Valentine
1.
Viktoria cierra los ojos y lo imagina parado cerca de ella, puede ver su rostro con claridad. Su mirada es oscura e intensa y cuando lo mira a los ojos, puede verse reflejada en algún lugar profundo. La besa con dulzura, ella se estremece de placer y su corazón se acelera al sentir el tacto de su piel. Su deseo se ha despertado, y su pasión echa chispas.
Él es delicado; besarlo crea una llama en su interior y su cuerpo se relaja hasta sentirse suave y liviana. La abraza con labios ansiosos y sus lenguas danzan juntas, él sonríe con su boca y con sus ojos, y ella también. Él le aparta un mechón de cabello de los ojos y la besa con mimo por debajo de la oreja, hasta llegar a su cuello y sigue bajando hacia sus senos. Se muestra tímido pero su voluntad lo impulsa. Le desabotona la blusa a Viktoria, lentamente, botón por botón; todo se mueve a cámara lenta, ella lo ayuda y pronto la prenda queda desparramada al borde de la cama. Una corriente de aire atraviesa la habitación y sus pezones se endurecen. Como si le pudiera leer la mente, él sujeta sus senos y los masajea con movimientos suaves y lentos.
Hacer el amor; eso que ella no había hecho antes. Esta sería su primera vez, y él es su primer amor.
Viktoria se acuesta boca arriba, él la ayuda a quitarse los pantalones con sumo cuidado y luego se acuesta sobre ella, los rostros de ambos sonríen por completo. La besa en los labios y desciende por el mentón, las mejillas, el cuello, los senos y el estómago hasta llegar a su centro. El cuerpo de Viktoria vibra, salvaje y deseoso al mismo tiempo, tiembla y siente un cosquilleo recorrer su cuerpo entero. Aunque tiene mucho frío, nunca se había sentido tan caliente y él resalta cada una de las sensaciones en su interior, las hace inolvidables. Cuando él besa sus labios vaginales y la abertura a sus partes más profundas, se siente como olas rompiendo contra una orilla. Está deseosa, se retuerce de deseo y su palpitante vagina se tensa, lo necesita.
—Te necesito.
Él se desviste lentamente —una prenda a la vez— y con una sonrisa de complicidad, entiende muy bien que ella espera ver más. De repente está parado frente a ella, en ropa interior. Se termina de desvestir muy lentamente, su miembro esta duro, y su erección se sacude de deseo por ella. Ella está mojada; se empieza a acariciar, toca su abertura y siente la lujuria que mana de su interior. Lo recibe con una vagina que ha estado esperando este momento por mucho tiempo, su pene la invade y dos cuerpos se vuelven uno solo; ella se siente completamente a salvo por primera vez, nada podría ser mejor que esto, nada podría hacer que este momento fuera más placentero y hermoso.
La línea divisoria entre el sueño y la realidad es difusa. Ella se inclina hacia atrás y se desploma entre sus propios movimientos, las sábanas y el colchón. Esa sensación la transporta a otra dimensión que no está comunicada con esta, la lleva a otro lugar, la convierte en otra persona. Su vagina palpita de placer, ella jadea con una voz ahogada entre los vapores del deseo y su sangre hierve. El fuego que él encendió dentro de ella al hacerle el amor ha quedado anidado en cada milímetro de su piel blanca y anhelante. Ella lo besa con labios intensos y acelera el ritmo; él la embiste cada vez más profundo y más fuerte, con una mirada que parece distante, aunque en realidad está centrado en el movimiento y el ritmo de sus cuerpos. Dos cuerpos, dos cuerpos cargados de anhelo, pidiendo cada vez más. Sus movimientos son rápidos y seguros, le besa el cuello, los senos y los lóbulos de sus orejas. Ella lo besa con labios calientes y hambrientos, con una boca perfecta, con movimientos que son tan rápidos como seguros. Cuando él sumerge la cabeza entre sus muslos y comienza a besar su piel, ella siente que la lujuria está a punto de estallar en su interior, se sacude y se contorsiona, su vagina se cocina a fuego lento entre la pasión y el deseo.
