Nadia mira los cielos por la ventanilla del avión. La nueva jugadora del Roses vuela contra pronóstico hacia la Villa Olímpica. Recién traspasada al equipo de una de las ciudades más grandes del país, con su venta, 'el barrio' cubre sobradamente el presupuesto de dos años. Su fichaje por uno de los equipos punteros le sirvió como excusa al seleccionador para invitarla a la preselección del combinado nacional. En teoría ella era el primer descarte, pero una serie de casualidades le han permitido gozar de esta experiencia.
Tras la reunión con el entrenador y el presidente del Five Winds, Nadia habló con la federación, que la citaba a la convocatoria del combinado nacional. La mala evolución de la lesión de una de las habituales dio al seleccionador, liberado de ciertas presiones, una buena oportunidad para hacer lo que le diese la gana. Llamó a una jugadora cuyo equipo acababa de descender de la Liga Oro mientras presidente y secretarios de la Federación se subían por las paredes. Afortunadamente, su furia fue aplacada cuando el Roses hizo pública la incorporación de Nadia.
El seleccionador no tenía claro que fuera a aceptar, ya que ella no es una profesional cualquiera, es una mamá profesional. Pero no hubo problema, además, estos asuntos de preselecciones no suelen aparecer en los medios de comunicación.
Nada más llegar al hotel de concentración, invitación en mano, fue recibida por el segundo entrenador. El delegado le entregó la bolsa de deportes con la ropa oficial de la selección y le dio las llaves de su habitación compartida. Al abrirse las puertas del ascensor se encontró con varias de sus nuevas compañeras vestidas con el chándal de la selección.
-Hola.- Saluda Nadia saliendo del ascensor.
-¡Ey!- Responde una de las chicas apartándose para cederle paso.- ¿Tú eres la sustituta?
Nadia sonríe con cara de circunstancias.
-No le hagas caso.- Interrumpe la más alta.- Hola, yo soy Irisia.- Se presenta tendiéndole la mano.
-Encantada yo soy Nadia.
-¿Otra Nadia?- Se sorprende la chica que le devolvió el saludo.- Uuuuy, esto no puede ser.- Reniega con la cabeza.- No puede haber dos Nadias, así no se pueden cantar las jugadas.
-¿Cantar?- Pregunta Nadia extrañada.
-Pues tú...
La chica le da vueltas a la cabeza hasta encontrar la respuesta que tenía delante de sus narices.
-Tú, serás Tú.- Concluye.
-Tú no le hagas mucho caso.- Dice la alta cogiendo a Nadia.- Yo soy una de las capitanas y además seremos compañeras en el Roses.- Añade Irisia empujándola hacia el pasillo. -Ven, que te presentaré a las demás chicas.
-¡Eh, que yo también soy compañera vuestra en el Roses!
-Tranquila, las demás chicas son totalmente normales.- Dice sonriente.
Tras las presentaciones llegaron los entrenamientos. El seleccionador, un chico joven que se retiró hace poco, sostiene su crédito en el bronce continental que consiguieron el año pasado. Su ambición de modernizar la Federación se ha topado con los mismos cimientos que tanto tiempo han aguantado impasibles.
Para Nadia, los entrenamientos fueron muy raros. Había chicas que no se dirigían la palabra, como si estuvieran enfrentadas. Entre ellas estaban sus nuevas compañeras de equipo, sobretodo Irisia, la más beligerante de todas. Conocida como la 'Bruja', no tenía reparos en insultar, protestar o amenazar a cualquiera que le llevase la contraria. Por desgracia para las demás, se trata de la capitana y estrella de la selección. Intocable para un entrenador que está cada vez más en entredicho debido a sus últimas decisiones. En cuanto a Kilma, su otra compañera de club, es mucho más simpática y amable. Aunque no por ello se muestra descontenta cuando juega junto a según quién.
El problema viene del pasado campeonato. Cuando el equipo de la capital, encabezado por la 'Bruja', perdió el último encuentro de semifinales contra el Mariners. Y lo que hasta entonces había sido una tensa rivalidad terminó dinamitada por la atacante del Roses. Irisia se peleó a puñetazos con dos rivales en mitad de la pista, llenó el acta del partido con más de veinte protestas y llamó tramposas a las jugadoras del Mariners en la rueda de prensa posterior al partido.
