—¿Kat? ¿Eres tú? —preguntó él con un tono extrañamente conciliador, mucho más amable del que ella estaba acostumbrada a oírle.
¿Por qué seguía teniendo aquellos reencuentros raros? Primero el hombre de la metanfetamina y ahora Nick Racine. Cuando se acercó más, vio que tenía los brazos atados a la espalda y las piernas atadas a las patas de la silla. Ella tenía suerte de poder moverse libremente.
El traje de Nick estaba arrugado y su rostro se veía oscurecido por la barba de un día.
—¿Nick? ¿Qué haces aquí? ¿Qué demonios pasa?
—No lo sé. Algo que ver con Susan.
—Te refieres a Clara.
—Sí, Susan, Clara, como se llame. Oye, tú tenías razón, ¿vale?
—No te hagas el inocente conmigo. Tú también estás metido en esto. Todavía no sé cómo, pero es obvio que Clara hace lo que quiere contigo.
—Kat, piensa un poco. ¿Estaría o aquí si ese fuera el caso? —Nick se movió un poco, incómodo en el asiento de plástico duro. Kat se preguntó si habría pisado un McDonald en su vida antes de aquello.
—Clara no estaría en Liberty de no ser por ti. ¿No te molestaste en investigar su procedencia antes de contratarla?
—Dejemos esta discusión para más tarde y concentrémonos en salir de aquí. Volverán a por nosotros y no creo que tarden. —Nick volvía a ser el hombre arrogante de siempre—. Ve a la cocina y busca un cuchillo para cortar mis ligaduras.
—Me parece que no. Hasta que no me digas la verdad, no —respondió Kat.
A pesar de que había poca luz, vio que el rostro de Nick enrojecía de furia. Ella no cedió. En una situación menos comprometida, Nick no se mostraría dispuesto a cooperar con ella. Se giró para marcharse.
—Muy bien. Como quieras. Pero espero que no hagas que nos maten a los dos por esto.
—¿Por qué estás aquí, Nick? ¿Intentaste echar a Clara de Liberty? ¿Querías quedarte los despojos solo para ti? —Kat buscó en la zona de los condimentos, pero solo pudo encontrar pajitas y paquetitos de kétchup.
—Cuestioné la oferta de absorción de Porter. Es demasiado baja. Yo solo quería sacar un precio justo para los accionistas. Normalmente eso significa buscar otras ofertas. —Lo que decía no era muy altruista, teniendo en cuenta que era el accionista mayoritario—. A Clara no le gustó eso. Y ahí me enteré de quién era en realidad.
—Vamos, Nick. Tú sabías quién era cuando la contrataste. No soy tan estúpida. Algo se torció y tú intentaste retroceder. ¿No es así? ¿Qué fue? —Kat buscó en el mostrador algo lo bastante afilado para cortar su abrazadera de nailon. ¿Allí no había nada que no fuera de plástico?
—Está bien. De acuerdo. Debía dinero. Tenías deudas de juego y me perseguían unos matones. El padre de Clara me prestó el dinero y, a cambio, quería que uno de sus empleados trabajara en Liberty para que aprendiera el negocio de los diamantes.
Kat reprimió una carcajada. ¿Nick hablaba en serio? ¿Un programa de instrucción criminal? Aquel hombre era todavía más incompetente de lo que había pensado. Según Jace, su padre le había dejado una fortuna. ¿Por qué necesitaba un préstamo teniendo en cuenta su herencia y su sueldo en Liberty?
—A ver si lo entiendo —dijo ella—. ¿Pediste dinero a un tiburón, y cuando eso se puso feo, llamaste a un jefe de la mafia para que te rescatara? ¿De cuánto dinero estamos hablando?
—Solo unos pocos millones. Y la condición fue que su empleada estaría hasta que devolviera el dinero. —Nick se removió en la silla, claramente incómodo. Kat se preguntó cuánto tiempo llevaría allí.
—A ver si lo adivino —dijo—. No devolviste el dinero.
—No. Pensaba hacerlo, pero él me dio más de lo que necesitaba y decidí comprar más acciones al margen con el dinero sobrante. El precio había caído y era una oportunidad de duplicar pronto el dinero. O eso pensé yo. Pero el precio cayó más todavía. No pude reunir dinero suficiente para pagar la compra al margen. Todo mi dinero estaba invertido.
—¿Haces operaciones intradía con tu propia empresa? —preguntó Kat. ¿El propio presidente de Liberty manipulaba las acciones?
—Eh, no eran operaciones intradía. Mi plan era conservar las acciones unos meses. Era una oportunidad de recuperar mis pérdidas y poner mi vida en orden. Cuando subieran las acciones, vendería y recuperaría el dinero. El único problema fue que el precio de las acciones no se recuperó. Y cuando llegó el momento de cubrir las compras al margen, no tenía el dinero y tuve que vender. Eso me dejó más pérdidas y sin dinero para devolver el préstamo.
—Parece que te engañaron —comentó Kat. ¿Había alguien que no manipulara las acciones de Liberty?
—Supongo que sí. Si es cierta tu teoría de que Clara vendías acciones de Liberty en corto.
—No es una teoría. Es un hecho —repuso Kat. ¿Aquel hombre no la creería nunca?
—Sea como sea, pensé que la noticia de una buena absorción podía hacer subir las acciones y le comenté la idea a Ortega. El problema es que lo hizo en serio. Yo nunca quise vender. Era solo un modo de subir el precio.
—¿Eso no es ilegal? —preguntó Kat. Después de todo, Nick era parte de la empresa.
—Me engañaron. Manipularon las acciones para que perdiera mi dinero. Y con mis acciones como aval, las perderé seguro si no pago el préstamo. —Nick hundió los hombros con aire de derrota.
—¿Quiénes son ellos? ¿Clara?
—No. No directamente. Su padre. Dijo que el aval era solo un trámite. En aquel momento yo no sabía que pensaba robar la empresa con una absorción a la baja.
—Nick, ¿qué esperabas? Esas personas son grandes criminales
¿Era posible que fuera tan estúpido o solo se hacía el tonto? Tenía que haber sabido cómo actuaba Clara desde el comienzo.
—¿No lo entiendes, Kat? La asamblea general de accionistas es mañana. Si no estoy allí, no puedo votar. Y si no nombro un apoderado, Clara, como directora ejecutiva, puede votar como quiera con mis acciones.
—Cierto. Pero tú contrataste a Clara. Hay algo en esa historia que no me suena bien. ¿Qué es lo que no me has dicho?
—Aplacemos esta discusión para otro momento y concentrémonos en salir de aquí. Podemos ayudarnos mutuamente. Solo tenemos que encontrar algo para cortar las ligaduras.
—¿Tenemos? Creo que te refieres a mí, puesto que soy la única que puede andar en este momento. Y no haré nada hasta que me digas lo que ocurre. ¿Por qué debería ayudarte?
El ruido de un motor fuera del restaurante ahogó la respuesta de Nick. Kat se volvió y corrió de regreso al baño. Cuando llegaba al mostrador, oyó una cadena que golpeaba la puerta principal. Esta se abrió de golpe.