Lesiones musculoesqueléticas comunes y puntos de activación
Cada uno de nosotros que ha participado en deportes oartes físicas comprende lo fácil que es lesionarse, particularmente a medida que dejamos atrás la adolescencia y la juventud y entramos en la madurez. Hasta hace muy poco, la mayor parte de la información que se ha diseminado en materia de lesiones se ha referido a lesiones muy graves que afectan al sistema musculoesquelético y que siempre nos impiden practicar nuestro deporte durante un período prolongado. Estas lesiones afectan los huesos, los ligamentos (que unen un hueso con otro), los tendones (que unen el músculo al hueso) y los propios músculos. Lo que hay en común entre estas lesiones es su efecto en la musculatura.
Cuando se lesiona un hueso, articulación o ligamento, los músculos que rodean la zona sufren cambios que a menudo contribuyen al surgimiento de puntos de activación. Esto puede ser a consecuencia del trauma que ocasionó la lesión, de la inmovilización requerida para que la lesión sanara o de la debilidad ocasionada por la falta de uso mientras sanaba la lesión. Una vez sanado el hueso o la articulación, es esencial tratar las restricciones de la musculatura mediante la liberación de puntos de activación.
La fisioterapia para el fortalecimiento del músculo suele indicarse después que la lesión ha sanado. ¿Por qué es esto insuficiente o ineficaz en tantos casos? Porque el músculo no puede fortalecerse si no se han liberado antes las bandas tensas y puntos de activación dentro de éste, de forma que recupere su longitud normal en estado de descanso. Aquí es donde usted debe jugar su papel. Comprenda que, cuando tiene una lesión esquelética, los huesos deben sanar adecuadamente. Una vez que hayan sanado los músculos que actúan sobre esos huesos, debe trabajar sobre ellos para lograr la total liberación a fin de que tenga lugar la verdadera sanación.
Veamos las características de los distintos tipos de lesiones.
Una grieta o ruptura en un hueso es una fractura. Las fracturas suelen ir acompañadas de inf lamación, dolor extremo y sensibilidad en la zona lesionada. Suele haber un cambio de apariencia en la parte lesionada que puede consistir en la protuberancia del hueso fracturado o en la presencia de sangre debajo de la piel. La extremidad—el brazo, pierna o dedo—puede quedar doblada en una forma anormal. Cualquier hueso puede sufrir fracturas. Algunas fracturas requieren intervención quirúrgica para estabilizar el hueso; otras requieren férulas, entablillados o escayolas para mantener la posición adecuada de los huesos hasta que empiecen a sanar. Se recomienda buscar sin demora atención médica cuando ocurra una fractura.
Los músculos que actúan sobre la región de la fractura también sufren las consecuencias de dicha fractura. Tanto el trauma a esa parte del cuerpo como la posterior inmovilización necesaria para sanar tienen consecuencias sobre los músculos. Los puntos de activación pueden surgir debido a traumas y a la inmovilización. Por eso, después que haya sanado el hueso, debería trabajar sobre la musculatura para buscar y reducir las zonas de restricción dentro de los músculos. Esto tendrá el doble efecto de contribuir a la total recuperación de la zona y evitar la posibilidad de futuras dificultades musculares.
Una fractura por estrés o fractura por fatiga es una fractura que tiene lugar a nivel microscópico. Las fracturas por estrés suelen ocurrir como resultado del uso excesivo repetido o con un aumento de la actividad. Este tipo de fractura puede indicar la presencia de osteoporosis. El dolor en una fractura por estrés puede ir manifestándose lentamente, con el paso del tiempo. Puede comenzar con una molestia difusa e indefinida y avanzar hasta una zona localizada de dolor concentrado, intensificado por el impacto. Quizás la fractura por estrés no se note en radiografías u otros estudios hasta una o dos semanas después de ocurrida, cuando el hueso ha comenzado a sanar. Dado que este tipo de fractura es generalmente estable y no requiere entablillado ni escayola, el tratamiento suele limitarse a la restricción de la actividad. Las fracturas por estrés suelen ocurrir en la cadera, en cualquiera de los dos huesos largos de la parte inferior de la pierna (la tibia y la fíbula o peroné) y en los huesos metatarsales del pie.
El estrés repetido, como el producido por mantenerse de pie, correr, practicar el jogging, saltar, bailar o caminar durante un período prolongado, suele ser causante de fracturas por estrés. Los síntomas son por lo general una inf lamación moderada, decoloración de la zona, sensibilidad al tacto, sensación de calor en el lugar de la fractura y dolor que se alivia con el descanso. El tratamiento de las fracturas por estrés puede incluir descanso, hielo y elevación de la parte del cuerpo afectada.