Con todo este rencor, el cuerpo técnico intentó mediar entre las seleccionadas de ambos conjuntos. Desgraciadamente, el distanciamiento era cada vez mayor, y todo parecía indicar que se presentarían en las olimpiadas con un atajo de jugadoras dispuestas a fracasar para culparse las unas a las otras.
Ante la enésima discusión durante un partido de entrenamiento, el seleccionador sentó a Irisia y a Beatriz e hizo salir a las jugadoras invitadas. Era la primera vez que Nadia jugaba junto a las titulares. Kilma la recibió con los brazos abiertos, le hacía ilusión jugar por primera vez junto a su nueva compañera. Las chicas formaron un corro en medio de la pista y Kilma, que es la colocadora que dirige todo el juego de ataque, marcó la jugada.
-Tú no te preocupes.- Le dice a Nadia.- Suelo cantar todas las jugadas.
Tras varios entrenamientos ya sabe a lo que se refiere su compañera con "cantar".
Y la jugada empezó. "Buena recepción." Aplaude el seleccionador. Entonces el balón llega hasta a Kilma, que lanza el pase gritando:
-¡Ataca Nadia!
Y contrariada, pero decidida, Nadia salta para rematar; pero no hay ningún balón que rematar. El pase era hacia el otro lado. Tras terminar la jugada Kilma se encoge de hombros y la mira extrañada.
-¿Qué haces?- Le pregunta a Nadia.- La jugada no es para ti.
-Ya... bueno, pero tú gritaste Nadia y yo pensé que...
-Claro, Nadia.- replica señalando a la otra Nadia del equipo.
-Lo siento.- Se disculpa.
-Bueno, no pasa nada, ¡repetimos!-Les grita a todas.- Y esta vez estate atenta, si el bloqueo acierta, el balón puede ir a tu lado.
Nadia asiente. Se repite la jugada. Kilma vuelve a gritar "Nadia" y Nadia vuelve a saltar de forma instintiva.
-¡¿Será posible?!- Se cabrea Kilma.
-¡A ver, ¿qué pasa aquí?!- Se enfada el entrenador con la novata.
-Tú no se sabe las jugadas.- Responde Kilma.
-¿Qué pasa? ¿Acaso no tienes la hoja con las jugadas?
Nadia agacha la cabeza.
-¿O es qué no sabes leer?
-¡Sin su capitana, las chicas se vuelven más tontas de lo que son!- Arguye Irisia con prepotencia desde el banquillo.
-¡A callar!- Le replica el entrenador a la 'Bruja'.- Mira chica,- dice volviendo a Nadia.- no te he dado esta oportunidad para que me dejes mal. Si no me sirves coges tus cosas y te vas.
Nadia empieza a llorar en silencio. Tanto soñar con el equipo nacional, y cuando lo logra, aunque sea de casualidad, después de dos jugadas ya le dicen que se marche a casa.
-Ala, cómo se pasa.- Interviene otra de las chicas acercándose a Nadia.- ¿estás bien?
-¡Y esto va para todas! ¡Estamos preparando unos Juegos Olímpicos, el torneo por excelencia del voleibol! ¡El nivel de exigencia es el máximo! ¡La que no pueda aguantar la presión, la que no sepa competir, la que no quiera sufrir... ya puede largarse! ¡No estoy aquí para perder el tiempo!
Nadia levanta la vista y se planta cara a cara con el entrenador.
-Estoy lista.
El entrenador sonríe satisfecho.
-¡Repetimos!- Grita volviendo a su puesto.
Las chicas se colocan mientras Nadia se limpia las lágrimas. "No me voy a ir de aquí así como así." Se dice con rabia para mentalizarse. Debe acostumbrarse a que ya no es Nadia, Nadia es otra. Ella es Tú. Y Tú aquí solo ha de hacer un amago y vigilar un rebote.
-¡Ataca Nadia!- Grita Kilma.
