Cindy y Kat estaban sentadas en la oficina de la segunda. A Kat le costaba creer que hubiera pasado solo una semana desde que entrara por primera vez en Liberty. Fuera estaba oscuro y nevaba ligeramente, algo tarde para finales de marzo. Kat miraba los copos de nieve caer a cámara lenta y se sentía más relajada que en mucho tiempo. Audrey estaba a salvo, Nick en la cárcel, y ella volvería a tener dinero en el banco. Audrey había insistido en pagarle una buena prima, que ella consideraba compensación por el peligro. Y Cindy volvía a ser la de siempre.
—Lo has conseguido, Kat. Aunque no hayas recuperado el dinero, me ayudaste a infiltrarme en la organización de Ortega y a detener a Gus y Mitch por el asesinato de Takahashi. Y la confesión de Nick significa que podemos cerrar el caso del asesinato de Braithwaite.
Kat se disponía a contarle lo del dinero cuando entró Harry.
—Kat, ¿puedo ver de nuevo el saldo de mi cuenta? Elsie no me cree. Le he dicho que soy multimillonario.
—Tío Harry, ahora no. —Kat hizo un gesto con la mano para alejarlo.
—Pero mañana ya no estará. Quiero imprimir la página. Nunca volveré a ver tanto dinero.
—Harry, ¿de qué estás hablando? —preguntó Cindy.
—¿No te lo ha dicho Kat? Recuperó todo el dinero de Clara. Todo. ¿No es genial? Y me lo dio a mí para que se lo guardara.
Cindy miró a Kat. Se puso de pie de un salto.
—Dime que no es cierto.
—Soy multimillonario, Cindy. A decir verdad, soy más que eso. Kat pirateó las cuentas de Clara y me lo transfirió todo a mí.
—¿Tú qué? —Cindy se puso roja—. Eso es ilegal.
—Tenía que hacerlo. El dinero habría desaparecido para siempre.
—O tal vez no. Clara está muerta. Y la policía argentina ha encerrado a Bryant.
—Cierto, pero yo entonces no lo sabía. Solo sabía que ella había desaparecido y el dinero también. Cuando lo encontré, hacía horas que Clara estaba desaparecida. Tenía que transferirlo a un lugar seguro. ¿Tan malo es eso?
—No es lo que hiciste, es cómo lo hiciste. —Cindy se cruzó de brazos, con la cara roja.
—Cindy, aunque Bryant, Clara y su padre no estuvieran neutralizados, el dinero habría quedado congelado durante meses o años mientras se aclaraban los tinglados legales. Y entretanto, Liberty habría entrado en bancarrota.
—Cierto. ¿Pero qué crees que va a parecer eso, Kat? No va a ser fácil explicarlo.
—Tranquila, ya está hecho —repuso Kat.
Audrey había hablado con el banco y con los reguladores de la Comisión de Valores. La cuenta de Harry estaba congelada temporalmente hasta el lunes, cuando empezarían a devolver el dinero a Liberty y colocar el resto en un fondo de restitución a los inversores.
—¿Cómo? Nadie te dará ocasión de explicarlo. Vas a parecer una criminal. ¿Cómo vas a salir de esta?
—¿Jace? —preguntó Kat.
Él entró en el despacho con un ejemplar del periódico. Lo dejó sobre la mesa, enfrente de Cindy. La cara de Harry les sonrió desde la primera página.
—La edición de la mañana. Saldrá a la calle en unas horas. El reportaje le conseguirá muchos clientes a Kat. Y Harry será famoso —respondió Jace—. Yo pienso sacar media docena de reportajes más de esta historia. Empezaré con la organización de Ortega, el blanqueo de diamantes y la absorción de Liberty. Haré una serie. Y un artículo de interés humanos sobre nuestro multimillonario.
Kat observó que Cindy fruncía los labios, como hacía siempre que estaba estresada.
—Cindy, esta tarde he llamado a Bancroft Richardson —explicó Kat—. Ya han transferido el dinero de la cuenta de Harry a un fideicomiso. Solo necesito que tú aclares un poco las cosas para que a Harry no lo acusen de nada. El dinero ha recorrido un círculo completo. Solo falta volver a transferirlo a Liberty.
—¿Por qué siempre eres tan poco ortodoxa, Kat? Podrías haber llamado a alguien y que congelaran el dinero.
—¿A las dos de la mañana? Aunque hubiera sabido a quién llamar, no me habrían creído. No podía dejar el dinero quieto y correr el riesgo de que siguiera allí.
—Tú te metiste en este dilema. ¿Por qué tendría que sacarte yo?
—Me lo debes, Cindy. Por tus patadas y por dejarme en la McBarge con Nick. Es lo mínimo que puedes hacer.
—Supongo que me ayudaste a entrar en la organización de Ortega. Cuando me enteré del blanqueo de diamantes, convencí a Ortega de que podía hacer más y mover las piedras para él. Luego Gus y Mitch se incriminaron solos presumiendo de los asesinatos de Takahashi y Braithwaite. Y finalmente Nick nos dio pruebas suficientes para incriminarse él mismo como cómplice. Clara quizá apretara el gatillo, pero él tomó parte en la organización. Aunque me gustaría que fueras un poco más… normal en tu modo de actuar.
—Lo que me recuerda —dijo Jace— que Verna ha dejado otra nota.
Le tendió un sobre a Kat. Esta deslizó el dedo bajo la solapa y lo abrió.
He decidido seguir con el tour. Praga está muy hermosa en esta época del año. Por favor, cuide del jardín. Este año hay que podar los lilos. Y plantemos lirios cala esta primavera.
Verna

¿Le ha gustado Maniobra de evasión?
Lee Teoría del Juego, el siguiente volumen de la serie.
Puede acceder a todas las obras de Colleen aquí o suscribirse a su boletín de noticias en su sitio web: http://www.colleencross.com Tan solo recibirá 1 o 2 emails más al año anunciando nuevos lanzamientos.