KM vs. EG

CADA VEZ QUE voy a Los Ángeles trato de quedarme en el hotel Mondrian. Está muy bien ubicado, en Sunset Boulevard, bastante cerca de los estudios de fotografía donde trabajamos y a poca distancia de mi amiga Carmen, quien también trabaja en la revista, en la sección de negocios.

No hay nadie como Carmen para organizar cenas que parecen más encuentros familiares que reuniones de trabajo. Ella mezcla a su familia con los editores de la revista y con los clientes con una gracia única, en una acogedora casa que ella misma ha decorado hasta el mínimo detalle.

Carmen sabe que estoy en el proceso de buscar un hijo. Bueno, todos lo saben y esta vez ha querido que conozca a dos de sus buenos amigos que pasaron por el mismo proceso. Robert y Karl tienen dos niñas, una de dos años y otra de cinco meses. A la cena vienen con la niñera, que se ocupa más de la pequeña. Descubro que compartimos el mismo abogado, que también comenzaron con Growing Generations y que terminaron con otra agencia.

“Prepárate, que no es fácil. Ahora con las niñas me he olvidado de todo lo que pasamos”, dice Robert. “La primera vez el análisis de sangre dio que estaba embarazada la madre gestacional. Los número eran altos y nada. Tenemos un amigo cuya madre de subrogación perdió el bebé con cinco meses de embarazo. Tienes que estar listo para todo”.

¿Y cómo no lo voy a estar? La preparación comenzó en otra era. Un día me declararon infértil. Cuatro años más tarde me dicen que puedo tener hijos. Mi primera donante de óvulo terminó sin producir suficientes folículos. Les cuento todo eso y no puedo evitar que los ojos se me llenen de lágrimas. Cambio la conversación y pasamos a hablar de sus niñas, de las malas noches, de las ansias que tienen de mudarse a Tennessee, donde compraron una casa, para estar cerca de la familia. “Quiero que mis hijas crezcan rodeadas de sus abuelos, de sus tías, de sus primos”.

Al siguiente día tengo un desayuno con mi editor y un representante de artistas en el Chateau Marmont. Recibo un mensaje del abogado que se tiene que comunicar urgente conmigo y pierdo toda la concentración. Ya no sé de qué hablábamos en el desayuno. Me entra la llamada y pido disculpas.

Hay un caso en la Corte Suprema de California que puede marcar un precedente negativo para todos los procesos de subrogación.

KM y EG son una pareja de lesbianas. En marzo de 2001, KM presentó una petición para establecer sus derechos maternales sobre las dos niñas gemelas que había tenido su pareja EG cinco años antes. KM alega que es la madre biológica de las niñas. Que ella facilitó el óvulo, que fue fecundado in vitro y transferido al útero de EG.

Por su parte, EG quiere hacer valer el acuerdo legal firmado por KM en el que renunciaba a los derechos de los niños nacidos de sus óvulos, que le había donado a EG cuando las dos constituían aún una pareja.

EG testificó que ella había considerado la posibilidad de ser madre soltera incluso antes de conocer a KM, en 1992. Le dijo a KM que quería adoptar un niño, inició las solicitudes y se registraron como pareja de hecho en San Francisco.

En 1993 EG visitó varias clínicas de fertilización e hizo varios intentos de inseminación artificial sin ningún resultado. KM la acompañaba a estas citas médicas y aseguró al juez que las dos tenían intención de criar el o los hijos juntas. EG asegura lo contrario: su intención era ser madre soltera.

En 1994 EG comienza el proceso de fertilización in vitro, pero fracasa por no haber producido suficientes óvulos. Al año siguiente KM acepta convertirse en donante con la condición, según EG, de que EG sería la única madre de los niños, que no permitiría que KM los adoptara hasta que tuvieran al menos cinco años y que ella sintiera que la relación era estable. Acordaron que no revelarían a nadie que KM había sido la donante del ovocito.

Ambas seleccionaron al donante de esperma y KM niega que desde el primer momento la idea fuera que EG sería madre soltera; no habría aceptado ser donante bajo esas circunstancias. Sin embargo, un documento de cuatro páginas, firmado por KM, dice lo contrario. Ahí queda asegurado que KM renunciaba a todo derecho sobre los óvulos donados y los niños que nacieran de ellos. EG, por su parte, afirma que discutió el documento con KM y dejó plasmado que no aceptaría los óvulos si KM no firmaba el documento.

Los embriones resultantes de los óvulos de KM fueron implantados en EG en abril de 1995. Las niñas nacieron en diciembre de ese año y en su certificado de nacimiento aparece bien claro que la madre de ambas es EG, no KM. Poco tiempo después de convertirse en mamá, EG le pidió a KM que se casaran e intercambiaron anillos durante la Navidad.

Ni los familiares, ni los amigos, ni el pediatra sabían que KM era la madre genética de las niñas. EG incluyó a las bebés en su seguro médico, incrementó su seguro de vida y dejó a las gemelas como sus beneficiarias. KM no lo hizo. Por su parte, las nodrizas declararon que, para ellas, tanto KM como EG eran las madres de las gemelas.

La relación de la pareja terminó en marzo de 2001. Fue entonces que KM inició su batalla legal. En septiembre de ese año EG y sus hijas se mudaron a Massachusetts para vivir con su madre.

La corte suprema reconoció como válido el documento firmado por KM en el que se asegura que ella donó material genético sin ninguna intención de convertirse en madre de los niños creados a partir de sus óvulos. Además dictaminó que KM no calificaba como progenitor porque había pruebas sustanciales que aseguraban que la única madre de intención era EG y que desde el inicio ella tenía como objetivo criar sola a los bebés. En este caso la corte dejó en claro que KM era considerada bajo los mismos términos en que se considera a un donante de esperma.

¿Cómo me puede afectar esta resolución? Para el abogado, este caso marca un precedente: a una madre gestacional se le otorga el derecho de un niño concebido en su vientre con diferente material genético al suyo. ¿Pero acaso lo que vale no es la intención de ser madre por encima de la condición de madre genética o de gestación?

EG no es una madre gestacional por circunstancia. Ella llevó en su vientre hijos engendrados por donantes de óvulo y de esperma, pero desde el inicio, como indican los documentos legales, ella era la única que tenía la intención de ser madre. Según el abogado, para futuras referencias legales, es bueno tener en cuenta que le han sido otorgados los derechos a una madre de subrogación.

Para mí, este precedente no pone en peligro mi acuerdo legal con Mary y con Karen. Mary ha renunciado a los derechos maternales del niño que lleve en su vientre como renunció en su momento KM. Si se arrepiente después es otro asunto. Karen, por su parte, donará un óvulo, sobre cuyo fruto no desea tener ningún derecho legal. Es el mismo caso de KM. Desde mi punto de vista, este dictamen de la Corte Suprema de California me protege. Para el abogado, es un precedente establecido que puede abrir diferentes incógnitas.

Regreso al desayuno y todos se sorprenden ante mi desconcierto. No pasa nada, no deseo entrar en detalles. Esta es una de esas conversaciones que te desmoronan y para mí no hay otra solución que enviarlas al olvido.

Vuelo a Nueva York nuevamente lleno de dudas.