Las actividades que ocasionan fracturas por estrés también producen puntos de activación en la musculatura y su curación completa requiere el cuidado de esa musculatura. Durante el tiempo necesario para que sane la fractura por estrés, trabaje sobre los músculos que actúan sobre esa parte del cuerpo a fin de reducir bandas tensas y puntos de activación. Entre ellos figuran los músculos de la región lumbar, glúteos, caderas, muslos y la parte inferior de las piernas. El aumento de la circulación producido por la liberación de la musculatura tendrá el beneficio añadido de reducir los tiempos de curación y permitirle volver a sus actividades sin mucha demora.
Una dislocación de las articulaciones es un trastorno de la relación normal entre los huesos que forman una articulación. La dislocación puede ser momentánea y autocorregirse; sin embargo, en función de su gravedad, las lesiones podrían requerir atención médica para hacer que los huesos vuelvan a sus posiciones normales. Los sitios de dislocación más comunes son el hombro, muñecas, manos, dedos, caderas, rodillas, tobillos y mandíbula. Las dislocaciones afectan a los ligamentos que mantienen los huesos en su lugar y también afectan a los músculos, tendones, nervios y vasos sanguíneos circundantes. Los síntomas que acompañan una dislocación pueden incluir el dolor intenso en el momento de la dislocación, deformidad visible de la parte del cuerpo, pérdida de función de la articulación, sensibilidad, inflamación, moretones y tal vez entumecimiento. Los primeros auxilios inmediatos incluyen la aplicación de descanso, hielo, compresión y elevación (en inglés, RICE: rest, ice, compression and elevation), particularmente dentro de las primeras veinticuatro horas y, a partir de entonces, según lo indique el médico.
Es importante recordar que, al ocurrir una dislocación, los músculos que actúan sobre la articulación afectada también se verán afectados y requieren tratamiento para sanar por completo. Han sufrido una distensión aguda y es muy probable que lleguen a presentar bandas tensas y puntos de activación. Una vez que ha sanado la inflamación y la sensibilidad de la zona inmediatamente circundante, trabaje sobre los músculos que actúan sobre la articulación. Es probable que en cada uno de ellos hayan aparecido restricciones, bandas tensas y puntos de activación. Esto tendrá el efecto doble de contribuir a la completa recuperación de la zona y eliminar la posibilidad de que luego surjan dificultades musculares.
Un esguince consiste en el estiramiento excesivo y violento de uno o más ligamentos que rodean una articulación; cuando el ligamento está sobredistendido puede ceder en su punto más débil, quizás donde se inserta en el hueso o dentro del ligamento mismo. El esguince va acompañado de dolor intenso en el momento de la lesión, una sensación de chasquido o desgarro en el sitio de la articulación, sensibilidad en el lugar de la lesión, inflamación y moretones. Los ligamentos reciben un suministro sanguíneo muy escaso, por lo que es posible que requieran para su curación el mismo tiempo que requeriría una fractura. En un esguince es sumamente importante dedicar el tiempo necesario al descanso y la curación antes de volver a la actividad. De esta manera se reducen las probabilidades de inestabilidad de las articulaciones y esguinces repetidos y cada vez más severos. El tobillo y la rodilla son lugares donde ocurren comúnmente desgarros de los ligamentos.
Los esguinces se califican de leves, moderados y severos.
Los primeros auxilios inmediatos para un esguince consisten en la aplicación de descanso, hielo, compresión y elevación (en inglés, RICE: rest, ice, compression and elevation) particularmente dentro de las primeras veinticuatro horas. La evaluación médica permitirá determinar la gravedad del esguince y la terapia de seguimiento adecuada.
Es importante recordar que los músculos que actúan sobre la articulación afectada también sufren las consecuencias del esguince y requieren tratamiento para sanar por completo. Es probable que lleguen a presentar bandas tensas y puntos de activación en respuesta a la lesión. Mientras la articulación sana del esguince, determine cuáles son los músculos que actúan sobre la articulación y trabaje sobre sus bandas tensas y puntos de activación. Esto contribuirá a la total recuperación de la zona y podría evitar la posibilidad de futuras dificultades musculares.
La bursitis es una inflamación de una bolsa llena de fluido que se encuentra entre estructuras adyacentes y cuyo efecto consiste en la amortiguación y la reducción de la fricción entre dichas estructuras. La finalidad de la bolsa (o bursa) consiste en permitir que una estructura se deslice libremente sobre la otra. Las bolsas se encuentran entre la piel y los huesos protuberantes como el codo o la rótula; entre tendones y ligamentos, y entre tendones, ligamentos y huesos. La bursitis se manifiesta lentamente, con el paso del tiempo; está vinculada con el uso excesivo crónico de una zona y con el trauma, la artritis o la infección. Si no se aplica el tratamiento adecuado la bursitis puede llegar a convertirse en un problema recurrente.
