Sí, cuando vea el águila parada
se detendrán mis ojos: lo inasible
vendrá de lejos como un tafetán
y las titilaciones del deseo
serán el ojo de la garrapata,
la congestión del moscatel del aire
en la barrica de la soledad.
En aquella ventana el cielo inmóvil
un recuadro: ventana ya no vista,
más concepto o imagen que aspillera,
el ventaneo del quedarse a solas,
porque a solas camino enmascarado
al tiempo de la luz hecha parálisis:
tiempo inimaginable, ojos de sombra
como en la noche del doctor Mabuse,
mas sin visión de ojos: negativo,
no revelada imagen fotográfica,
carrete en la caverna del magnesio.
Viviremos a tientas, si es vivir
saber que no vivimos: las palabras
sin sonido ni imágenes ni ideas,
palabras como un antifaz de goma,
silencio en que se ha suspendido el ser.
Corríamos en luz de veraneo
y corremos ahora al ralenti.
De cara a cara no veré mi rostro,
mas la interpretación que da a mi rostro
el bucle oscuro de la negación.
No en el tiempo sin tiempo del poema:
esta llaga que mana de la noche,
el no decible hueco intemporal.