Es verano. Hace mucho sol y hay mucha humedad, pero el aire acondicionado del aeropuerto tiene helado el ambiente. Nadia mira la cinta transportadora esperando su última maleta. "Aquí está." Dice antes de recogerla y colocarla en el carrito.
Empieza la aventura.
Nada más salir al vestíbulo de las llegadas mira a su alrededor en busca de alguien que levante un cartel con su nombre. Es un chico. Este no lleva traje, viste de una manera informal y levanta el brazo derecho en cuanto la ve. Ella se le acerca y lo saluda formalmente. Al poco aparecen una madre y una niña.
Quieren un autógrafo.
El chico habla. Se presenta, le pregunta por el viaje; pero ella no le entiende. Tampoco le escucha, va a lo suyo. El traductor todavía no ha llegado. Tendrán que esperar.
Mientras tanto, Nadia pide paciencia a la pareja de periodistas que la esperaban para cubrir la llegada a la ciudad de una de las nuevas estrellas del Nature Volleyball Sport Team. El mecenas del equipo, un millonario de la región, ha decidido reunir a las mejores jugadoras del continente para formar un equipo temible.
La traductora hace acto de presencia llevándose una buena bronca por parte del chico. Ahora sí, la nueva jugadora del Nature sonríe ante la cámara y responde a las cuatro preguntas de rigor.
Es el momento de ir a las oficinas del equipo, visitar la residencia de las jugadoras y firmar su nuevo contrato por dos temporadas con opción a una más. Ya en el coche, y con más calma, la traductora se presenta y le hace una pequeña introducción a la cultura local. Nadia mira por la ventana. A través del cristal puede ver el paisaje soleado, como si pudiera ver plasmadas la imágenes de la canción Hui fa vent. El brillo de los rayos de sol en el mar, las casas de color blanco, las olas llegando a la fina arena de la playa...
Nadia está triste.
Sabe lo que ha sacrificado. Todas sus justificaciones y explicaciones han caído en saco roto. Doug está decepcionado con ella porque considera que lo ha sacado de su vida. Y Natsumi está enfadada, está muy disgustada, se siente abandonada y ni siquiera quiso ir a despedirla al aeropuerto.
Hace viento, la ropa tendida se mece de un lado a otro. Poco a poco se acercan a la ciudad. Las macetas de los balcones desaparecen lentamente del paisaje y los árboles rodean la carretera. Todos le dicen que se ha equivocado, que se ha precipitado.
Su punto de vista es que aquí está su sueño, su oportunidad. Va a jugar por primera vez el Torneo de Campeones, va a viajar por el continente jugando al voleibol, va a conocer un montón de cosas nuevas y, desgraciadamente, lo hará sola.
Nadia no quiere perder a Doug, ni quiere distanciarse de Natsumi; pero tampoco se siente apoyada ni querida. En la cima del éxito hace viento, y se ve correr el oleaje.
El coche se detiene frente al pabellón. Es un lugar muy bonito. Con pistas de baloncesto, árboles y edificios que parecen muy nuevos. Aquí hay más periodistas esperándola. El propio presidente sale a saludarla y la acompaña al interior de las oficinas.
En una rueda de prensa medio llena, Nadia se presenta hablando las pocas frases que ha aprendido para la ocasión. Al final de la presentación posa levantando la camiseta verde con la franja vertical negra que cae por el hombro derecho. Su nuevo dorsal: el siete. "El de las estrellas." Se dice Nadia.
Terminado el acto, el director deportivo la acompaña hasta la residencia, que está al lado del pabellón. Tiene una hora para comenzar a deshacer la maleta antes de bajar a comer y presentarse a algunas de sus nuevas compañeras. Por la tarde empiezan las clases para aprender el idioma. Y, por si tuviera ganas, el polideportivo propiedad del equipo está a su disposición. Las jugadoras del Nature tienen acceso gratuito tanto al gimnasio como a la piscina.
Pero lo primero que hace Nadia es comprobar el reloj para asegurarse de la diferencia horaria y después llama por teléfono.
