Mucho, mucho tiempo
después

HACE MUCHO tiempo que sonó la campana del último día de clases con la maestra Zu. Sé muy bien que alguna vez dije que tenía once años teniendo diez y queriendo tener doce. Ahora tengo tantos años que me alcanzaría para escribir unas cinco veces tengo once años. En la última hoja de este cuaderno quiero decir que la maderita la tengo siempre sobre mi escritorio y cuando viajo, cosa que ocurre de vez en cuando, abro muy bien los ojos, y miro a las personas porque a Peter lo podría reconocer aunque hubiesen pasado cien años, o la mitad. No pienso perder la oportunidad de darle las gracias. Esta vez sí.

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