Me siento más feliz cuando estoy en casa, rodeada de amigos y familiares y cocinando para ellos —después de todo, la cocina consiste en hacer feliz a la gente—. Estas son las recetas que preparo cuando quiero descansar, relajarme y disfrutar.

Las pastas, sopas y carnes cocinadas a fuego lento, y las salsas ricas y con varias capas, son los platos que más me reconfortaban de niña y son las recetas a las que sigo recurriendo cuando cocino para la mayoría de las personas importantes en mi vida. La cultura italiana es una gran parte de la vida en Venezuela, comenzando por el nombre de nuestro país (la palabra Venezuela viene de Venezia, o Venecia) y pasando por la arquitectura y los alimentos. Recuerdo haber visto al mejor amigo de mi madre, que era italiano, preparando la clásica salsa de tomate italiana y empacándola en tantos frascos de vidrio como para un año entero.

Cuando la gente está tan hambrienta que golpea la mesa con cuchillos y tenedores, me concentro en platos rápidos que utilizan atajos, como el sofrito, para crear una base de sabor, y el fuego alto para caramelizar las carnes y vegetales, creando sabores profundos de una manera rápida. Por otro lado, si tengo toda una tarde o un día entero, preparo ragús y salsas de sabores profundos que requieren tiempo. Las pruebo de tanto en tanto, anticipando el final del día, ¡cuando nos daremos gusto a lo grande!

Cocinar es una forma de mostrar mi amor por las personas que más me importan. Es la forma en que fui criada y como me gusta tratar a quien viene a mi mesa.