Lo narrado es coincidente con varios momentos de la realidad, pero desfasados. Muchos de estos no sé si ocurrieron a ciencia cierta y solo me aproveché de algunos indicios para poder inspirar mi novela de ficción. Sin embargo, se trata de un relato donde tomo nombres prestados para darles vida a mis personajes. Por ejemplo, existieron Cangapol y Huennec, y además fueron pareja. No así su historia —aunque íntimamente presiento que tuvieron un gran amor—. También lo hizo el maestre, pero no su hermana.
La Reducción de Nuestra Señora del Pilar fue arrasada en 1751. Ya no quedaba en pie para 1756. Y el resto fue parte de fantasear con lo que podía suceder, si estaban las condiciones dadas, con un romance bien antiguo y de los que se comulgan con sangre.