Es un hermoso día soleado, Violet mira por la ventana del hospital sentada en una silla. A su lado está Nadia, arrodillada, casi suplicándole.
-Di mi nombre.- Le pide Nadia casi llorando.- Dime como me llamo.
Su madre gira la cabeza para mirarla. Tras un rato de duda le sonríe.
-¿Quién eres tú? Pareces una persona muy simpática.
-Soy yo, Nadia, tu hija.- Insiste- Mamá recuérdame, por favor.
Violet le acaricia el pelo y se queda pensativa.
-Saldremos de ésta mamá, te lo prometo.- Dice levantándose.
Nadia sale de la habitación tragándose las lágrimas. Ya es definitivo, tiene que aceptar que su madre padece alzhéimer. Una enfermedad que te mata en vida destruyendo tu alma. Afuera está Neda, que la abraza nada más verla por el pasillo. Su hermana no es tan fuerte y llora desconsolada sobre su hombro. Lo que parecía una depresión. La soledad, la pérdida de iniciativas, la ansiedad. Todo estaba relacionado con la enfermedad. Neda no quiere entrar, no quiere ver así a su madre. No puede asumirlo. Le parte el corazón solo de pensarlo, pero tampoco quiere dejarla tirada. Deberá echarle valor e ir aceptando poco a poco la realidad.
Tras hablar con el médico Nadia vuelve a entrar en la habitación del hospital. Su madre está tumbada en la cama, tranquila, como si no pasara nada. Como si hace unas horas no hubiesen estado a punto de atropellarla. Violet coge su pequeño reproductor de música de encima de la mesita. Empieza a sonar Across the universe, Nadia se le acerca y le ofrece su brazo para que se apoye.
-¿Quieres bajar un rato al jardín?- Le pregunta.
-Pues claro,- responde Violet con entusiasmo- seguro que vemos flores muy bonitas.- Añade levantándose, apoyándose en el brazo de su hija.
-Sí,- responde Nadia- seguro que son las flores más bonitas del mundo.
La dos empiezan a caminar juntas hasta la puerta.
-Me gusta esta canción.- Dice Violet.- Antes la cantaba un chico muy guapo, pero esta chica también lo hace muy bien.
Nadia acompaña a su madre hasta el jardincito de la parte norte del hospital. Por el camino se pregunta en si esta enfermedad afectará al alma. Si es solo una enfermedad y tras la muerte recuperas tus recuerdos o si realmente se pierden para siempre. A pocos metros del caminito de tierra hay un banco de piedra en donde Nadia ayuda a su madre a sentarse. La mujer se gira hacia unas flores de color rojo, alguien ha plantado Higanbanas. Mientras Violet las acaricia, su hija se sienta a su lado y le da un pequeño abrazo.
-No sé si servirá de algo,- dice Nadia- pero mamá, quiero que sepas que yo siempre seré tu mayor fan.
Bajo el cielo azul no deja de preguntarse cómo puede existir semejante castigo.
"La vida es..." Se dice Nadia. "La vida es como cualquier cosa porque en el mundo sensible todo es efímero. La vida puede ser una obra de teatro, un camino, una semilla,... pero la comparación adquiere mucha más fuerza cuando lo hacemos con algo abstracto y positivo.
>>La vida es comprensión, la vida es valentía, la vida es coraje, la vida es un sueño, una ilusión. Como bien decía el cuadro: Ceci n'est pas une pipe, y es que esto no es una pipa. Porque puede que mi vida sea una historia creada por un loco, que yo no exista, y que todo esto no sea más que una mentira.
>>Todo cuanto he aprendido y enseñado no tiene por qué ser cierto. Cuando se enseña también se tiene que educar a dudar de lo que se explica.
>>Quizá no sea más que un montón de palabras esperando a que alguien me diga: levántate y anda. Pero nada de eso me impide sentirme triste y frustrada. ¿Existe la vida más allá de la vida?"
Los días pasan y el golpe se hace menos duro, ya no duele tanto cuando parece que el mundo vuelve a acoger entre sus brazos a una persona con alzhéimer. Violet ya está en su casa, junto a una persona que cuida de ella.
Hoy ha venido a verla Marta, que ha traído un montón de fotos viejas.
-Qué alegría veros juntas.- Comenta Nadia al verlas charlando en el comedor.
