Aprovechando la ausencia momentánea del redactor del «Correo literario», que ha salido de viaje a Suiza (la de Casubia) y a Italia (la de Varsovia), podemos finalmente satisfacer una entusiasta petición de nuestros queridos lectores, que querían que publicáramos su descripción y también algunos detalles más sobre su persona.
Es pulcro, agradable y bueno. Ama los animales, lo cual, desgraciadamente, no puede verse en la fotografía. Lo que más aprecia en las mujeres es la obediencia, y en los hombres cierta rebeldía. Le gustan la historia y la política y no es especialmente correspondido. Es increíblemente amigable, lo cual le resulta sumamente fácil porque no lee los libros de sus amigos. Alcanzó un gran renombre como autor de un par de cartillas de colegio experimentales y de un «Horario de trenes» inspirado en la innovadora obra de Nathalie Sarraute. Ha publicado varios poemarios, que desaparecieron tan rápido de las librerías que no logramos tomar nota de los títulos. Pero en lo que realmente es una verdadera eminencia es en el terreno de la crítica literaria y del ensayo. Acaba de ver la luz la segunda edición de una obra suya sobre la psicología de la creación, titulada Cómo empezar, cuándo dejarlo (PIW, 1962). Nos es también grato comunicar que en la Gran enciclopedia universal redactó las entradas de «Poesía» y «Prosa», con tanta aplicación que, de paso, escribió también todas las que se encontraban entre ambas. En estos momentos, se encuentra en la imprenta un abultado volumen que con el título Lo que todo escritor primerizo debería saber reúne una selección de sus textos. La segunda parte, Lo que toda escritora primeriza debería saber, se encuentra todavía en su fase conceptual. Ambos volúmenes estarán profusa y rigurosamente ilustrados.
En ocasiones, en primavera, sucumbe a irracionales estados de enternecimiento. En esos casos tararea su canción preferida: «La mujer te hace feliz un momento, y muerde luego como una serpiente…».
Soltero. Cosa que, por otra parte, salta a la vista…