-Hola.
-Vaya.- Responde Doug.- Hola.
-¿Cómo estáis? ¿Cómo va todo?
-Ya sabes cómo estamos. ¿Qué es lo que quieres?
Silencio.
-Dime que seguimos juntos.- Le pide Nadia.- Dime que seguimos juntos a pesar de estar en países diferentes.
-Estamos juntos.
Nadia suspira aliviada.
-Gracias.
-Te quiero.- Le dice Doug.- Pero eso no quita el enfado que tenemos. Nos has despreciado y nos has faltado al respeto. Pedir perdón serán cinco segundos, pero borrar esta cicatriz llevará años. ¿Eres consciente de ello, no?
-Sí.- Responde ella sin dudar.- Por eso me arriesgué. Porque creo que podremos superar esto y borrar la cicatriz. Soy valiente y asumo las consecuencias que ello conlleva.
-Ya veremos cómo lo hacemos para reconstruir nuestra vida. De momento la prioridad es que Natsumi vuelva a dirigirte la palabra. No me esperaba esto de ella, la verdad.
La conversación termina con el compromiso de Nadia de buscar un colegio para la niña. Quiere darle la opción de venirse con ella. Ahora mismo Doug está trabajando en una frutería y quiere aprender el funcionamiento del negocio. Se le han ocurrido buenas ideas de cara a medio plazo. Tras la venta del supermercado tiene algunos ahorros que quiere invertir en algún negocio nuevo.
De momento, Nadia debe centrarse en aprender el idioma y aprovechar los días previos a la pretemporada para conocer la ciudad.
Todos se portan muy bien con ella hasta que pide ayuda para escolarizar a su hija. Entonces aparecen los problemas burocráticos, la apatía de la embajada y un montón de papeles que no entiende. La pobre no sabe por dónde empezar. Aparte, el director ejecutivo se reunió con ella para decirle que no se aceptan niñas en la residencia y que traer a su hija significaría tener que buscarse un piso. Lo que además supondría buscar una canguro para cuando ella no estuviera.
Y en medio de todos estos quebraderos de cabeza llega el Torneo local y el Nature pierde contra pronóstico. El equipo de las estrellas se lleva su primera bronca. Sanción económica incluida. "Aquí, si se pierde, perdemos todos." Les dijo el dueño en los vestuarios.
Por su parte Doug también es tajante sobre irse a vivir allí: "No voy a irme a vivir allí. No quiero tener que semiaprender un idioma para hacer de florero o cobrar un sueldo miserable. No nos compliquemos la vida, cariño. Probemos a convivir con la situación actual a ver qué tal nos va." Y Nadia se siente decepcionada, pero el voleibol no para.
El Nature también se estrella en el Torneo de Apertura y rueda la cabeza del entrenador. Nadie asume el liderazgo, nadie juega en equipo, caos, individualismo, ¡sálvese quien pueda! A la dirección del equipo llega una chica joven. Se la ve acostumbrada a todo el circo que rodea al club. Aunque esté solo de paso, al ser una ex jugadora con mucha experiencia sus charlas son de gran ayuda para las nuevas, y Nadia entendió que era una buena oportunidad para dar un paso más.
Suena el teléfono.
-¿Diga?
-Hola Natsumi, soy la mama. ¿Está el papa?
-No.
-¿Cómo va todo? Dentro de poco empezarás el cole.
Silencio.
-¿Natsumi, estás ahí?
-El papa no está.
-Bueno, pero... puedes... puedes hablar conmigo.
Silencio.
-Oye Nat,- insiste Nadia- había pensado en que te vinieras aquí a vivir conmigo. Así pasaríamos más tiempo juntas y...
-¡NO!
La niña baja el tono de voz como si se escondiera arrepentida.
-Yo no quiero irme, quiero estar con mis amigas.
-Pero este es un lugar muy bonito y el papa también vendrá, ya lo verás, será...
-No, no quiero ir.
-¿Porqué no quieres venir? Podrás seguir en contacto con tus amigas.
-Porque no.
