Nunca hemos sido independientes… hasta que lo seamos

«Cataluña nunca fue independiente.»
FEDERICO TRILLO, en el Financial Times

Antes de empezar, que quede claro: el hecho de que nunca haya existido una república catalana asentada en el concierto de las naciones no nos impediría serlo mañana. Le pasó lo mismo a Zambia y a los EE.UU. Nunca habían sido independientes hasta que lo fueron. Como ocurre a tanta gente, todo el mundo es virgen cuando nace y este no ha sido nunca (bueno, casi nunca) un impedimento serio para dejar de serlo.

Antes del proceso, el argumentario histórico en el tema catalán era despreciado por los constitucionales por aquello de «hablar de los temas que interesan a la gente…» Sin embargo, ha sido empezar a manifestarnos y toda la opinión unionista se ha lanzado como si no hubiese mañana a remover la historia para parar eso que «no interesaba a la gente».

El debate sobre si Cataluña es una nación es más antiguo que decenas de naciones que hoy en día se pasean por los pasillos de la ONU. El año que se fundó la república del Transvaal, germen de la nación afrikaaners, mientras nacía el Egipto moderno, con el protectorado británico, aquí se celebraba el primer Congreso Catalanista. El mismo año que se creaba Australia, aquí se fundó la Liga Regionalista. Cuando ya hacía unos meses que Noruega era una nación libre, Solidaritat Catalana ganaba las primeras elecciones. Cuando en el mundo nació la novísima república de Irlanda, aquí vio la luz Estat Català. Es decir, que el catalanismo político ha estado presente y atento a la creación de naciones desde la segunda mitad del XIX y ha reclamado el retorno de las Libertades Catalanas desde el mismo momento en que las perdió, allá por el 1714. Quiero decir que no ha habido ninguna labor de «arqueología» en los últimos años que rescatase mitos y problemas entre el Estado y Cataluña de forma artificial. El debate sobre la legitimidad de la ocupación felipista y las consecuencias prácticas que se han derivado nunca han abandonado Cataluña en estos trescientos años.

NO FUISTEIS REINO, NO PODÉIS SER REPÚBLICA

Si solo los países que han sido reinos independientes durante la Edad Media pueden aspirar a la independencia, esto nos lleva al insoluble problema de, digamos, Uruguay. Estoy bastante seguro de que este país nunca llegó a ser un reino independiente entre el siglo XI y el siglo XV, y hoy, sin duda, es bien libre e independiente. ¿Cómo ha sido posible? ¿Con qué derecho? De hecho, EE.UU. tampoco fue nunca independiente de los reyes ingleses, lo que, según el PP, invalidaría su realidad nacional alcanzada a través de la violencia más extrema. ¿Cataluña no ha sido nunca independiente? Ha sido soberana. Esto es que sus instituciones políticas, sus leyes y su derecho no estaban por debajo de ninguna otra autoridad. Al contrario, el rey de las Españas debía someterse a la legalidad catalana (y a la aragonesa y a la valenciana…) si quería ser aceptado. Es como si el príncipe Felipe, si quisiese reinar sobre los catalanes, tuviese que aceptar l’Estatut… Pero el del parlamento catalán, el de verdad, sin recortar.

Dicen los que saben de derecho internacional que para que la comunidad reconozca una nación, más allá de su voluntad política, se debe demostrar una continuidad territorial, en las instituciones y la población. Intentaremos demostrar que somos nación.

Solo como referencia, debemos decir que en relación al ámbito geográfico catalán podemos ir hasta 1173, cuando se dice en la Asamblea de Pau i Treva de ese año que Cataluña es la tierra «de Salses usque Dertusam ite Ilerdam cima suis finibus». Es decir, de Salses a Tortosa en el eje norte-sur y hasta Lleida en poniente. La vieja expresión de Salses al Cinca, pues, constituye al menos setecientos años una frontera natural para una comunidad política.

En cuanto a las instituciones, como dato curioso pero significativo, hay que decir que la Generalitat (nacida en las Cortes de Cervera en 1359) compró su sede actual en el año 1400, cuando el décimosegundo President de la Generalitat, Alfons de Tous, adquirió el solar al comerciante Pere Brunet por 38.500 sueldos (desconozco si fue con comisión del 3 %). Aún sigue ahí. Algo más antigua que la Casa Blanca sí es.

Si el derecho internacional pide continuidad, los catalanes podemos demostrar con sangre y papeles, que hemos sido de lo más insistentes y perseverantes (y tostones) en la reclamación de nuestras libertades en los últimos trescientos años.