Y ahora sí. El bloqueo gana y Tú levanta el rechace. "Bienvenida al equipo." Susurra el entrenador.
Finalizado el entrenamiento, el técnico les dio una pequeña charla agradeciendo la participación de todos en la que sería la última sesión con la convocatoria al completo. Al día siguiente jugaban su primer amistoso, tras el cual abandonaría la concentración Nadia, el primer descarte.
La noticia bomba estalló en el hotel. El médico del equipo irrumpió en la habitación del entrenador dando voces y todas las chicas se asomaron al pasillo. Todo el mundo se enteró de que una jugadora había dado positivo en las muestras de sangre de la revisión médica.
No dudó un solo segundo. El preparador fue directo a la única habitación que tenía la puerta cerrada y picó con fuerza. Le abrió una de las chicas envuelta en una toalla y chorreando. Tenía cara de pocos amigos, pero se tragó las palabras al ver las expresiones del médico y del entrenador.
-¡¿Dónde está tu compañera?!- Preguntó el entrenador fuera de sí.
La chica se apartó y les indicó hacia adentro. Su compañera de habitación leía un libro mientras escuchaba música por unos auriculares, ajena a todo el alboroto que se había organizado. Sin mediar palabra, el entrenador fue hacia ella y le arrancó los auriculares tirándolos sobre la cama.
-¡Ey, ¿qué pasa?!- Grita la chica girándose.
-¡¡¿Que qué pasa?!!- Le grita el entrenador.- ¡¡Qué eres idiota!! ¡Eso es lo que pasa!- La jugadora pone cara de no saber de qué le están hablando, pero ya se encarga él de responder antes de siquiera llegar a preguntar.- ¡¿Anfetaminas?! Cómo puedes ser tan tonta.- Le dice con desprecio.
-Pero, pero, eso solo lo tomo cuando voy de fiesta o salgo por las noches.- Replica muy afectada.- No he tomado nada, ni siquiera he salido del hotel, desde que empezó la preparación no he tomado nada.- Declara avergonzada.
-Si a tu edad necesitas drogas para aguantar toda la noche de fiesta es que tu cuerpo no está bien.- Replica el médico.
-He entrenado bien, he jugado bien. La última vez que tomé algo fue mucho antes. ¡Háganme otra revisión y verán que estoy limpia!- Pide desesperada.
-La revisión os la hicimos antes de venir aquí, y las anfetaminas tardan varios días en desaparecer de la sangre.- Explica el médico antes de gesticular a las chicas que se asoman por la puerta que dejen de cotillear.
El entrenador encontró varias pastillas en una bolsita de plástico con autocierre escondida en el neceser y la levantó para que la viera bien.
-Recoge tus cosas, largo de aquí.
Después de despedir a la chica, Irisia reunió a todas las chicas en su habitación. Y fue bastante clara y contundente. Mucho más que el entrenador.
-El entrenador no ha dicho nada. Pero yo, como capitana, sí lo voy a decir. No quiero yonquis en el equipo.- Les dice mirándolas.- En el tema de las drogas somos personas, y las personas somos vulnerables.
-Recordad que debéis consultar con un médico para tomar los medicamentos adecuados.- Recomienda la segunda capitana.- Cuando se toman drogas, uno no sabe lo que está tomando.
-Las drogas están presentes en nuestra sociedad, convivimos con ellas.- Prosigue Irisia.- Alcohol, tabaco, son legales y están al alcance de la mano. Por lo tanto, debemos aprender a convivir adecuadamente con ellas, a situarnos ante ellas y a defendernos de sus riesgos. Esta buena convivencia significa conocerlas, darles su lugar y comprender la importancia que tiene la prevención.
-El alcohol es la droga más dura que existe, y a su vez, es la más consentida. Es muy difícil darse cuenta de las consecuencias, hasta que un día te las encuentras y entonces te das cuenta de que no controlas nada.
Nadia presta mucha atención a sus compañeras. Para ella todo esto es otro mundo. Siempre ha pensado que tomar drogas es para débiles y que no sirve para nada. Solo para mentir. Para mentirse a uno mismo y a los demás.