-Pero eso no es una respuesta.
-No quiero ir, prefiero estar con la abuela Marta.
Nadia se toma unos instantes para tragarse el grito que iba a soltar y reducir a la furia el tono de su respuesta.
-Mira niña, te vas a venir conmigo a las buenas o a las malas. Soy tu madre y mientras estés bajo mi tutela harás lo que yo te diga. ¡¿Queda claro?!
Natsumi cuelga el teléfono asustada. Al otro lado de la línea Nadia se lleva la mano a la boca incrédula de lo que acaba de soltar. "Qué he dicho." Se dice arrepentida. "Oh, no. Cómo... cómo he podido decirle eso. Me odiará el resto de su vida."
Al cabo de unos minutos llamó Doug alarmado. Entre los dos aclararon el tema y quedaron en verse a mediados de octubre. Nadia se disculpó con Natsumi aceptando su nuevo fracaso. Así todo volvía a su tensa calma.
Nadia mira por el cristal del autocar oficial del equipo. Los partidos de las primeras jornadas se suceden mientras suena en su reproductor el Cry baby cry de Royal Republic, hasta que por fin llega ese sábado tan esperado. Ese en el que la red central es negra y tiene estrellas blancas pegadas a modo de firmamento; los árbitros visten con pantalón negro y camiseta gris; los balones tienen una estrella negra unida a un corazón rojo bajo una corona de tres puntas. Por megafonía suena el himno olímpico que da paso a la presentación de los equipos. Es el primer partido del Torneo de Campeones.
Por primera vez desde que llegó, Nadia deja a un lado sus problemas personales y disfruta machacando la pelota. El rival no tiene nivel, parecen un equipo amateur. El Nature gana por tres sets a cero y suma su primer punto de la fase de grupos.
Y mientras Nadia empieza a hablar el idioma local, Doug intenta convencer a Natsumi de que se venga a pasar un fin de semana en familia. Estarían los tres reunidos de nuevo. Pero la peque no quiere, sabe que tiene un motivo para no ver a su madre pero no lo encuentra.
El Nature presenta al que será el entrenador hasta final de temporada. Un tipo malcarado con fama de duro que acumula un palmarés de éxitos en varios países. Con él al mando el equipo sale de la mediocridad para alzarse hasta el tercer puesto. Competir por ganar la primera vuelta de la fase regular ya es imposible, pero todavía hay margen para destacar de entre el resto. Las chicas están contentas con el nuevo entrenador. Es un gran motivador. Ahora solo falta que algunas estrellas empiecen a arrimar el hombro tal y como están haciendo otras.
Gracias a los medios deportivos, Doug sigue la temporada de su chica y guarda todas esas fotos en las que ella aparece. El chico mira su reloj y salta escandalizado: "¡Ahí va qué tarde!" Tras terminar de atender a la clienta que tenía enfrente corre a ponerse la chaqueta y sale a toda prisa. Creía que hoy le tocaba a Violet recoger a Natsumi del colegio y se le ha pasado la hora.
La niña, por su parte, se ha cansado de esperar sentada frente a la puerta y deambula por el recinto escolar. Sus pasos la llevan hasta el patio, en donde se encuentra con una voz que le suena familiar. Allí una chica está enseñando a jugar al voleibol a un grupo de niñas.
"Se parece a la chica que me regaló la pelota de voleibol." Se dice acercándose para curiosear.
La monitora las reparte por parejas para que empiecen a pasarse los globos realizando un solo toque. Tras ordenar el inicio del ejercicio la chica se percata de que hay alguien mirándola.
"Es ella."
Natsumi la ha reconocido nada más verle la cara. Pero parece que Irisia no la recuerda.
-Hola.- Se presenta Irisia.
-Hola.
-¿Quieres jugar al voleibol?- Le pregunta sonriéndole.
La niña se la queda mirando pensativa.
-¿Qué me dices?- Insiste Irisia.
-¡El voleibol es un rollo!
Irisia ríe tras la sorpresa inicial.
