Las madres y las niñas de Las Afueras entendieron que no era por otra cosa por lo que las tres hijas habían llevado a cabo lo que en la ciudad se llamaba una ofensa pero que en Las Afueras se consideraría como una espiración y una rebelión ni más ni menos; una espiración que se había retrasado mucho tiempo y que casi nace muerta si no hubiese sido por ese instante y esas tres que hablaban y hacían en vez de solo hablar y soñar; que hablaban y hacían y que ahora además habían conseguido volver a casa y no habían sido metidas en bolsas para cadáveres, gracias a dios.
Eran las que habían traído la nueva era consigo y con ellas quería ahora celebrarlo Las Afueras.