CAPÍTULO 52

Futuros

Esta vez no se lo preguntó.

En parte, aunque quizá lo esperase, la pilló por sorpresa.

La cogió con la mano izquierda por la cintura, la atrajo hacia sí, la abrazó con la derecha y la besó.

Pensó que, como todos los primeros besos, sería eterno.

Y se equivocó.

Grace le empujó y le cruzó la cara con una buena bofetada.

Norman parpadeó, asustado.

—¿Recuerdas lo que te dije anoche? —preguntó ella, tratando de no echarse a reír.

—Pues...

—Te dije que primero te daría una bofetada, pero que después te devolvería el beso.

El autobús de línea hizo sonar el claxon anunciando la inminente marcha.

Norman abrió y cerró la boca.

Esta vez sí, el beso fue largo.

Casi eterno.