje tan depurado fue necesario corregir mucho? –preguntamos.

—Sí –contesta doña Rocío–, la corrección es constante, y a veces uno se satura tanto de la obra que ya se la sabe casi de memoria y tiene que guardarla unos meses para descansar y luego corregir. Aquí debo mencionar a Stella Vélez de Trujillo. Ella hace las copias de mi trabajo y admite que la haga repetir una y otra vez lo mismo. No solo trabaja muy bien, sino que tiene paciencia.

Terrateniente es una obra ilustrada, con fotografías captadas por Sebastián Vélez Peláez y el mapa de la península de Musinga, país donde se desarrolla la obra: lo realizó el profesor Jacques Michel, de la Universidad de Antioquia.

Editorial Destino publica la obra ganadora del Premio Nadal; la obra que ocupa el segundo lugar solamente se edita si se llena una serie de requisitos de circulación y venta en el país. Ya doña Rocío está haciendo esas diligencias.

“En realidad, el premio al segundo lugar es el honor de ser mencionada por ellos”, dice satisfecha doña Rocío.

Satisfacción inmensa

Otra vez nos desviamos del tema central y preguntamos a doña Rocío cuál ha sido su mayor satisfacción.

Ella, levantándose y buscando entre los estantes un libro bellamente editado, nos dice:

—Hace mucho tiempo, en 1966, a propósito del aggiornamento hecho por Juan XXIII en la Iglesia católica, los benedictinos me enviaron una encuesta titulada “Puntos de vista sobre la vida monástica”. Me la envió el abate Gabriel María Brasó. Las tres preguntas de esa encuesta eran: ¿cuál es su concepto de la vida monástica?, ¿qué cree usted que la Iglesia espera hoy de los monjes? y, a su juicio, ¿cuáles deben ser las orientaciones? Habían editado las respuestas en este libro.

Doña Rocío se levanta y nos entrega el libro. Lo miramos con sorpresa, entre las personas que respondieron la encuesta están, entre otros muchos: Jacques Maritain, Elder Cámara, Bon Baltazar y Jean Leclerc. Las respuestas de cada participante están escritas en la lengua nativa del encuestado; la lista de personalidades es increíble, hay profesores universitarios, obispos, filósofos y teólogos; solo dos mujeres aparte de doña Rocío.

Cuando le entregamos a ella nuevamente el libro, lo guarda como un tesoro en el estante.

Dándonos cuenta de que hemos robado tiempo precioso a Rocío Vélez de Piedrahíta, nos levantamos para despedirnos y salir. Claro que una despedida toma su tiempo, tiempo que nos permite apreciar más a esta sencilla dama, a quien antes admirábamos a través de sus crónicas y libros. Ahora no cabe otra expresión ante ella: Rocío Vélez de Piedrahíta es todo un personaje.

EL ESPECTADOR, ABRIL 15 DE 1979