Epílogo

Dos meses más tarde…

Diciembre, 1871

Residencia Wentworth

Evie rio mientras Farid se arrodillaba frente a ella y le daba un beso a su vientre por sobre la tela del vestido. Él aprovechaba todo momento posible para demostrar lo feliz que le hacían las noticias que ella le diera un mes atrás.

Eso le aseguró el tener que abandonar la tribu de Saif para regresar a Londres, dado que ambos querían que sus respectivos padres estuvieran presentes en el alumbramiento de su primer nieto.

Aunque no todas eran buenas noticias para regresar. Emma, la otra hermana de Farid, se había visto involucrada en un nuevo escándalo y, aunque no se sabían los precisos detalles, era algo que se había visto como usual en ella, aunque ambos sabían que no lo hacía a propósito. Solo parecía tener una natural habilidad para atraer ciertas situaciones cuestionables.

—¿Y ahora qué deseas hacer, mi habibti?

—Quisiera visitar a Clío. Oli me comentó que le está costando adaptarse a Londres y realmente quiero ver si podemos levantarle al ánimo.

—Y contarle las noticias que tenemos para ella —le susurró Farid abrazándola por detrás, a lo que Evie se recostó contra él mientras asentía.

De común acuerdo, y apenas supieron del embarazo, decidieron que Clío sería la persona indicaba para ser la madrina del bebe, y Raafe el padrino. Ambos lo defenderían con su vida y también lo ayudarían a crecer formando parte de más de un mundo.

—Oli desea también que hable con Emma.

—Creí que Andrew se estaba ocupando de ello.

—Andrew ya tiene demasiadas responsabilidades.

—¿Acaso Kenneth tiene de nuevo problemas de salud?

—Ya no, pero ha decidido dejar que su heredero se ocupe más del ducado y él así aprovechar a pasar más tiempo con mi madre. —La sonrisa de Farid era de absoluta felicidad por su madre—. Además, a él ya no le interesa tener que estar lidiando con los pares del reino, quiere poder vivir una vida tranquila junto a la mujer que ama.

—¿Como tú?

—Como yo, mi Evie.

—Te amo, Farid.

—¿Incluso cuando muchos aún piensan que eres mi amante?

—Incluso cuando muchos aún piensan que soy la amante del caído. —Y lo besó con dulzura en los labios mientras la sortija en el dedo anular de su mano izquierda reflejó los rayos del sol de la mañana.