Él está a punto de acabar y ella puede sentirlo, sin palabras de por medio; siente cómo acelera el ritmo, cómo bombea en su interior, se siente a sí misma envolviéndolo con tensión al ritmo de sus movimientos que lentamente se convierten en espasmos. Él alcanza su nota más alta, el crescendo, y ella asciende a las alturas.
Acaban juntos, él acaba y ella también, acaban al unísono y llenan la habitación con ruidos indescriptibles, con una sensación que se intensifica al límite. Las pantorrillas de Viktoria gritan y sus muslos se liberan, cada átomo de su cuerpo explota. El semen le resbala por el ombligo, se siente tibio y su olor es dulce.
2.
Querido Valentine:
Es el día de los enamorados; el día en el que debes ser honesto, especialmente contigo mismo, el día en el que debes confesar tus sentimientos por alguien. Se trata de un asunto en el que se gana o se pierde: te arriesgas a salir lastimado o derrotado. Para hacer algo así, tienes que armarte de valor. Llevo mucho tiempo armándome de valor y no quiero esperar más, ya no puedo esperar.
Estoy enamorada de ti, Valentine, y lo he estado por mucho tiempo. Pasé mucho tiempo sin admitirlo, estos pensamientos y sentimientos han estado dentro de mí todo este tiempo por temor a ser rechazada, pero no puedo esperar más, ya no puedo más; necesito decirlo, aunque sea por escrito. Sé que lo nuestro es imposible, pero necesito sacarme estas ideas de adentro y compartirlas contigo. Quiero que sepas la verdad a través estas líneas: quiero estar contigo, Valentine. Quiero bañarte con todo mi amor y energía, te aseguro que mis sentimientos por ti son fuertes, son sentimientos imperecederos.
Sé que estas comprometido, que compartes tu corazón con otra persona que no soy yo, Elly. Sois diferentes, ella no es la indicada para ti, Valentine. ¿Estoy siendo dramática o quizás hasta trágica por escribir esto sin una disculpa? Quizás. Elly es muy mandona, no escucha a nadie y es perversa, decide lo que es correcto y juzga a los que considera indignos. Valentine, no me gusta su personalidad, no veo nada bueno en ella. En ti, en cambio, veo muchas cosas buenas, sin lugar a dudas. No digo que yo sea perfecta, en absoluto, soy una persona normal y corriente, con defectos, inseguridades y miedos que me impiden tomar riesgos, pero ahora he decidido arriesgarme; tengo derecho a atreverme y a seguir mis sentimientos, de ser honesta conmigo misma, cosa que rara vez sucede, pero ahora, al escribir estas líneas sin pensarlo mucho, lo estoy siendo. Estoy dando un salto de fe y te escribo lo que se viene a mi mente, sin pensarlo dos veces.
Te veo, me gusta pensar que te veo como nadie más lo hace, te veo y te entiendo. Veo a una persona que brilla y tiene seguridad en sí misma, pero también veo humildad y bondad, a alguien profundo y encantador, sin mencionar atractivo, sexi. Alguien con quien tengo sueños húmedos, prohibidos y apasionados. Realmente no nos conocemos, es decir, no pasamos mucho tiempo juntos ni conversamos entre nosotros. Sin embargo, estoy convencida de que mis sentimientos son fuertes, siento un ardiente flechazo.
¿Sabes lo que hago a veces? A veces me encuentro contigo —y no por mera coincidencia— en los pasillos atestados de gente, de camino a nuestros casilleros. Te espero y me aseguro de que coincidamos, no porque quiera decirte algo, ni siquiera para cruzar unas palabras; solo para verte y porque quiero que me veas. En mitad de tu rutina, con tus amigos y aunque estés con ella, nuestras miradas se encuentran. Si le cuento a alguien lo que siento, probablemente diga que no significa nada, y no quiero creer eso, quiero pensar que hay algo más entre nosotros, Valentine, que muy en el fondo compartes los mismos sentimientos, y no perderé la fe aunque haya una posibilidad remota.
Te escribo para quitarme un peso de encima, quiero que lo sepas. Todo, todo sin excusas, todo porque este amor es verdadero, porque es el día de los enamorados y porque ya no tengo miedo de enfrentar esta situación y ser honesta conmigo misma y con mi corazón.