-Vaya, lo tienes muy claro.- Reconoce la monitora.- Pero quizá si lo pruebas cambies de opinión.
Irisia llama a Désireé.
-Deja aquí la cartera,- le dice a Natsumi señalándole el montón de bolsas- y ponte con ella. Ya verás cómo te diviertes.
Entretanto, al no ver a la niña esperando en la entrada como siempre. Doug empieza a preguntar si alguien la ha visto y la busca por la escuela. Al cabo de un buen rato llegó al patio. Allí estaba Natsumi, jugando con un grupo de niñas.
Recuperado del susto inicial, Doug se aproxima hasta su hija.
-¡Ey!- Le saluda Irisia.- ¿Qué haces tú por aquí?
-¡Oh, hola!- Se sorprende al verla.- Vengo a recoger a la niña.- Le explica apurado.- Me he retrasado y no estaba en la entrada. Como siempre le he dicho que no se mueva del colegio me he puesto a buscarla. Qué susto me he llevado.- Respira aliviado.
-Vaya, ¿y cuál es tu hija?- Pregunta mirando por el patio en busca de niñas sentadas sin hacer nada.
-Esa.- La señala Doug.
-¿Esa?- Se sorprende Irisia.
"Pero... pues..." El descubrimiento le deja muchas dudas a la entrenadora. No entiende cómo no la ha reconocido.
Doug saluda a Natsumi y le pide que recoja sus cosas. "Venga, nos vamos a casa." La niña obedece de buen grado. Recoge la cartera, le da la mano a su padre y se despide de Irisia y del resto de niñas. Padre e hija caminan hacia la salida, no sin que Natsumi se gire un momento para echarle una última mirada a la monitora.
Muy lejos de allí, el Torneo de Campeones se convierte en una prueba de fuerza, de orgullo. En los equipos, los líderes se imponen por carácter o por calidad. Nadia es del segundo tipo, y su trabajo, constancia, y dedicación, hacen que sus compañeras tengan la obligación moral de seguirla hasta el fin del mundo.
El entrenador quiere terminar el partido cuanto antes, sabe que en esta pista te pueden llover sillas, cuchillos y ladrillos. Perder rápido y salir pitando es lo que hacen la mayoría de los equipos. Pero ella no, ella no sabe lo que es el miedo, no conoce la palabra rendición. El técnico les ha dicho que pierdan, que es igual; la directiva les ha dicho que pierdan; el millonario propietario del equipo les ha dicho que daba igual el partido, que a esa gente les dejan hacer lo que quieren en su pista y que lo importante es que sus chicas salgan vivas.
Desobediencia, dignidad, rebelión. Nadia salta con todo, sin reservas. Intuye el hueco que verá en la próxima décima de segundo y va a por todas. Coordinación, potencia, equilibrio. El remate es perfecto. El balón pasa por la derecha de una pantalla pésimamente colocada y la receptora observa atónita cómo la pelota le bota junto al pie. Como a ellas siempre les dan esos puntos como balón fuera, algunas jugadoras locales alzan los brazos. Pero es tan descarado que la chica tiene el pie un metro dentro de la zona que el árbitro no tiene otra opción que otorgarle el punto y el set al Nature.
El dos a dos. El desastre. El entrenador del Nature se lleva las manos a la cabeza. El orden natural de las cosas está en entredicho y esa maldita atacante está dinamitando el partido. El público se enfurece, la policía crea un cordón de protección entorno al banquillo del Nature. Sentar a la cabecilla rebelde debería enfriar los ánimos.
Empieza el quinto y definitivo set. El equipo sigue con la inercia impulsada por Nadia pero parece que se va apagando poco a poco. Ahora sí, el entrenador sigue el partido mucho más tranquilo. Satisfecho porque han dado la cara y saldrán vivos de esa pista. En pie en el área técnica, se cruza de brazos y da un soplido para templar los nervios. Todo parece controlado hasta que escucha un grito. El hombre gira la cabeza a un lado y luego mira hacia la pista. Nadia les dicta la jugada y las chicas la ejecutan a la perfección. El Nature vuelve a adelantarse. Todas las chicas del banquillo se levantan, los aficionados les lanzan monedas, mecheros y todo tipo de objetos.
