“Así éramos nosotros”

“En el primer tren de mañana partirá para la capital de la república nuestro querido compañero Ricardo Rendón, el admirable y admirado caricaturista antioqueño.

“Nosotros deseamos sinceramente que la residencia de Rendón en la capital sea grata para él y provechosa para el arte nacional, que tiene en su lápiz ágil, intencionado y picaresco, un alto exponente ante propios y extraños”.

Así escribió para El Espectador, en marzo de 1918, Félix Betancur. Hoy, después de setenta y seis años, vuelve Rendón, no al Medellín que lo vio partir, sino a esa tierra que a fines de siglo se disputó la hegemonía con la capital de la provincia, y que fuera cuna y ambiente cultural propicio para hombres de gran talla como Baldomero Sanín Cano, el arzobispo Juan Manuel González, Laureano García, Juan José Botero y Ricardo Rendón.

Desde ayer y durante una semana estarán, en la Casa de la Convención de Rionegro, la obra y vida de Ricardo Rendón, en facsímiles, fotografías y textos, en un homenaje al rionegrero en el centenario de su nacimiento. Es el resultado del proyecto planteado por Colcultura, el municipio de Rionegro y el Centro Colombo Americano de Medellín.

En tres fases se divide la exposición, la primera está dedicada a su ciudad natal y a su vida familiar hasta 1911, cuando viaja a Medellín. Fotografías de Rionegro, acuarelas y varios escritos nos acercan a una época y a sus contemporáneos: Laureano García, impulsor de la industria cafetera; monseñor Juan Manuel González, educador de seminaristas, cabeza de la iglesia en Manizales y Popayán. También la figura de Baldomero Sanín Cano, el ensayista y crítico que años más tarde, como columnista de la revista Universidad dirigida por Germán Arciniegas, se encontraría con Rendón como ilustrador y caricaturista de la misma publicación.

La segunda parte de la exposición muestra los aspectos de la llegada de Rendón a Medellín, sus estudios artísticos, su relación intelectual con Los Panidas y su inicio en el trabajo publicitario.

Rendón, posiblemente, tuvo en su padre, un calígrafo consumado, a su primer maestro. Llegó al Instituto de Bellas Artes donde Francisco Antonio Cano, quien lo orientó y alentó en su tarea artística. Años más tarde, el maestro diría de él: “Es muy difícil conseguir quién lo supere. Es un maestro de la composición que haría honor a cualquier escuela de Bellas Artes...”.

En Semana, el suplemento literario de El Espectador, en Medellín, dirigido por don Gabriel Cano, salieron sus primeras caricaturas y dibujos artísticos. En el mismo periodo inicia la serie Jardín zoológico, en la cual da cuerpo de animal a personajes de renombre, primero en Medellín y luego en Bogotá, bajo el título En cada político hay algo de animal.

Ya en Bogotá hace parte de Los Nuevos, en las tertulias del Café Windsor con León de Greiff, Luis Vidales, Alberto Lleras Camargo, Jorge Zalamea Borda, Luis Tejada, César Uribe Piedrahíta, Ramírez Moreno y otros. Es la tercera y última etapa de la exposición.

La muestra de la obra de Rendón deja ver sus caricaturas en El Espectador, verdaderos editoriales, en líneas que levantaban ampollas. En 1924, sus trabajos están también en El Tiempo, en una lucha frontal contra la hegemonía conservadora, siendo implacable con Marco Fidel Suárez. Los recortes de prensa nos dejan ver el cambio político en el año 30, que tuvo como resultado el retiro del respaldo editorial a Rendón. Poco a poco, sus caricaturas son menos frecuentes, y un tema es recurrente en ellas: la muerte. ¿Presagio? Imposible saberlo.

Así éramos nosotros, la exposición homenaje en el centenario del nacimiento de Ricardo Rondón, debería editarse. El trabajo investigativo de Roberto Luis Jaramillo con la colaboración de Aidé Rendón y Carlos Uribe, coordinado por Juan Alberto Gaviria y con el diseño museográfico de Alberto Sierra logran su cometido de reivindicar al Rendón apenas conocido por las nuevas generaciones como el “caricaturista del sombrero de ala ancha”.

EL ESPECTADOR, JUNIO 12 DE 1994