Entre los síntomas vinculados con la bursitis figura la sensación de dolor que empeora durante la noche y en la mañana al levantarse. El dolor puede ser intenso hasta que se mueva la zona, y en ese momento disminuye, aunque puede volver después de un período de movimiento o ejercicio moderados. El dolor se localiza generalmente sobre el sitio donde se encuentra la bolsa. Va acompañado de sensibilidad, inflamación, limitación del movimiento de la región afectada y (si la inflamación es severa) enrojecimiento y fiebre. Entre los lugares comúnmente afectados figuran los hombros, codos, rodillas y caderas. El tratamiento de la bursitis incluye la aplicación de descanso, hielo, compresión y elevación (en inglés, RICE: rest, ice, compression and elevation). Pero el médico es quien puede hacer un diagnóstico preciso y prescribir un tratamiento adecuado a sus necesidades.
La bursitis puede diferenciarse del dolor ocasionado por los puntos de activación porque va acompañada de inflamación en la región del dolor, lo que no sucede con el dolor causado por los puntos de activación. Sin embargo, dado que el uso excesivo crónico está vinculado con los comienzos de bursitis, es posible que la musculatura que actúa sobre la articulación afectada contenga bandas tensas y puntos de activación. Buscar las bandas tensas y reducir los puntos de activación ayuda al proceso de sanación al aumentar la circulación a la zona y reducir las restricciones musculares que pueden contribuir a la fricción en la articulación y alrededor de ésta.
La tendinitis es una inflamación de un tendón, la estructura que une el músculo al hueso. La tendinitis suele ser consecuencia del uso excesivo crónico, la acción repetitiva, la realización de actividades sin el suficiente estiramiento y calentamiento o la distensión del tendón más allá de su capacidad normal; o, en el caso de personas que practican deportes ocasionalmente (los denominados “guerreros del fin de semana”), exagerar en la actividad con un acondicionamiento muscular insuficiente. Los síntomas vinculados con la tendinitis incluyen dolor y sensibilidad a lo largo del tendón—normalmente cerca de la articulación afectada—un dolor generalizado en la región e inflamación. El dolor empeora con el movimiento y puede ser aún peor en la noche. Tal vez tenga sensaciones de calor y enrojecimiento sobre el lugar del tendón. Los lugares que suelen presentar tendinitis son el codo, el hombro, las rodillas y los tobillos. La tendinitis del codo, que se conoce en el léxico médico como epicondilitis, recibe el nombre de “codo de tenista”. Cuando ocurre sobre la parte interior del codo se llama epicondilitis media y cuando ocurre en la parte exterior del codo se llama epicondilitis lateral. La tendinitis de la rodilla, conocida como tendinitis patelar, tendinitis del cuádriceps o “rodilla de saltador”, es una inflamación del tendón que une el cuádriceps femoral con la parte inferior de la pierna. La tendinitis de Aquiles ocurre en el tendón de Aquiles, el tendón que une el músculo de la pantorrilla con la parte de atrás del talón. La autoayuda en estos casos incluye la aplicación de hielo, particularmente después de haber participado en una actividad deportiva.
El dolor referido de los puntos de activación suele diagnosticarse erróneamente como tendinitis. La diferencia entre ambas afecciones radica en que, en la tendinitis, hay inflamación y quizás sensaciones de calor y/o enrojecimiento además de sensibilidad en el lugar afectado. Cuando los puntos de activación son los causantes del dolor no hay inflamación, sensación de calor ni enrojecimiento. Sin embargo, en ambos casos puede haber bandas tensas en la musculatura que actúan sobre la articulación afectada. Por esta razón, es esencial trabajar en los músculos que actúan sobre la articulación: sobre los músculos del antebrazo en el caso del codo de tenista, el cuádriceps femoral en casos de rodilla de saltador, el gastrocnemio y el sóleo en el caso de la tendinitis de Aquiles y el bíceps braquial y los músculos del manguito rotador en el caso de tendinitis del hombro.
Una distensión es una lesión de los músculos o los tendones (que unen el músculo al hueso). Las distensiones suelen producirse por el uso excesivo crónico de un músculo o la acción prolongada o repetitiva. La sobrecarga de un músculo o el trauma infligido en una zona producen distensiones agudas. Las distensiones generalmente van acompañadas de dolor al mover o estirar determinada parte del cuerpo, al sufrir espasmos musculares en las zonas circundantes, inflamación en el sitio, pérdida de fuerza y—en el caso de una distensión aguda—un ruido de crepitación o crujido cuando se comprime la zona.
Las distensiones se califican de leves, moderadas o severas.