-Hola cariño,- responde Violet- hacía días que no te pasabas por aquí.
"Vine ayer mamá."
-Estamos repasando fotos antiguas.- Dice Marta.- Me ha enseñado algunas de cuando eras pequeña. Qué mona eras.
-Recuerdo que cuando empezaste a jugar a baloncesto no parabas de repetir: "Yo ganaré una medalla de oro."
-¿Empezó jugando a baloncesto?- Pregunta Marta.
-Y tanto,- recuerda Violet- hasta que no la rechazaron tres veces aquello era una guerra. "Nadia haz la cama." Y ella: "Para qué quiero perder el tiempo haciendo la cama si voy a ganar una medalla de oro." Y así con todo.
Nadia se sorprende por el recuerdo de su madre.
-Oye mamá.
-Dime.
-¿Recuerdas cuál fue mi mejor partido de voleibol?
-¡Pues claro que lo recuerdo!- Replica sin dudar.- La semifinal de tu primer torneo cuando estabas en el instituto.
Sorprendida. Durante el trayecto de vuelta a casa, en el autobús, Nadia le va dando vueltas a la idea que tiene en mente. Se arrepiente de haber convencido a Doug de vender la casa, pues ahora viven en un piso a las afueras de la capital. Bajando en la parada desierta, pasado el restaurante, girando la primera a la izquierda, entre el concesionario de coches y la sucursal del banco, ahí está el portal de su casa.
Nada más entrar en el piso saluda. Doug está en el comedor, se rompió la pierna izquierda y todavía camina con las muletas. Desde que cerró la frutería y apostó por una franquicia todo ha sido más sencillo.
A Doug le gustaría que su pareja aceptara entrenar a alguno de los equipos importantes, pero ella no quiere. A pesar de sus éxitos más que reconocidos, se ha dedicado a entrenar en institutos que no podían costear una entrenadora y en equipos prácticamente amateurs.
Nadia coge el teléfono y hace una rellamada. Le da un besito en la frente a Doug y espera a que alguien responda, entonces dice:
-Sí, soy yo. Acepto.
Y mientras Doug se lleva las manos a la cara Nadia sonríe. La primera parte ya está hecha. Dos días después ya estaba todo listo. Sus sustitutas, su contrato, sus primeros cambios.
En la sala de prensa es casi la hora, faltan unos minutos para las doce. Nadia está nerviosa, pero se siente feliz. El delegado la está buscando por los pasillos. Al final la encuentra en un despacho, hablando por el móvil.
-Hola mamá, soy yo, Nadia.
-Nadia...- Responde Violet.
-Soy yo tu hija.
-Que sí hija, que sí, últimamente estás muy pesadita con tu madre.
"Lo que hay que oír." Se dice Nadia al otro lado del aparato.
-¿Qué querías?- Le pregunta su madre.
-Mira alguno de los diarios de hoy. En la sección de deportes.
-¿Qué tengo que buscar?
-Busca alguna noticia sobre voleibol. Ya sabes, una de esas pequeñas y escondidas.- Se escucha a su madre pasar páginas.- Cuando la encuentres léemela.
Violet la encuentra por fin y la lee en voz alta.
-"La selección de voleibol ya tiene nuevo entrenador. Este mediodía se presentará a..."
Silencio.
-Yo ganaré una medalla de oro.- Anuncia Nadia antes de emocionarse al otro lado del teléfono.- Te regalaré el mejor partido de voleibol de todos los tiempos.
El delegado le hace una señal y Nadia apaga el móvil. La rueda de prensa tiene que empezar. Primero las fotos del encaje de manos simbolizando el acuerdo y luego unas palabras del presidente de la federación. Ahora le toca el turno de palabra a la nueva seleccionadora nacional.
-Como seleccionadora nacional, puedo prometer y prometo un equipo valiente e íntegro, capaz de sufrir y sacrificarse; puedo dar y doy, desde este mismo momento, toda mi dedicación a jugadoras, entrenadores y equipos del país; puedo comprometer y comprometo, desde este mismo instante, a todos aquellos que inician conmigo esta aventura, a representar a nuestro país bajo los valores del respeto, el esfuerzo y la dedicación. Quiero un equipo que compita contra lo imposible y no aceptaré menos.
