CAPÍTULO 44

Pausa final

Apoyada en la barandilla del puente, Grace miraba el río.

Bajaba tranquilo, aunque los rompientes siguieran dando la sensación de que allí las aguas eran más impetuosas.

Le costaba mantener los ojos abiertos. Le costaba mucho. Pero si los cerraba, lo que veía era el coche volcado, boca abajo con la panza mirando al cielo igual que una tumba de metal. Era la primera vez que se detenía allí desde hacía años. Tal vez desde aquellos días.

Y no sabía por qué lo había hecho.

¿Para rendirle tributo a su padre? ¿Para decirle que sus canciones verían la luz? ¿Para expiarse a sí misma después de descubrir que no pudo haberse suicidado?

¿O para no llegar tan pronto a la cita con Norman?

Parecía una estupidez, y sin embargo...

No podía haber borrado a Doug tan rápido de su mente.

La única verdad era que Norman no se parecía en nada a Doug. Una diferencia abismal que la golpeaba de lleno y la hacía estremecer.

Bueno, ¿qué más daba?

Norman se iba.

¿Qué podía querer darle?

Comprobó la hora. Estaba a menos de diez minutos de descubrirlo.

Siguió mirando el río, sin moverse de la barandilla, hasta que cogió algunas de las nuevas flores que la llenaban, como todos los fines de semana. Flores frescas. Flores de los nuevos peregrinos.

Arrojó un puñado al río.

Las aguas las arrastraron corriente abajo, desapareciendo al otro lado del puente.

Hora de irse.

Fin de la pausa.

—Te quiero, papá —le dijo al río.

El coche la esperaba a unos quince metros, pasado el puente.