Decorada con trozos de tela rasgados que las protegían del sol de tejado en tejado —y rodeada de arbustos desde la acequia hasta la ladera y de vuelta— se levantaba, con casas verdes y lilas, Las Afueras sobre las basuras, y se extendía como un abrazo sobre las madres y las niñas que por la mañana y por la noche se agradecían a sí mismas y las unas a las otras por haber construido Las Afueras y por haber hecho de ella su hogar.