Me gustan este tipo de festividades, no debería decírtelo pero lo haré de todos modos: tengo otro secreto. Tengo estos sentimientos hacia ti desde hace mucho, mucho tiempo, ¿y sabes qué suelo hacer por estas fechas? Aunque no estemos juntos —no te preocupes, sé muy bien que no lo estamos—, te escribo una carta como esta, expreso mis pensamientos y sentimientos por escrito, así, como lo hago ahora. Luego cierro la carta y la guardo en una caja bajo mi cama. Mis amigas les dan cartas a sus novios mientras yo entierro la mía, literal y simbólicamente; la mantengo cerca de mí, pero a la vez no. Escribo porque estoy anhelante y porque no hay nada que desee más que ser tuya; lo deseo con intensidad y frenesí, las emociones se desbordan en mi cuerpo.
Esto nunca se hará realidad; aún así, no puedo evitar planear nuestros encuentros en los pasillos, algo me queda después de encontrarme con tu mirada, al menos es algo, aunque lejano de lo que realmente deseo y hasta puede que necesite, y ese algo puede ser suficiente si mi otra opción es nada. Pero este año todo es diferente, Valentine. Me siento fuerte, me arriesgaré y de una vez por todas, entregaré mi carta, no a la nada, sino a ti. Y esta vez la leerás y tendrás que determinar si estoy demente o locamente enamorada.
3.
Él duerme, pero en sus sueños es solo cuestión de tiempo hasta que ella aparezca. Ya no viven en la ciudad ni estudian en la universidad, están en un prado mientras disfrutan del calor veraniego, la brisa los arrulla y todo es perfecto. Están tumbados muy cerca el uno del otro, ella recuesta su cabeza en su hombro y él la estrecha para acercarla aún más. El sol le acaricia el hombro al igual que los labios de ella y él la mira. Tiene ese brillo en los ojos, ese brillo inexplicable y juguetón, aunque seguro que hay algo más que las palabras no pueden explicar. Él sabe lo que ella desea yél también lo desea.
Ella se adelanta rápidamente, se inclina y le besa el mentón áspero por la barba de días. Sabe que eso le encanta, le hace cosquillas; cada vez que ella hace eso él pierde la cabeza, junto con sus fuerzas y su capacidad de concentración. El sabor de sus besos y las caricias seductoras hacen que su cuerpo vibre por completo.
Ella siente su pene crecer y levantarse, conquistar territorio, adoptar una forma sólida. La sangre bulle dentro de su pene, se siente caliente y su erección crece con cada beso que ella planta sobre su piel. El sabor de su saliva es dulce.
—Me vuelves loco.
Ella lo sabe y eso es exactamente lo que se propone. Le quita la camiseta descolorida con un movimiento rápido, no quiere esperar más, está ansiosa. Le besa y mordisquea las tetillas, una a la vez. Ella se torna salvaje y él pierde la noción del tiempo y el espacio, es transportado al reino del erotismo y la lujuria, sus labios lo transportan a un mundo de placer, y le encanta, su cuerpo ruega por más sin necesidad de palabras.
Le quita los pantalones cortos y, tal como ella sospechaba, está duro como una piedra bajo la tela. La erección la apunta y ella la sujeta, su enorme miembro se siente como una bestia, como una serpiente hambrienta entre sus dedos. Él se siente un poco mareado, muere por deslizar el pene dentro de su hermosa y húmeda vagina, que lo monte y entrelace su cuerpo al suyo, que se abra a aquello que los llevará al orgasmo y a las sensaciones que trascienden las palabras, pero ella decide esperary recorrer el cuerpo con sus labios. Él la observa atentamente, con cuidado de no perderse un solo movimiento, hasta que envuelve su pene con esa boca perfecta y la punta del falo desaparece ante sus ojos entre un par de labios hermosos y delgados. Lo devora, él gruñe y jadea en busca de aire mientras su miembro palpita anhelante.
