LOS DÍAS siguientes me sentí muy incómoda al ver que Peter bajaba más de lo habitual la mirada, cada vez que me acercaba. Yo también la desviaba, así que entre los dos hacíamos extraños circuitos de ojos. Me llegué a sentir tan mal que hasta cultivé cierto enojo con Peter. ¿Para qué había hecho ese acto heroico? Ahora me sentía como obligada a algo, a darle las gracias o algo.
Me empecé a portar como más presumida de lo que soy, como si no me importara lo que pasó; peor aún, como si no hubiera pasado. No le ayudaba más a Peter con sus trabajos y mi corazón se sentía enfermo. Un día, casi sin querer, miré por arriba de su hombro y vi el dibujo de una flor llorando.
Eso tuvo su impacto en mí. Algo me pasó por dentro, y si estoy contando todo esto es porque no sé explicarlo bien. Cuando sea grande, espero poder explicar con menos palabras lo que me pasa por dentro.
Mi mamá había ido a hablar con el director. El resultado de esa entrevista fue que Frrxcs me miraba con ojos de punta afilada, pero todos los niños que pedían permiso para ir al baño lo obtenían. El otro dato que trajo mi mamá es que parecía que Zu iba a tardar en regresar. Mi mamá comentó que la actitud del director había sido un tanto extraña y misteriosa en todo lo que se relacionaba con el tema de la maestra Zu. Mi mamá manifestó su intriga también; le dije lo que sabíamos a través de la red de información: que se encontraba en el Hospital Francés.
—Llévame, mamá —me sorprendí al oírme.
Creo que mi mamá también.
—Lo pensaré, hija, no te prometo, pero lo voy a pensar.
Esto ocurrió el mismo día que vi la flor llorando en el cuaderno de Peter. Se me metió entre ceja y ceja que quería ir a ver a Zu. Quería que nos salvara de la terrible Frrxcs y quería verla.