-Me da igual que alguien tome o pruebe las drogas.- Les dice la 'Bruja' con un tono autoritario.- Que cada uno haga lo que quiera con su vida. Si alguien quiere arrojarla por el retrete y luego tirar de la cadena, pues muy bien, es su vida. El problema es que las drogas arrastran a todo cuanto te rodea y destruyen a las personas que te quieren y se preocupan por ti.
La 'Bruja' les pide a las chicas que formen un círculo para conjurarse como un equipo uniendo sus manos en el centro.
-Esta es una cuestión de respeto. Hacia los demás y hacia nosotras mismas.
-Solo el entrenador será quién hable con la prensa.- Les avisa la segunda capitana.
-Somos un equipo de voleibol y estamos aquí para jugar al voleibol.
Nadia se siente ilusionada, es la primera vez que realizará el grito de guerra de la selección que tanto ha visto por la tele.
-¡Somos...!- Empieza Irisia para que griten todas.
-¡Fuerza!
-¡Coraje!
-¡Ilusión!
Con una de las chicas expulsada por dopaje, estaba claro que Nadia ya no se marcharía al día siguiente. Así que se pasó toda la noche deshaciendo la maleta, aunque solo fuese para tres o cuatro días más antes de los descartes definitivos.
A la mañana siguiente, se jugó el primer amistoso a puerta cerrada contra un equipo universitario. Todo iba de aquella manera. Resultado ajustado, cambios constantes, discusiones algo subidas de tono en mitad de la cancha,... De aquella manera, hasta que la 'Bruja' le dijo a una de las chicas del Mariners:
-No sé porqué te da tanta rabia que hayan marcado, juegan mejor que tú.
La receptora no pudo contenerse, se abalanzó sobre Irisia y empezaron a pelearse. El banquillo entero saltó para separarlas ante la mirada del entrenador, que fue el único que permaneció impasible en su sitio. Exasperado. Enfadado. Harto. La convocatoria ya estuvo maldita desde el primer día, en el que tuvo que descartar a uno de los puntales del equipo porque acababa de sufrir un accidente de tráfico. Así que ya daba igual todo. Expulsar a la 'Bruja' y a su compañera de peleas ya no tenía más importancia que la de alcanzar la armonía dentro del grupo. Con estos descartes, la selección perdía cinco de las seis titulares que se alzaron con el tercer puesto continental. Ahora el nuevo objetivo del equipo es competir dignamente y hacer honor al espíritu olímpico que ideó Henri Didón: "Citius, altius, fortius"
El avión aterriza y Tú, como jugadora junior, debe hacerse cargo del equipaje de todo el equipo. Mientras las chicas pasean por la terminal mirando tiendas o se sientan esperando al autobús, el entrenador atiende a los medios. No son los cuatro locos de siempre, los descartes realizados han sido todo un efecto llamada. Ahora han aparecido expertos en voleibol como setas. Ahora resulta que todo el mundo sigue a la selección; aunque solo se hayan retransmitido dos de los siete partidos de preparación. Ahora todo el mundo le dice al seleccionador, ese ser olvidado durante meses, a quién debería haber convocado y cómo debería haber gestionado los problemas del equipo.
Al llegar a la Villa Olímpica, los voluntarios les entregan una bolsa de bienvenida y el entrenador reparte las habitaciones. Martina será la compañera de Tú.
Nada más entrar en la habitación Nadia se asoma al balcón y llama por el móvil.
-Hola-hola, ¿adivina dónde estoy?- Pregunta apoyándose contra la barandilla.- Es una pasada, todavía no me lo creo.- Sonríe al comentario del otro lado del teléfono.- Te echo de menos.
-Sí, aquí hay una personita que si pudiera hablar no pararía de decir: "mama-mama".
-Ojalá pudierais venir.
-No hay dinero para viajes, ya lo sabes.
-¿Está por ahí Natsumi? ¿Me la pones para que la salude?
-No, no está. Está con mi madre. Cada día se la lleva a la playa... Está loca por su nieta.
-Vaya.
-¡Ah, sí! Y dice que te prepares que su equipo es el mejor y bla, bla, bla.