En las semanas posteriores empezaba su trabajo visitando uno a uno a todos los equipos de la Superliga. Irisia es quien más temía la visita de su amiga. La ahora directora técnica del Roses sabe que Nadia no hace prisioneros y decidió supervisar la visita en persona.
La pista estaba preparada, a un lado las chicas del Roses reunidas en torno a Nadia y Alice, en el otro campo un equipo masculino de segunda fila.
-Vamos a realizar el 'Test de Nadia'.- Les anuncia Alice.
Las titulares jugarán un partido de un set contra el equipo masculino y empezarán con una desventaja de siete puntos. Las chicas empiezan muy animadas, parece que la seleccionadora quiere una exhibición y están dispuestas a dársela. Pero justo después de celebrar su primer punto ven como Alice le suma el punto al equipo rival. Cero a ocho.
-Oiga,- Dice la capitana del equipo acercándose hasta donde están Nadia y Alice.- que hemos marcado nosotras.
-Juega, y calla.- Contesta Nadia con mucha frialdad.
La atacante del Roses lanza su tiro cruzado contra el bloqueo y éste se come el balón haciéndolo votar en su propio campo. Cero a nueve. La capitana quiere quejarse de nuevo pero la mirada de la seleccionadora la fulmina de tal manera que se limita a girarse y a hablar con sus compañeras.
Ahora las chicas del Roses se dejan marcar un punto e inmediatamente miran al marcador. Cero a diez. Las chicas están totalmente desconcertadas. No saben qué hacer, de mientras, en la banda, Nadia mira al banquillo.
-¿Alguna quiere salir a jugar?- Les pregunta a las suplentes.
Silencio y miradas evasivas.
-Qué decepción.- Responde Nadia renegando con la cabeza tras volver la vista al terreno de juego.
El test termina con un patético cero a quince y unas jugadoras enfadadas con la seleccionadora porque creen que ha querido humillarlas. Irisia, en cambio, sí ha entendido la finalidad de la prueba y está muy disgustada con el equipo.
Nuevamente, se reúnen todas en torno a la seleccionadora.
-En este test- les explica Nadia- no se trataba de ganar. Esta es una prueba para comprobar la competitividad y la capacidad de sufrimiento de las jugadoras.
-¿Pero cómo vamos a competir- replica la capitana- si es un partido que no podemos ganar?
-Si tanto te preocupan los números toma,- Nadia le da el marcador de plástico que han utilizado en el test- tus números, y toma,- le dice dándole un rotulador negro- por si no tienes suficiente para hacer números así podrás dibujar tantos como te dé la gana.
>>Aquí se os pedía jugar al voleibol. Salir ahí, hacer el mejor salto de vuestra vida e intentar ejecutar el mejor smash del mundo. Y una vez hecho eso. Volver a hacer vuestro mejor salto y volver a intentar ejecutar el mejor smash del mundo. Teníais que jugar, jugar al voleibol. Jugar sin miedo a perder. Y habéis fracasado.
-A partir del punto catorce se os hubiesen concedido los puntos.- Comenta Alice.
-Da igual.- La aparta Nadia.- Ha sido vergonzoso. Hasta os habéis dejado marcar puntos. Habéis dejado de jugar porque solo os importaba sumar puntos y veíais que no ibais a sumar ni uno. Solo jugáis cuando veis qué vais a ganar, cuando el equipo rival es tan malo que os hace sentir superiores.
>>Y lo mismo va para a las suplentes. Vuestras compañeras lo están pasando mal y todas os escondéis. Ni una sola ha sido capaz de ofrecerse a ayudar. También habéis visto que ibais a perder y habéis dejado tirado al equipo. Así no se va a ninguna parte.
>>Si no se sabe competir, si no se sabe luchar más allá del resultado está claro que ninguna merece acompañarme a los próximos Juegos Olímpicos.
Por si no era suficiente, tras la bronca de Nadia llegaba la bronca de Irisia, con su correspondiente castigo.
El aviso de la seleccionadora a todas las jugadoras de la Superliga es claro y contundente.
Natsumi llega a casa tras unos días fuera. Todavía vive con sus padres, no tiene unos ingresos regulares ni un trabajo fijo.