Ya todo da igual. El entrenador entiende que no puede quebrantar el espíritu competitivo de su equipo. Nadia vuelve a la pista. Es momento de que el equipo local, imbatido en su propia pista en los torneos internacionales durante los últimos tres años, se doblegue ante el talento, el coraje y la valentía.
El partido termina. Las chicas del Nature saltan a la pista para celebrarlo, el entrenador les pide que vuelvan rápido para salir escoltados por la policía. Algunas chicas miran al entrenador y luego miran a Nadia.
Nadia ha pasado por debajo de la red y está saludando y felicitando a las jugadoras rivales por el partido. Hasta los entrenadores se acercan hasta ella para darle la mano. Las jugadoras se mezclan, el público calla. Avergonzados e impotentes, no les queda otra que reconocer el esfuerzo de las jugadoras de su equipo con un fuerte aplauso.
Ganar como campeones, perder como campeones. La filosofía de Nadia está impregnando a todo el equipo. Hasta el entrenador, duro entre los duros, se ve, a su edad, rompiendo sus esquemas conservadores.
La prensa destaca la proeza en casi todas las esquinas de las portadas. El dueño está contentísimo. El Nature acaba de lanzar un serio aviso a sus competidores.
Doug aprovecha un rato muerto para recortar la noticia. En la foto que la acompaña aparece Nadia rematando el punto del empate. "Natsumi tiene que ver esto. Seguro que le gustará." Se dice orgulloso de su chica. Dentro de dos semanas irán a ver a Nadia y hay que procurar que la niña entienda y acepte la situación, que no se sienta abandonada y se pueda reconducir la relación.
Más miedo tiene Nadia, sentada frente a la ventana de su habitación. Entre sus manos tiene un libro de sicología infantil que tira con rabia contra el suelo. "¡Esto no sirve para nada!" La chica se acaricia el pelo con ambas manos. Su hija venía sin manual de instrucciones. Ella tiene claro que un hijo es una personita a la que hay que cuidar, enseñar y proteger; pero en ningún lado dice nada sobre el distanciamiento y cómo superarlo.
-Creía que yo era pieza la angular, que era yo quien sustentaba y cohesionaba a mi familia. Que sin mí no podrían seguir y se vendrían conmigo.- Nadia recoge el libro.- Pero no es así. En una familia nadie es imprescindible. Si uno cae los demás siguen adelante.
>>Cuesta mucho comprender que nadie es más importante que los demás. Quererse no debería ser una obligación, debería ser algo natural. Una familia no se puede comparar con un alma, porque ni debe funcionar al unísono ni se trata de una máquina. Una familia son vínculos.
>>Vínculos especiales que nos regala la propia naturaleza.- Dice asomándose por la ventana y mirando a las montañas.- Creía que tenía un fuerte vínculo con Natsumi, pero no es así. Y no sé cómo arreglarlo. Si digo algo me lo echará en cara, y si no digo nada será como si no me importase. Y si digo algo y ella no dice nada, entonces lo único que puedo hacer es esperar a que me perdone. ¡Ais! - Suspira alicaída.- No sé qué hacer.
La chica vuelve a meterse dentro y cierra la venta.
-En lugar de enamorarme debí comprarme un gato.- Dice irónicamente para reírse de sí misma.
En el plano deportivo, llega la semana del 'Big weekend'. Ocho equipos, dos grupos, una final four. Es una competición muy intensa, todos los partidos se juegan en una sede a lo largo de una semana. Un grupo para el vigente campeón de Copa y otro para el ganador del pasado Campeonato. Una fase de liguilla que se juega de martes a jueves. Los dos primeros de grupo juegan las semifinales del sábado. La final se juega el domingo sin partido por el tercer y cuarto puesto. El 'Big Weekend' está siempre acompañado por un gran circo que lo arropa año tras año. Con una feria para los patrocinadores, torneos escolares, programas de radio en directo,... Una semana en la que el voleibol abre sus puertas a todo el mundo y enseña todo lo bueno y espectacular que puede ofrecer.