La boca de ella está caliente y sus labios son suaves, su lengua hace maravillas. Él inclina la cabeza hacia atrás y al cabo de un rato —no está seguro de cuánto tiempo ha pasado—, se sienta a horcajadas sobre él y su erección la penetra una y otra vez. Ella tiene el control; lleva el paso, marca el ritmo y desliza su cuerpo en largos y lentos movimientos hacia un lado y hacia el otro sobre su pene, estómago y pecho.
Lo provoca por un rato, roza la erección contra su entrada sin penetrarla y él siente una creciente mezcla entre frustración y lujuria. Sus labios vaginales le acarician el miembro y sus fluidos le empapan la erección y cuando se siente desfallecer de anticipación, ella deja que la vuelva a penetrar profundamente y con intensidad. Lo monta a un ritmo rápido y firme, con avidez, y ambos se pierden y caen en las profundidades de una unión insaciable.
4.
Querida Viktoria:
¿Qué hacer cuándo te falta coraje? ¿Qué hay que hacer si tienes miedo al rechazo pero aún así quieres intentarlo? Debería intentarlo, arriesgarme y aceptar que podrías decir que no; y al mismo tiempo tener en cuenta que también podrías decir que sí. Ya veremos. Muero por decirte que estoy enamorado y lo he estado desde hace tiempo. Quiero bañarte de cumplidos, sostener tu mano y besarte viendo el atardecer, como en las películas; puedo visualizarlo claramente y hasta imaginar cómo se sentiría, y cada vez que pienso en eso, mi sueño se ve frustrado por mi cobardía. ¿A qué le temo tanto?
El día de los enamorados, llamado así en homenaje a Valentín, el mártir. Existen muchos mitos e historias acerca de cómo se originó esta celebración: una de ellas se basa en el hecho de que esta es la época del año en que las aves buscan y encuentran pareja; otra habla de un sacerdote que fue juzgado por casar a una joven pareja. Allí donde el sacerdote veía amor, la ley solo veía castigo.
Sé que debería terminar mi relación, sé muy bien que no es real y debo ponerle punto final, lo sé. Estoy lleno de dudas, pero no con respecto a esto: debería terminar mi relación aunque ella esté convencida de que tenemos que estar juntos, pero sigo dejando que Elly me dé ordenes. ¿Por qué? Soy una persona segura, que sabe lo que quiere y lo que siente, entonces, ¿por qué sigo haciendo esto? Sencillamente, porque tengo miedo, Viktoria, miedo de que no me ames o de que no me hayas notado. Me asusta perderlo todo y darme cuenta, de una vez por todas, que tus ojos nunca miraron en mi dirección. De que ni siquiera sabes que existo y de que todos mis sueños, todo mi amor y este intensa pasión, no sean más que una fantasía, un engaño, algo que está muy lejos de la realidad. No podría soportarlo, Viktoria.
Mis amigos siempre dicen que Elly y yo “hacemos buena pareja”. —Tú y ella estáis hechos el uno para el otro, ¿en serio lo dudas? ¿Estás loco? —me dicen mientras me dan millones de razones para mantener la relación. —Creo que estoy enamorado de otra persona —les respondo. Al principio, se quedan callados y luego se echan a reír, todos y cada uno de mis amigos más cercanos se carcajean y algunos hasta se quedan sin aire. —¡Amor! —exclaman con burla.
Luego cambian el tema y hablan de algo trivial que pronto se olvidará, pero que mantiene al grupo unido. Nadie me entiende ni me entenderá jamás, mis miedos están estrechamente ligados a estas personas que dicen ser mis amigos. Tengo miedo porque me permito escucharlos y porque empiezo a dudar de quién soy y de lo que siento, empiezo a cuestionarme y a pensar que, después de todo, tal vez tengan razón. Todos me piden que deje el tema, que lo que tengo con mi novia es maravilloso, que todo es perfecto. No me malinterpretes, Viktoria, Elly es buena, es una novia fantástica, pero no puedes obligarte a estar con alguien si estás enamorado de otra persona. Enamorado, ¿acabo de escribir eso? Pues sí, te amo Viktoria, y quiero que finalmente lo sepas. Sellaré esta carta, nunca había escrito nada como esto y no sé por qué decidí hacerlo justamente hoy, pero sellaré esta carta y dejaré que la leas. En ella me expongo y desnudo mi alma, el resto depende de ti.
