Capítulo que sigue
después del anterior

ME PUSE mi falda escocesa. Es de tablitas, a mi mamá le encanta; yo me la pongo para darle gusto, porque como es de lana, pica y me da una comezón terrible. Pues no protesté y me la puse. Calladita. Mi mamá se arregló, cortó una rosa del único rosal que crece en una maceta. Me fui a la cocina, envolví el tallo de la rosa en una servilleta mojada, y luego en papel de plata, y me sentí contenta, triste, orgullosa y revuelta. Tan revuelta que cuando llegó mi mamá a decirme que nos fuéramos, me entró un nudo y ya no quería ir. Pero no dije nada por supuesto.