Cuando al alba, Milde, Diamante y Trinidad subieron la ladera hasta Las Afueras, donde todas las esperaban y las niñas que se habían quedado despiertas a lo largo de la montaña las vieron llegar como tres sombras que cubrían el suelo y desaparecían, Las Afueras supo que había empezado una nueva era.
Allí y entonces había comenzado una nueva era y quizá a partir de entonces nunca se acabaría.
Las niñas al ver las sombras corrieron por la acequia hasta Essa que estaba inclinada sobre su portapapeles; con el papel todavía blanco y vacío y el lápiz todavía afilado con un trozo de borrador al lado. Las niñas corrieron hacia Essa y después no hizo falta que dijesen nada, así que no dijeron nada; Essa se levantó, se echó el pañuelo a los hombros y siguió a las niñas.