El Nature pasa la fase de grupos con dos victorias y una derrota. Para semifinales Nadia está muy motivada y el Ocean cae estrepitosamente. Hasta el dueño del equipo bajó hasta los vestuarios para felicitarlas personalmente, lo cual no gustó a algunas jugadoras que querían ducharse y no escuchar tonterías.
Hoy domingo, es el gran día, el día de la final de Copa. En las gradas están Doug y Natsumi. Situados en el anfiteatro, encima del banquillo del Nature. Nadia los saluda en cuanto los ve durante el calentamiento. Hacía tiempo que no tenía esa agradable sensación de tener a los suyos cerca. Su ilusión por jugar bien sube por momentos.
Tras las últimas indicaciones de los entrenadores empieza la final. El equipo de las estrellas toma la iniciativa. El Nature está lanzado. Nadia sonríe tras anotar el último punto y Doug aplaude. Ya tienen cuatro puntos de ventaja.
En una mala defensa, el Olympus recorta distancias. Entonces Nadia lo ve.
"No. No puede ser." Se dice incrédula.
Su equipo recupera la diferencia, pero el rival vuelve a reducir la diferencia.
"¡NO!"
Nadia vuelve a ver cómo Natsumi alza los brazos celebrando el punto del Olympus. El partido ha terminado para ella. Le duele el alma, siente escalofríos. Tiene miedo.
El entrenador la sienta. Tiene una jugadora en estado de shock y ellos están compitiendo para ganar. No pueden permitirse el lujo de ser uno menos sobre la pista. En el banquillo Nadia rompe a llorar. Sus compañeras se le acercan sorprendidas, pero no existe consuelo alguno para lo que siente en estos momentos. El Nature pierde la final. Ni las chicas ni el entrenador entienden lo que le ha pasado a su atacante estrella. El propietario teme que la hayan comprado para dejarse ganar, pero una charla más sosegada tras el partido, con la presencia del entrenador, un traductor y un secretario; sacan a relucir el lado más humano del millonario. Aun así, Nadia sale con la obligación de resolver el problema cuanto antes.
Esa mismo día tiene su oportunidad. Un restaurante del centro de la ciudad, una comida en familia. Hacía mucho que no comían los tres juntos. Nadia mira la carta, no se atreve a mirar a su hija. No sabe qué hacer ni qué decir. Curiosamente, es su hija la que se le acerca.
-Mama.
-¿Sí?- Responde Nadia temerosa.
-Mira,- le dice sacando un papel arrugado de su chaqueta- tienes que firmar esto.
-¿Qué es?- Pregunta la chica cogiendo el papel.
Nadia lo lee y no da crédito a lo que ve. "¿Se están riendo en mi cara?" Piensa antes de girarse hacia Doug con cara descompuesta.
-¿Qué pasa?- Pregunta Doug sorprendido.
-Nada.- Replica Nadia visiblemente irritada.
La chica saca un bolígrafo de su bolso y firma el papel llena de rabia.
El papel es la autorización para que Natsumi empiece a jugar en el equipo infantil del Seven.
-Así que ahora vas a jugar a voleibol.- Le dice Nadia a Natsumi devolviéndole el permiso con una sonrisa forzada.
-Sí.- Contesta la niña.- Y te ganaré.
Nadia quería fulminar a Doug con la mirada porque creía que ya estaba al corriente; pero la declaración de su hija la vuelve a coger desprevenida.
-¿Qué?
-Te ganaré.- Repite Natsumi.- Jugaré contra ti y te ganaré, entonces tendrás que volver a casa y quedarte con nosotros.
-Pero Nat,- interfiere Doug- hay mucha diferencia de edad.
-No te preocupes papa, yo ganaré por ti.