-Bienvenida.- Le dice Nadia.- ¿Qué tal ha ido? ¿Has vendido muchos libros de ilustraciones?
-No ha ido mal, entre el viaje y todo apenas pierdo dinero.
-Para ser la primera vez que vas, no está mal.
-Ya, pero había gente buenísima.
-Siempre hay gente muy buena, no te preocupes por eso. Lo malo sería que no la hubiese.
La chica deja su bolsa de viaje en la habitación y empieza a deshacer la maleta.
-Bueno, ¿y has conocido algún chico?- Pregunta Nadia asomándose por el marco de la puerta.
-¿Otra vez con eso? Yo no quiero estar con nadie, estoy bien así. Soy feliz.
A Nadia le preocupa que su hija no parezca alguien muy sociable, pero en realidad es una persona encantadora. "Bueno, como todo el mundo cuando está de buenas."
La seleccionadora tiene trabajo revisando vídeos. Y vídeos, y vídeos y más vídeos. La base de datos que construyó Marta ha quedado obsoleta por la chulería de los que la sustituyeron en el cargo. Ahora ella y Alice tienen un montón de trabajo poniéndolo todo al día.
El Torneo Olímpico sigue el formato tradicional de dos grupos de seis y eliminatorias entre los ocho mejores. Quizá sería más interesante un formato con cuatro grupos de tres equipos, una eliminatoria y una liguilla final entre cuatro equipos. Propiciaría un calendario menos apretado y una lucha por las medallas mucho más interesante y con más partidos importantes. No es lo mismo una fase de grupos en donde te juegas un cruce, que un grupo en el que te juegas ganar o no una medalla. Pero ese es un tema que haría temblar los cimientos del voleibol internacional y que podría provocar grandes desastres naturales extinguiendo a la humanidad de la faz de la Tierra.
Nadia y Alice hacen sus listas de jugadoras como quien juega a cartas. No se ponen de acuerdo en nada. Quieren controlarlo todo al milímetro y no pueden. El principal problema es que talento, liderazgo y equipo no van de la mano. Su idea de equipo necesita unos vínculos capaces de elevarla a la excelencia, pero se sienten incapaces de valorar justamente a las jugadoras. No es lo mismo una especialista, que una jugadora que domine varias facetas del juego. "No podré evitar equivocarme." Se dice.
"Necesito chicas valientes." Se dice Nadia. "El miedo siempre está relacionado con la posibilidad de perder algo, y necesito chicas capaces de canalizar esas sensaciones en sentimientos positivos. Que se crezcan ante la adversidad. Que cuando esté todo perdido tengan la suficiente sangre fría para recordar que no tienen nada que perder.
>>El miedo a fallar lo tenemos todos. A mí me gustaría cumplir la promesa que le he hecho a mi madre, pero podría no ser posible. Podrían eliminarnos en la fase de grupos o en la eliminatoria y no llegaríamos ni a disputar las medallas. Nada es seguro.
>>En nuestra sociedad imponemos el miedo al ridículo para evitar conductas que consideramos inapropiadas, pero es un temor tan subjetivo que no hacemos más que exagerarlo atenazando a personas que solo quieren compartir cosas buenas. Como si solo debieran existir robots sin sentimientos dispuestos a cumplir un rol que haga que los demás puedan reafirmar su supuesta superioridad.
>>En fondo, la idea de miedo no es más que un estado de negatividad extrema. Un mal capaz de cambiar de forma y manipular a la gente. Y yo necesito jugadoras capaces de darle la vuelta a esa situación. Que entiendan que no deben esconder lo bueno que llevan dentro. Que teman a lo desconocido y deseen enfrentarse a ello.
>>Yo tengo miedo de decepcionar a mi madre y de decepcionar a mis jugadoras. Temo que no pueda ayudar a esas chicas a superarse, ya que se trata de una lucha personal e intransferible, pero no me echaré atrás. Mi decepción por no cumplir mi compromiso sería muy grande. Pero no podemos pretender creer que por muy noble o importante que sea nuestra causa las cosas no puedan salir mal. No es así. Las oportunidades se tienen que buscar y pelear, y para ello debemos desprendernos de nuestros miedos.
>>A todos nos duele cuando algo sale mal. Lo importante es saber aceptar los desenlaces, sean buenos o malos, como algo natural con lo que no hay que conformarse y seguir adelante."
