Medellín se viste de fiesta
Bizcochuelos, flores y alegría
Desde hoy se inicia la gran feria de los antioqueños que este año tiene como velo de fondo la invitación a regresar a la Medellín tranquila, amable y primaveral de siempre. Breve historia de cómo se iniciaron los movimientos que dieron paso, finalmente, al certamen con silleteros y todo.
La llegada de un nuevo virrey era motivo de fiesta en la época colonial, en la Villa de la Candelaria. La celebración se hacía en la casa de los grandes señores con brindis de vino y bizcochuelos.
A fines de siglo, “las fiestas” se hacían en febrero, en honor a la Patrona de la ciudad; luego, se pasó a conmemorar los días patrios, y se cambió a los festejos el nombre de “fiestas” por “carnavales”.
Cuenta don Luis Latorre Mendoza, en su libro Historia e historias de Medellín, que una de las más famosas fiestas, con bailes, mascaradas, maestranzas y francachelas, fue la de 1881.
Con otras actividades
Por los años veinte, las fiestas de la ciudad tenían como punto central la elección de la reina de los estudiantes, y en torno a ella se hacían bailes en diversos lugares, en medio de la algarabía juvenil.
El centenario de la Universidad de Antioquia, en 1922, se conmemoró con desfiles, Tedeum, veladas literarias y sesiones extraordinarias de las academias.
Muchas abuelas de hoy rememoran aquellas Fiestas de las Flores y los Estudiantes. Fueron ocasiones propicias para iniciar romances, y motivo para que las familias pusieran todo su entusiasmo para que su prima o sobrina saliera como reina de las fiestas.
Suspensión y prohibiciones
Cada dos años se celebraba la Fiesta de las Flores. Y cada uno buscaba la mejor forma para divertirse, bailar y disfrutar, bien fuera en clubes sociales, con los amigos o en los sitios públicos, donde se caldeaba el ambiente, a veces, en torno a las copas de aguardiente.
Algunos recuerdan con entusiasmo los tablados que se instalaban a lado y lado de la avenida La Playa, con música alegre y fiestera.
En 1955, el rigor de la dictadura silenció la Fiesta de las Flores. Quedaron atrás los bailoteos y murgas del parque Bolívar, y se olvidaron en los baúles las coronas de las reinas. Después de la caída del general Rojas, en 1957, se reiniciaron las fiestas.
Cómo nace el desfile
En el mes de mayo, con motivo de una exposición agrícola, se llevó al atrio de la Metropolitana un grupo de vendedores de flores, los sencillos silleteros de la vereda de Santa Elena.
Fue un espectáculo bellísimo y se pidió a los campesinos que hicieran un corto recorrido por las calles aledañas al Parque Bolívar, para mostrar su bello cargamento.
Había nacido así el Desfile de Silleteros, como una fiesta especial que se haría anualmente en el mes de mayo, con el apoyo de la empresa privada y organizado por los estamentos municipales.
La Fiesta de las Flores entró en calor en los últimos años de la década del 50.
Los clubes sociales hacían su programación, se nombraban reinas y, tras ellas, se movía la fiesta. En la avenida La Playa, cerca al estadio y en otros lugares de la ciudad, se instalaban casetas con tablados populares, donde las orquestas más famosas de la época imponían el ritmo a las parejas.
“Era una delicia –recuerda una señora–, llegábamos a la casa como a las seis de la mañana, felices”.
“Estábamos de novios –dice otro–, las Fiestas de las Flores eran la mejor oportunidad para ir a todas partes a disfrutar”. Licor, bailes, disfraces, carrozas, reinas, desfiles, certámenes de toda clase inundaban la ciudad durante una semana, y el tono carnavalesco de las fiestas escandalizó a más de uno.
El arzobispo Tulio Botero Salazar se pronunció enérgicamente en 1960 por la desmedida conducta moral de la ciudadanía y pidió que se suspendieran las fiestas. Su voz se impuso. Solo quedó el Desfile de Silleteros y se decidió hacerlo en agosto, para la celebración patriótica, cada tres años.
Vuelve la feria
Después de veinticinco años, en 1985, se reanudaron las fiestas, esta vez como la Feria de las Flores y con reinado incluido, una vez internacional y otra nacional.
Se incorporaron nuevos programas a la Feria. Volvieron, en el 86, los tablados populares, y en el Olaya Herrera se organizó una enorme pista de baile. En el Parque de Banderas el escenario se abrió para espectáculos musicales, y en el barrio Manrique se dio paso a la Tango Vía.
Los salsómanos disfrutaron como nunca de la Salsa Vía de la Feria del 87, y se dio inicio, ese año, al Reinado de la Solidaridad, con la participación de candidatas de las comunas.
Medellín tuvo una gran serenata en el Parque Bolívar y se cumplieron los treinta años del Desfile de Silleteros.
La novedad del 87 fue la primera clásica de los guanabanoleros, una sana competencia para ir del Centro al estadio, con un bello carro tanque de jugo de guanábana, a bordo de una cicla.
Fiesta en grande
El rumbón de la Feria se prendió en la carrera 70, en 1988. El Palacio de Exposiciones fue una enorme taberna de Bavaria y el desfile de carros antiguos dio otro aspecto al festejo.
La trágica desaparición del gobernador Antonio Roldán Betancur fue motivo para que en el 89 solo se vieran desfilar los silleteros y el Reinado Internacional de las Flores se hiciera en forma casi privada.
El año de 1990 trajo una feria alegre, con silleteros y reinados, tablados, actividades culturales y mucha música.
Por el gran regreso
En 1991, cuando se invita a “regresar a Medellín”, la Feria florecerá desde hoy jueves.
Habrá muestra de orquídeas, reinado nacional, Tango Vía, guanabanoleros, desfile de silleteros, diez tablados populares, Salsa Vía, música de los años sesenta, arte, exposición equina, día de arrieros, mulas y fondas.
En el II Encuentro de Cuenteros, que se hará en el cierre de la Feria, seguramente alguno se reirá con sorna de los vinos y bizcochuelos de la época colonial o preguntará con malicia qué sería eso del Tedeum con el que se iniciaban antes las fiestas.
EL ESPECTADOR, AGOSTO 1 DE 1991