-Dile que mi medalla de oro hará tanto ruido que no me dejará escuchar tonterías.- Bromea antes de reír.
Nadia colgó tras charlar un rato y nada más ver a Martina entrar con una notita, dejó de ser Nadia y volvió a ser Tú.
-Tú, tienes que recoger los trajes para la ceremonia de apertura. Llegaron junto al equipaje de los de atletismo, así que los tienen ellos. Solo que vayas a su residencia te los darán.
-¿Y cómo llego hasta allí?
Martina le señala la bolsa que le dieron los voluntarios. Tú mira en el interior. Dentro hay unos libritos con todas las actividades, los horarios, los entrenamientos, mapas de la zona, un pase identificativo para moverse por las instalaciones, lápices, llaveros, teléfonos de información, un pañuelo, y...
-¿Preservativos?
-Si se te terminan en el cuarto de baño hay un par más, pero los otros dos son míos.- Advierte Martina inquisitoriamente.
Van a ser unos cuantos días por la Villa, así que Nadia necesita algo con lo que distraerse. Ya ha visto unos cuantos que se la repasaban de arriba abajo, y aunque la anima porque "creía que había perdido el tipo", cuando pasa por delante de una tienda encuentra algo que la distraerá.
Al volver con los trajes para la ceremonia de apertura, varias de las chicas la saludan desde una terracita y le piden que se acerque para curiosearlos. Todas coinciden en reconocer que son elegantes. Y mientras comprueban la calidad de la tela y los acabados, Kilma husmea en lo que se ha comprado Tú.
-¿Y esto?- Pregunta Kilma sacando una pelota de baloncesto de la bolsa.
-Eso es para mí.- Responde Tú, quitándole la pelota.
-¡Ey entrenador!- Grita Paula levantando los brazos.- ¡Mira lo que ha comprado Tú!- Chilla señalando el balón.
El entrenador se acerca hasta las chicas.
-¿Ya tenéis los trajes?
-Sí, Tú los acaba de recoger.- Le dice Martina.
-¿Y esto?- Les pregunta señalando la pelota de baloncesto.
-Lo ha comprado Tú.- Contesta Kilma delatándola como si le fuera a caer una bronca a la propietaria.
El chico se acerca hasta Tú y le rodea los hombros con su brazo derecho.
-No sé si lo sabes pero...- Le dice.
-¿El qué?- Se exalta Tú asustada.- ¿Qué pasa?
El entrenador mira a ambos lados para asegurarse de la confidencialidad de la confesión.
-...somos un equipo de voleibol.- Afirma antes de reafirmase moviendo la cabeza.
Varias de las chicas estallan a carcajadas. Cuando quieren, los preparadores de la selección también son muy bromistas.
Mañana será la ceremonia de inauguración y hay muy buen ambiente. Realmente, la ceremonia es muy aburrida para los atletas. Significa horas de espera y nervios. Los deportistas salen después de la presentación artística, dan una vuelta, saludan y luego forman en el centro del estadio.
El torneo de voleibol comienza a la mañana siguiente. Y ya desde el primer día se demuestra que es un campeonato duro, exigente. Tú observa desde el banquillo la primera derrota del combinado nacional, y la segunda. Eran partidos fáciles de perder, pero te sitúan con un 0-2 que te hace jugar bajo presión. Aunque sabes que tus rivales directos también perderán esos partidos, de momento, cuando miras la clasificación, no tienes nada.
No fue hasta la tercera jornada cuando el equipo femenino de voleibol consiguió la victoria. Tú seguía sin jugar, y seguramente no lo haría en todo el campeonato. Las chicas recuperaron parte de los ánimos perdidos y hasta la prensa les pidió algunas frases para rellenar la crónica.
Durante el día de descanso, Tú camina por el pasillo que comunica las habitaciones llevando un ejemplar de Viaje por las mentiras de la Historia Universal.
-¡Eh, Tú!- Le dice Martina para llamar su atención.
A su lado, un chico joven con los músculos bien marcados le pasa la mano por la cintura.
-¿Quién es este chico?- Curiosea Tú mirándoselo con desconfianza.