Finalmente, la lista final sale a luz con algunas sorpresas inexplicables. Su elección se ha basado en jugadoras capaces de asumir las responsabilidades, de comprometerse, chicas que no rehúyen de los conflictos, capaces de ayudar y confiar en sus compañeras porque anteponen el beneficio colectivo al individual.
Por lo que se refiere a sus colaboradores, Neda dirigirá la nueva sección de vídeo. El cuerpo técnico de la selección también incorpora al preparador físico del Roses, recomendado y cedido por Irisia.
A pesar de las críticas y las quejas que recibirán, Nadia se lleva a todo el grupo de paseo por la ciudad mientras todo el mundo celebra la ceremonia de apertura. "Esto es mucho más distraído." Le comenta a Alice. Mañana tienen el primer partido, y es uno de esos en los que te puedes jugar el cruce malo o el peor. La selección se había ganado el respeto de sus rivales tras el paso de Marta y se había convertido en un rival a evitar, pero de eso ya no queda nada. Ahora el combinado nacional es considerado mediocre y como mucho se espera que supere la primera fase.
El horario del primer día de competición no es muy propicio. A nadie le gusta jugar a las diez de la mañana. Bueno, a nadie excepto a...
-¡Venga! ¡Venga! ¡Qué esto es más divertido que entrenar!- Les grita Nadia mientras las chicas hacen el calentamiento.- Y sino esperaos a la tarde.- Añade con malicia.
Alice ayuda a Neda a preparar el dispositivo audiovisual. A lo largo de los amistosos las chicas ya se han acostumbrado a consultar vídeos cuando están en el banquillo o hay un tiempo muerto.
Nadia ha entrenado o formado a la mayoría de las chicas que ha convocado. Todas conocen sus métodos y su exigencia. Terminado el calentamiento las chicas se reúnen en torno a la capitana del equipo. A un lado está Nadia, cruzada de brazos. "Esto está a punto de empezar." Se dice la entrenadora mirando a sus chicas. "Míralas, ahora harán el grito de guerra de nuestra selección." Piensa rememorando viejos recuerdos. "Qué ilusión."
La capitana le devuelve la mirada esbozando una sonrisa llena de travesura, después se vuelve a sus compañeras y grita:
-¡Take my...!
-¡REVOLUTION!
La seleccionadora agacha la vista intentando ocultar que se ha sonrojado. No se lo esperaba.
El partido es más sencillo de lo que parecía, los dos primeros sets se ganan con mucha superioridad. El tercer set es el que a Nadia no le gusta en absoluto, algunas todavía no han entendido lo que quiere su entrenadora.
-¡Respeto!- Les grita durante un tiempo muerto.- ¡Respeto, maldita sea! ¡Aquí se juega al máximo el primer set, se juega al máximo el segundo set, se juega al máximo en el tercer set,...! ¡El público paga su entrada para ver vuestro mejor esfuerzo! ¡Nuestro rival está compitiendo! ¡Competid! ¡Mostrad respeto hacia ellas y hacia nuestro equipo! ¡Hemos venido a jugar, no a caricaturizarnos!
La bronca llega tarde, pero el momento ha sido escogido expresamente. Para Nadia y Alice, perder el set debe servir de advertencia. Aunque les pueda costar el partido. Es el torneo internacional por excelencia y aquí todos los equipos son muy buenos.
Afortunadamente la reacción llega a tiempo y el resultado final es de victoria por tres a uno. El entrenamiento de la tarde concluirá con un repaso a los vídeos del partido. Incluido el momento de la bronca, que fue retransmitido por todas las televisiones.
Durante el día de descanso Nadia se compra una pelota de baloncesto. "Bah, como si fuera una tradición." Se ríe. Y lista en mano, se dedica a buscar jugadores de baloncesto que le firmen el balón. Para las firmas más difíciles siempre hay que buscar algún gancho, algún periodista o compañero del jugador en cuestión. Hay gente harta de la fama y lo último que quisiera Nadia es molestar.
El segundo partido de la fase de grupos es contra las favoritas. Las campeonas del mundo, las actuales campeonas olímpicas. Un equipo considerado una máquina de ganar partidos.
