Con la lentilla del perfil del viento,
juegos de agua en la Venaria:
las vaciadas órbitas del parque,
como la luz que pace en los jardines;
tiene el amanecer color pastel,
como apenas pintado, un arañazo,
en la corsetería de la noche.
La dominante del azul que cambia,
en el jardín volcado de la cúspide,
no piedra, mas fulgor en transparencia,
esta visita nítida: el recuerdo,
donde se habita la diafanidad.
Somos contemporáneos del baile
y Piero Tosi nos vistió con blondas:
en el salón de los zócalos blancos
la vida es el dibujo de aquel vals.
Yo te daría tantas azucenas
como el jardín de circunvalación;
yo te daría tantos arriates
como la anochecida al suspirar.
Es un instante el alba y el crepúsculo,
somos instantes de alba en el crepúsculo,
no el agua en sí, sino el reflejo de agua,
crack in the mirror, o fracaso de cristales,
cristalería de la posesión,
cuando enlazamos lo que nos posee,
pero no poseemos lo enlazado:
la tigre de Bengala del deseo rayado en la noche comanche,
la pintura de guerra de la luz
en los espejos de la primavera.
Todo en el aire son deslumbramientos:
viste el cielo la pólvora en caftán.