El camarero tomó nota de una comida que ya no tendría sabor para Nadia. Se sentía maldita. Como convertida en sapo. Y por más que lo intentaron no lograron cambiar la opinión de Natsumi. Nadia se quedó con muy mala sensación en el cuerpo porque no logra comunicarse con su hija. Al menos la despedida en el aeropuerto fue más cálida.
En las semanas siguientes Nadia dedicó buena parte de su rato libre a meditar. A reconocer sus errores y a buscar una solución. Dentro de poco empieza la temida Ronda de Supervivencia del Torneo de Campeones. "El lugar al que nadie quiere faltar, la eliminatoria que nadie quiere jugar." Piensa Nadia recordando los artículos, las entrevistas y las opiniones de periodistas, ex jugadoras y entrenadores que hablan de dicha ronda.
Dos grupos de ocho equipos, seis partidos, una clasificación basada en la diferencia de sets. Tan solo se sortean los dos primeros partidos, los demás emparejamientos se determinan según la clasificación, así es la maldita Ronda de Supervivencia.
El entrenador está preocupado por Nadia, la ve fuera de lugar. El equipo está cerca de ganar la fase regular del Campeonato, pero hay que empezar a pensar en la fase final.
Doug recibe la llamada del entrenador. "¡Anima a esa chica chaval!" Le grita el hombre ayudado por la traductora. Fue una llamada bastante surrealista, aunque el mensaje fue directo y convincente. No tardó ni un minuto en hablar con su chica. Intimidado por el mal genio de aquel hombre, Doug bromea haciéndose el indignado por el tono de la llamada. Nadia ríe. Hacía tiempo que no reía.
Para intentar animarla, su chico recurre a la filosofía que a ella tanto le gusta leer.
-Recuerda el proverbio.- Le dice.- Si tienes un problema no te preocupes. Si el problema no tiene solución, no te preocupes porque no tiene solución. Y si la tiene no te preocupes porque esta vendrá a ti cuando menos te lo esperes.
-Sí,- reconoce ella- debería darle tiempo y centrarme en jugar. Para eso vine.
-Natsumi cree que si vuelves a casa dejarás de jugar al voleibol, pero si vuelves será para seguir jugando. Todavía no es consciente de lo que significa que su madre sea una jugadora profesional.
>>Tú ya te disculpaste y todavía nos estamos adaptando a esta situación. Yo ya he pasado por lo mismo que pasa nuestra hija y creía que sabría hacerlo mejor, pero...
-No te culpes.- Replica Nadia.- Todos queremos ser los padres perfectos y tener los hijos perfectos. Desgraciadamente nuestra única experiencia es la que hemos tenido con nuestros padres. Y todos los hijos sabemos que lo haríamos mejor que ellos, porque vemos los fallos, incluso algunos que ellos nunca llegaron a conocer; pero cuando llega el momento de ser padres todo es diferente. Las circunstancias, la época, la mentalidad,... todo puede haber cambiado.
>>Yo lo haría mejor que mi madre, tú lo harías mejor que tu padre, pero no tenemos una Nadia o un Doug que educar. Tenemos a Natsumi, y todo es muy distinto.
-Si te sirve de ayuda que sepas que tu hija es tu fan número uno cuando juegas el Torneo de Campeones. Mi madre la riñó a base de bien cuando en el último partido vio que no te apoyaba. Le dijo que tenías que ganar y que era muy importante para todos.
"Gracias, seleccionadora-que-no-quiere-convocarme." Guarda para sí.
La conversación terminó con algunos planes a corto y medio plazo. Aprovecharon para hablar de las vacaciones y de las próximas idas y venidas. Como las posibles finales o el festival escolar de la niña. Ambos coincidieron al reconocer, que el entrenador tuvo una muy buena idea.
Así, su atacante estrella vuelve a estar en el presente, concentrada en cada remate. Ahora ya tiene a todo el equipo empujando hacia la misma dirección. Tan solo hay un par de chicas con molestias. Nada importante de cara a la recta final de la temporada.
Esta semana empieza la Ronda de Supervivencia y aunque es su primera experiencia, Nadia tiene bien claro lo que hace falta para llegar a la final. "Ganar, ganar y ganar."