Las consignas del encuentro las da Alice. Tal como acordó con Nadia, se turnan el papel de entrenadora principal durante la primera fase en función del rival. Las palabras de Alice pidiendo a las chicas que salieran a "divertirse" y a "jugar con valentía" fueron más poéticas que reales. El rodillo les pasó por encima sin darles la más mínima oportunidad. Apenas veinte puntos anotados a lo largo de los tres sets. "Inaceptable." Era la opinión de Nadia sobre el partido.
Tras una victoria frente a uno de los rivales más flojos del grupo, llega el partido para asegurar el segundo puesto. Nadia es quién prepara el partido... y se equivoca. Se equivoca en el planteamiento, en la estrategia, en los cambios, en las rotaciones, en las correcciones, en las improvisaciones. El desastre culmina cuando se da cuenta de que ha planteado el partido contra una selección que participó en el pasado Mundial de Voleibol; pero que para estos juegos olímpicos tiene nuevo entrenador y ha cambiado hasta siete jugadoras. El error de bulto la obliga a pedir disculpas. Públicas en la rueda de prensa, y privadas en el vestuario. Alice y Neda encabezan al cuerpo técnico en la mediación posterior que intenta amortiguar la pérdida de confianza de las jugadoras en su entrenadora.
Que Alice dirija al equipo en el último partido, no parece lo más acertado. Las chicas apoyan a Nadia, porque la conocen y saben de todo lo bueno que es capaz. Pero para ella no deja de ser un error, "un gran error". Y nuestra sociedad procura que los errores sean manchas imborrables que marquen el presente y el futuro de las personas. Toda buena trayectoria puede ser eclipsada por un error. Así se diferencia a los ganadores de los perdedores. Nadia tiene que soportar las bromas y las burlas. Son los periodistas de su propio país los que le hacen preguntas como: "¿Tiene ya la lista de las convocatorias de este torneo?" "¿Sus jugadoras solo ven vídeos del pasado mundial?" "¿Cómo se prepara un partido que se jugó hace dos años?" Después se quejan porque tras obtener la segunda plaza del grupo de rebote no hay rueda de prensa. La libertad de expresión para humillar y convertir al mensajero en protagonista, en experto. Nadia no habla con la prensa, no tiene ganas. Le preocupa más el cruce de cuartos de final.
En la rueda de prensa previa a la eliminatoria la seleccionadora da la cara como si nada hubiese pasado. Les recuerda a los periodistas que a ella le pagan por entrenar, no por hablar para los medios; que ella no es la que va ridiculizando a la gente; que ella no trivializa el trabajo de los demás; que su equipo está compitiendo en el torneo más importante y que a ella le da igual la relación con la prensa porque le gusta su trabajo, y en su trabajo, los periodistas no existen.
Tras lo que los periodistas consideran una declaración de guerra, todos los representantes de los medios del país se levantan y se marchan. Para ellos, paladines de la libertad de expresión, la verdad y la justicia social, las palabras de Nadia son un desprecio, y a ellos, que se encuentran por encima del bien y de mal, nadie les tiene que decir lo que deben o no deben hacer.
Ahora por fin, gracias a los medios extranjeros, la seleccionadora nacional del equipo de voleibol puede hablar de voleibol.
Las estupideces distraen, y mucho. Nadia está preocupada porque su trabajo se está viendo entorpecido por este conflicto que no sirve para nada. Así que para no darle vueltas y más vueltas decide pensar en su madre. En la promesa que le hizo.
Y es que cuando te ves en medio de una eliminatoria de cuartos de final de una olimpiada y tu equipo está perdiendo por dos a uno, es mejor inspirarte en las personas que quieres. Nadia mira al banquillo, a la zona de calentamiento. Todas quieren salir, todas quieren jugar, todas quieren ayudar. Alice también lo está pasando mal, y si pudiera también saldría a jugar. Todo pinta mal en un cruce que se envenenó cuando perdieron contra quien no debían. Desde ese momento, cierta selección que hoy tienen en frente, jugó determinados partidos con las suplentes para lograr la tercera plaza.
No se puede ganar una medalla de oro jugando con un handicap. Por lo que llega el momento de que la seleccionadora nacional suelte lastre. Llama a dos de las chicas que estaban calentando y pone a calentar otra más. Después pide tiempo muerto.
