Humberto Chaves
El discípulo preferido del maestro Francisco Antonio Cano; el que aprendió de él a remplazar el color negro de la paleta por el violeta, como lo hicieron los impresionistas; el hijo de un bogotano radicado en Antioquia en las postrimerías del siglo XIX, y que aprendió a su lado los primeros secretos del dibujo y la pintura, ayudándole en la realización de telones de fondo para el Teatro Bolívar, es hoy el protagonista editorial del libro Humberto Chaves C., el pintor de la raza, presentado en el Museo de Antioquia.
En una edición impecable de la Tipografía Especial se hace el descubrimiento para los amantes de las bellas artes de la obra pictórica de Humberto Chaves Cuervo, uno de los grandes del arte antioqueño (1891-1971). Este libro ha sido publicado gracias al aporte cultural de Química Amtex S. A. y de José Gutiérrez Gómez quienes, con esta publicación, continúan el plan iniciado en 1993 de rescatar la memoria de los artistas antioqueños de fin del siglo XIX e inicios del XX.
El primer libro, dedicado al maestro Francisco Antonio Cano, tuvo excelente acogida por parte de estudiosos y coleccionistas, y seguramente este la tendrá, en vista de que Chaves es menos conocido y no ha tenido su obra la resonancia a la cual tenía derecho.
El libro es un verdadero descubrimiento de Chaves, la mayoría de su obra se encuentra en colecciones particulares, y muy pocas pertenecen a museos.
Fabricato tiene una pequeña colección de sus acuarelas, en las que el artista dejó plasmada la historia del transporte; y en la iglesia de San José, en el barrio El Poblado, se aprecian algunos de sus temas religiosos.
Vida y obra de un maestro
Chaves mostró sus dotes en el retrato de su padre, pintado a la edad de quince años, cuadro que le abrió las puertas para que el maestro Cano lo hiciera su discípulo; luego en el Instituto de Bellas Artes compartió las clases de Cano con Gabriel Montoya y Luis Eduardo Vieco.
Cuando el maestro, Francisco Antonio, viajó a Bogotá para hacerse cargo de la Escuela de Bellas Artes, Chaves lo remplazó en la dirección del Instituto; discípulos suyos fueron Pedro Nel Gómez, Ricardo Rendón, Eladio Vélez y Rafael Sáenz.
Prácticamente Chaves fue el iniciador, con Luis Eduardo Vieco, del dibujo comercial en Antioquia. Por los años cincuenta, la Asociación de Artistas –según recuerda don José Gutiérrez Gómez– galardonó a Chaves con el nombre de Pintor de la raza porque plasmó con maestría en sus acuarelas, óleos, pasteles y escasos grabados, toda la imagen de una tierra, en sus personajes, sus quehaceres, sus paisajes, mercados, faenas campesinas y minería, con todo detalle y ponderación.
Memoria gráfica de Antioquia
Hernán Cárdenas Lince, en el prólogo del libro, señala con acierto que “Con Chaves, Antioquia encuentra una memoria gráfica que conserva lo mejor de sus expresiones.
“Es como un Carrasquilla pintando a este pueblo, sin hacer caricaturas, siempre con buen gusto y sin caer en el facilismo de lo obvio o de lo exagerado. Chaves plasmó en sus obras la fascinante evolución del pueblo en esos años de este siglo cuando se dieron las transformaciones y progresos más espectaculares”.
Las ciento diez fotografías a todo color, de Pablo Guerrero, muestran en el libro lo dicho por Cárdenas y mucho más en los bodegones, retratos, paisajes, flores y el tema religioso; El adiós, La maternidad, La nostalgia y La lectura se suman a los mercados, las plazas pueblerinas, las iglesias, las lavanderas, los caballos y las mulas y hasta El Libertador, perteneciente a una colección privada.
Este acierto editorial de Elio Sala Ceriani, bajo la dirección de don José Gutiérrez Gómez, con la coordinación y diagramación de Walter Sorge Zizich, coordinador general de Darío Castaño Torres, impreso en Litografía Especial, vale un aplauso para Química Amtex S. A. de Medellín, que escogió al Maestro Chaves como protagonista del libro, con el apoyo de Álvaro José Jaramillo y Jairo Chaves, admiradores del artista.
EL ESPECTADOR, JULIO 10 DE 1995