-Es un saltador de pértiga, o de longitud, no sé, no he entendido lo que decía.
-¿No habla nuestro idioma?
-No, en realidad no sé qué idioma habla. Pero es guapísimo.- Dice sonriéndole al atleta.
-¿Y?- Pregunta intrigada.
-Verás,- le explica Martina- quiero... "enseñarle" la habitación a este chico. Así que... vete a otra parte. ¿Queda claro?
Tú le pide las llaves de la habitación contigua a Nadia, que se va de compras, y ésta se las cede amablemente. La chica entra, se sienta sobre la almohada y se recuesta en la pared. Abre el libro por el punto en el que se había quedado y se sumerge en la lectura hasta que...
-¡¡¡Revisión sorpresa de habitación!!!- Grita el entrenador entrando enérgicamente.
Asustada, Tú asoma su mirada por encima de las páginas del libro.
-¡¿Qué diablos haces tú aquí?!- Vocifera el entrenador.
-Leo.- Responde con su vocecita asustada.
-Pero esta no es tu habitación.
-Ya, pero es que Martina necesitaba un momento íntimo y...
-¡¿Qué? ¿Qué?! ¡¡La madre que la...!!- Grita saliendo hecho una furia.
Al momento se escuchan los insistentes golpes del entrenador pidiendo a Martina que abra la puerta. A través del cristal de las puertas que dan al balcón, Tú ve cómo el saltador, desnudo, salta a su terraza y coge al vuelo la ropa que Martina le tira. El chico saluda con simpatía y Tú le abre la puerta para que pueda escaquearse mientras el entrenador discute con Martina.
-¿Qué pasa, no puedo salir desnuda a la terraza?
-¡No me da la gana que mis jugadoras salgan desnudas a la terraza!
Tras el incidente llegó el día de la verdad, el del partido que te otorga el cruce malo o el peor. Con Martina castigada, Tú creyó que podría tener alguna oportunidad, pero volvió a ver el partido desde el banquillo. El entrenador hizo toda una exhibición de pericia y el equipo logró una brillante victoria que le aseguraba el tercer puesto. El del cruce malo.
Decepcionada, Tú, mejor dicho, Nadia, no podía dormir. Y por si le faltaba poco, su teléfono sonó a la una de la mañana. Era Doug, parecía importante, así que salió a la terraza.
-¿Qué pasa?- Pregunta ella.- ¿Porqué llamas a estas horas?
-Estoy en el hospital.- Le dice con un claro tono de preocupación.- Acabamos de ingresar a Natsumi. Cogió un resfriado, tenía fiebre, estaba a cuarenta y uno, y no bajaba. Así que he llamado a tu madre y tu padre nos ha traído a toda prisa.
-¿Os han dicho algo?- Pregunta alarmada.
-No, te acabo de decir que la acabamos de ingresar. El médico la está tratando.
-Voy para allá.
-¡¿Qué?! No, ni se te ocurra venir. Estás en mitad de una olimpiada, no puedes dejar tirado a tu equipo.
-Es mi hija, me necesita. No pienso quedarme aquí mientras su vida corre peligro.
-No puedes hacer nada.- Le dice Doug muy serio.- No puedes ayudarla.
-Hablo con el entrenador y cojo el primer avión.- Sentencia Nadia.
El entrenador, el delegado del equipo y Kilma, capitana del equipo, se reunieron con ella malhumorados.
-No vas a ir a ningún lado.- Le dice el entrenador.- Tienes un compromiso aquí, con todos los miembros del equipo.
-Pero es mi hija, tengo que estar a su lado. Soy su madre.
-Sí. Pero también eres una profesional, y como tal, tu deber es estar aquí.
-Yo aquí no pinto nada.- Responde con desidia.- No me siento parte del equipo. He fracasado. Ya he fracasado en estas olimpiadas. No veo porqué no puede dejarme ir.
-Eres idiota, vuelve a la cama y no me despiertes por semejantes tonterías.
En la tarde del día siguiente se disputaba el último partido de la fase de grupos. Era el rival más débil. Tenía que jugar Tú, pero no pudo. No estaba en condiciones. Se pasó toda la noche sin dormir y estuvo todo el partido sentada con los talones sobre el asiento, escondiendo la cabeza entre las piernas, con el móvil en la mano esperando una llamada que nunca llegaba.