-Adelante.- Les dice.
-¿Cambiamos?- Pregunta la líbero.
-Sí, cambiamos. Creía que podríamos aguantar un partido más, pero no es posible. No podemos ganar así. Utilizad nuestra segunda batería de jugadas y cambiad a defensa de dos. En cuanto recuperemos el saque reordenaré la rotación.
Las chicas asienten, se conjuran, se preparan para volver a la pista; pero su entrenadora todavía no ha dicho la última palabra.
-Machacadlas.
Los equipos, al igual que las personas, poseen mecanismos naturales. Y cuando esos mecanismos son encorsetados el rendimiento se ve mermado. Liberadas de las cadenas, las chicas de Nadia vuelven a jugar de la única manera que son capaces de entender el voleibol; esa en donde se impone la velocidad de ataque y la técnica en el control del balón. Ahora sus rivales ya no les siguen el ritmo. Los bloqueos entran tarde y las defensoras pierden la posición con mayor frecuencia.
Al término del partido el entrenador rival se acerca hasta Nadia y le dice: "Your team is awesome."
Se siente orgullosa.
Tal como les había pedido, sus chicas han machacado. Apenas han cedido siete puntos desde los cambios. Alice salta de alegría abrazándose con algunas de las jugadoras mientras Nadia pasea tranquilamente camino del vestuario.
La semifinal es una batalla mucho más disputada. Un encuentro solo para valientes jugado como si fuera una auténtica final. "La final por la plata." La nombró Alice. Y así lo consideró todo el mundo, pues en la auténtica final olímpica ya esperaban las campeonas. Las favoritas cuentan por victorias todos sus partidos y asisten como espectadoras a la segunda semifinal esperando a alguien que ose desafiarlas.
Y allí abajo, en la pista, Nadia alza el puño. Su equipo, acepta el reto.
Al día siguiente ya no importan los nervios, ya es demasiado tarde para todo. Las chicas caminan por el pasillo camino del vestuario visitante. Las acompañan Alice y todo el cuerpo técnico excepto su entrenadora. Nadia se ha quedado fuera hablando por teléfono con su madre. Este es su regalo, su promesa; y su madre estará frente al televisor para verlo. Nada más terminar la conversación, se apoya en una de las columnas y se dedica unos minutos a recordar, a buscar pensamientos positivos.
Al poco llega Doug, que la abraza.
-Te quiero.- Le dice él.
Y antes de que ella pueda responder, él se marcha dejándola plantada. Como si ya se lo hubiesen dicho todo. Entonces Nadia sonríe viendo cómo se aleja.
-Tonto.
Quien no sale huyendo es su hija, que acompañada por Marta y Ben charlan un rato con ella.
-Las madres de verdad ganan estas finales.- Le dice Natsumi deseándole suerte.
Ya va siendo la hora. La entrenadora de la selección camina por el pasillo, saluda al delegado de la selección y a varios voluntarios de la organización. Se detiene frente a la puerta del vestuario y se dice a sí misma que tiene que ser fuerte, que no debe tener miedo.
La seleccionadora entra y saluda a su equipo. Están todas preparadas. En la pizarra está escrito el equipo titular.
Nadia las mira.
-A mí no me vale ganar.- Les dice.- Ganar no sirve para nada. Si alguien quiere ganar, en el otro vestuario tiene un equipo que saldrá a ganar.
>>Yo amo. Y es esa capacidad la que me permite vincularme a esa idea perfecta que es el amor. Lo quiero todo. Quiero que cuando se haga algo se ejecute lo más cercano a la excelencia, porque quiero que todo el mundo vea todo lo bueno que podemos llegar a dar. Enseñaremos a todos cómo se sufre, cómo se aguanta. Les mostraremos algo que va más allá de ganar o perder. Porque no estamos aquí para buscar una oportunidad, estamos aquí para improvisar, para adaptarnos, para VENCER.
>>Nosotros somos la imaginación. Somos la voluntad. Somos la revolución. La verdad no necesita creyentes, tampoco necesita fantasías. No existe nadie más temible que aquel capaz de darlo todo, y nuestro único objetivo debe ser que cuando todo esto termine, sea cual sea el resultado, todo el mundo pueda decir, sin ningún tipo de duda, que sois increíbles... que sois invencibles.