Los primeros auxilios inmediatos para las distensiones consisten en la aplicación de descanso, hielo, compresión y elevación (en inglés, RICE: rest, ice, compression and elevation), particularmente dentro de las primeras veinticuatro horas. Será necesaria una evaluación médica para determinar la gravedad de la distensión y la terapia de seguimiento adecuada.
Es importante recordar que las distensiones musculares son unas de las causas principales del surgimiento de bandas tensas y puntos de activación en los músculos. La eliminación de bandas tensas y la reducción de puntos de activación evitan la posibilidad de futuras dificultades musculares. Determine cuáles son los músculos que están implicados y localice sus bandas tensas y puntos de activación; su liberación hará que aumente la circulación y contribuirá a la total recuperación de la zona. El tratamiento, la espera de un tiempo de sanación suficiente antes de volver a sus actividades deportivas normales, el calentamiento antes de los ejercicios y el acondicionamiento de la musculatura le ayudarán a evitar nuevas distensiones musculares.
Un espasmo o calambre es una contracción repentina e involuntaria de un músculo. Esta contracción frecuentemente dolorosa hace que el músculo se torne duro y abultado. Las causas de espasmos musculares son diversas: fatiga muscular producida al sobrecargar el músculo o mantenerse en la misma posición durante mucho tiempo; deshidratación; estiramiento y calentamiento insuficientes antes de realizar alguna actividad; desequilibrios de calcio, magnesio o potasio; embarazo; problemas de circulación; diabetes; alcoholismo; afecciones renales y efectos secundarios de medicamentos. Pueden producirse “espasmos paralizantes” como un mecanismo que sirve para inhibir el movimiento a fin de proteger una región del cuerpo lesionada o inestable. Los calambres en la pantorrilla suelen ocurrir de noche; se les denomina “calambres nocturnos en la pantorrilla”. Estos calambres suelen ser temporales y se alivian con el estiramiento gradual, la aplicación de calor húmedo o hielo y masajes suaves en la zona. Se recomienda la evaluación médica si los calambres son intensos, prolongados o recurrentes.
El dolor y la sensibilidad de los músculos debido a espasmos musculares suelen disminuir con la relajación del espasmo. Puede quedar una sensibilidad residual durante un breve período. Las bandas tensas y los puntos de activación no suelen surgir como resultado de espasmos o calambres.
La sensibilidad muscular con inicio diferido es algo que muchos ya conocemos. Sucede por lo general después de una sesión de entrenamiento o ejercicio, particularmente si no está acostumbrado al esfuerzo físico, si está ejercitando músculos distintos a los que acostumbraba ejercitar o si está usando esos músculos en una forma distinta a la habitual. La rigidez, debilidad o sensibilidad en los músculos comienza entre ocho y veinticuatro horas después del ejercicio; llega a su punto máximo en un período de veinticuatro y setenta y dos horas y suele disiparse en tres a cuatro días. La sensibilidad muscular con inicio diferido se produce cuando se sobrecarga el músculo debido al estiramiento, la resistencia o la actividad excesiva. Las actividades que entrañan la contracción y alargamiento simultáneos de un músculo son al parecer las que causan la mayor sensibilidad. El conocido ejercicio de flexión del bíceps es un ejemplo de ese movimiento. No es el esfuerzo realizado al flexionar el músculo lo que produce la sensibilidad, sino el esfuerzo de estirar lentamente el brazo. Cuando uno estira el brazo el bíceps hace fuerza al mismo tiempo que se alarga. Generalmente se piensa que ese desgarro muscular microscópico y la inflamación subsecuente de los tejidos dentro del músculo son los causantes de la sensibilidad. El grado de daño al músculo está vinculado con la intensidad de la sensibilidad presente y la rapidez con que ésta se siente inicialmente.
La sensibilidad muscular con inicio diferido no se ve afectada por la aplicación de calor y hielo y medicamentos antiinflamatorios. A veces la actividad leve, el estiramiento y el masaje suave ayudan a reducir el dolor, probablemente debido al aumento de la circulación hacia la musculatura.
Las bandas tensas y los puntos de activación no suelen surgir como consecuencia de la sensibilidad muscular con inicio diferido.
Las lesiones musculoesqueléticas son harto comunes para los deportistas y bailarines. El autotratamiento es útil y tiene su lugar dentro del contexto de la atención general. Con todo, es importante recabar ayuda profesional en las circunstancias siguientes:
Está cada vez más claro que tenemos que asumir la responsabilidad personal de nuestra salud y bienestar. Debemos tener claro cuándo es importante buscar atención médica. También debemos tener claro cuándo los tratamientos médicos convencionales no llegan a proporcionarnos los medios necesarios para sanar totalmente. Comprender la naturaleza de una lesión física y lo que es necesario para que ésta sane es parte de esa responsabilidad. Este libro le ayudará en ese sentido.