5.
Todos en la universidad hablan de amor, planes y sueños, pasan mucho tiempo hablando de ello a gritos. «¿Significa que él siente lo mismo por mí?», «¿Es esa una señal clara de que está interesado, de que debería intentarlo?», «¿Dijo algo queriendo decir otra cosa?», «¿Y qué quiere decir ella en realidad?», «¿Es posible que quiera esto, pero que no se dé cuenta de que lo quiere?». Todos hablan, analizan las cosas y albergan esperanzas. Esperan que el amor y los sueños se vuelvan realidad; creen que un día el romance finalmente tocará sus puertas con la promesa de unos sueños cumplidos, besos apasionados y un futuro próspero.
Como de costumbre, ella está esperándolo en el pasillo; pero hoy, no solo lo mirará a los ojos, también se atreverá a hablarle. Ha estado pensando mucho en esso, escogiendo cuidadosamente las frases y eligiendo qué combinaciones de palabras sonarían mejor. ¿Debería decir esto, aquello o quizás incluso eso? Finalmente se decidió: caminará hacia él y simplemente dirá: «Feliz día de los enamorados» con una voz alegre, clara y firme. Lo dirá como si se tratara de una frase cualquiera, nada fuera de lo común, y dejará que él decida si dan el siguiente paso y tienen una conversación. Él decidirá qué hacer y cómo responder a su saludo, en caso de que le responda, así que su destino está en sus manos. Muy en el fondo, realmente cree que él lo comprenderá y le dará una señal inequívoca de que quiere lo mismo.
Pero en el último momento, ella se arrepiente. Aún está demasiado asustada.
6.
Él está a punto de lograrlo, tiene la carta en la mano y está parado frente al casillero de Viktoria, solo le falta meter la carta por la ranura. La carta caerá dentro, y será lo primero que Viktoria verá al abrirlo. Se siente bien, tiene un buen presentimiento, pero justo cuando está a punto de dejar la carta, un amigo se le acerca. —¿Qué haces ahí parado? —Él oculta la carta, inventa una excusa, una mentira convincente. Su corazón se llena de vergüenza y de arrepentimiento, dobla la carta y se la mete en el bolsillo. Perdió la oportunidad y todo terminó.
7.
Viktoria se va, deja la ciudad, necesita olvidar y ver otras cosas, pero principalmente necesita seguir adelante. ¿Será capaz de hacerlo en algún momento? No lo cree, solo puede pensar en él y no puede creer lo mucho que puede llegar a doler el amor. Ni siquiera habían hablado, ni se habían mirado a los ojos, y, sin embargo, ha albergado esos sentimientos desde hace mucho tiempo, pero no pasa nada, ni siquiera una señal o una insinuación; y aún así, los sentimientos no desaparecen ni se atenúan; muy por el contrario, se intensifican y la apuñalan desde adentro.
Viktoria cierra los ojos e imagina que Valentine la abraza y la libera de todo aquello que le hace daño, de todo lo que está mal, todo lo que la hace sentir como se siente ahora, porque cuando él la abraza, todo se siente bien, el mundo es hermoso y su abrazo la llena de vida. De pronto, todo tiene sentido, todo adquiere un propósito y la vida vuelve a ser bella. La existencia y el amor. El tipo de amor que ella ha estado esperando y en el que ha creído. Abre los ojos de nuevo y la realidad es otra, los sueños y la realidad son dos cosas distintas y es consciente de ello. Ya no está fantaseando, aunque nunca imaginó que las cosas terminarían así, pero ya ha pasado mucho tiempo esperando, anhelando y deseando. Sin embargo, nada pasó, nada que le renovara su fe. A veces tenía el presentimiento de que las cosas saldrían bien, que tal vez él se fijaría en ella y haría algo al respecto, pero cuando un corazón no recibe nada de vuelta, termina rindiéndose y deja de creer. Ella sabe que el corazón de Valentine le pertenece a otra persona, sabe que nunca será suyo.
Por eso se prepara para despedirse y justo cuando está a punto de marcharse para siempre y subirse al tren, escucha una voz que la llama:
—¡VIKTORIA!