Finalmente, a la noche, la llamó su madre. Natsumi seguía en observación, y si todo iba bien le darían el alta al día siguiente.
Nadia, mucho más tranquila, tuvo una larga charla con los preparadores. Entendían su reacción al ser ingresada Natsumi, y lo veían como algo normal en una chica tan joven. Aun así no escondieron su decepción. Su falta de compromiso queriendo dejarlos a todos tirados, su falta de espíritu de equipo eludiendo el apoyo de las compañeras, su egoísmo al renegar de todo cuando se le ha brindado en esta oportunidad.
La familia, los amigos,... hay muchas cosas importantes, pero cuando no puedes ayudar, no puedes ayudar. El entrenador quiere que comprenda que ella también es importante, y que Natsumi no es quien la necesitaba a su lado, quien la necesitaba era el equipo. Y ella no lo supo ver y eso la hizo quedarse sin jugar.
Aclarado todo, empieza una nueva semana. El pabellón está medio lleno y las jugadoras viven el protocolo de los himnos. Este es EL CRUCE para la selección nacional, unos cuartos de final en los que juegan contra el segundo del Grupo B.
Las chicas unen sus manos encima de la del entrenador y la capitana grita con toda su alma:
-¡Somos...!
-¡Fuerza!
-¡Coraje!
-¡Ilusión!
El equipo empieza muy fuerte, Nadia anota los primeros puntos. Paola está bloqueando, intimidando. Kilma da indicaciones desde el banquillo, es suplente por cuestiones tácticas, pero va marcando las pautas de la estrategia. Todas están funcionando bien y se llevan el primer set. Las chicas están muy contentas y reciben de buen grado las bebidas que les reparte Tú.
En cambio, su entrenador, no es tan optimista. Conoce los problemas y las carencias de su equipo, y poco a poco saltan a la vista. La rodilla de Paola dice basta, Martina está perdiendo frescura al no tener un buen recambio, Kilma resopla antes de probar un ataque por zona cuatro que se estrella contra la red.
El 1-2 cae en favor de las favoritas, y el cuarto set tiene pinta de ser el último. Paola se quita el hielo de la rodilla, quiere salir, pero el preparador físico se interpone.
-¡No me digas que te duele el hombro!- Le dice el entrenador a Martina.-¡Ahora no te puede doler el hombro, así que sal ahí y muéstranos tu destreza!
El chico mira el banquillo. Paola discute, llora. Otra chica se cubre la cabeza con una toalla porque no quiere mirar. La más enfadada la toma a patadas con una valla publicitaria y las demás asumen que lo que resta de partido será un goteo de puntos insalvables hasta la derrota. Entonces, inesperadamente, el entrenador se agacha para hablar con Tú.
-¿Sabes por qué estás aquí?- Le pregunta mientras ella niega con la cabeza.- Nos miramos todos los vídeos de los últimos partidos que jugaste con 'el barrio'. Entonces me pregunté: "¿De dónde ha salido?" Y entonces vi el partido en la cancha del Sunshine.- El chico hace una pausa.- Ahí es donde me di cuenta de que eres especial, de que tú no juegas para ganar, tú juegas para no perder nunca. A ti te da igual el resultado, te da igual cómo termine el partido. Tú eres invencible.
El chico mira al suelo.
-Te convoqué porque creo que eres el futuro de la selección. Pero ahora mismo ya no podemos más, te necesitamos. El pasado te necesita. Sal a jugar, por favor.
Tú se desprende del chándal y recoge la tablilla de los cambios. Paola la anima, la aplaude. Y tras encajar un nuevo punto, Tú debuta finalmente en unos Juegos Olímpicos.
Se estrena con un amago, pero harta de ver a Nadia estrellarse contra el bloqueo, Kilma decide desobedecer al segundo entrenador. Y en cuanto ve el balón bien arriba se coloca de cara a Nadia y sorprende a todos con un pase hacia atrás gritando:
-¡Ataca Tú!