AHORA QUE ESTAMOS aquí y que no hay nadie con quien hablar, sin colegio, entrenamientos, partidos o amigos con los que quedar, tengo demasiado tiempo para pensar en todo lo que echo de menos.
También hay muchas cosas que no tienen que ver con el fútbol.
Me gustaba, por ejemplo, que papá siempre fuese el mismo, que nunca necesitara preguntarme de qué humor estaría. Papá siempre estaba contento y animado, como un bonito día de verano. Mamá intenta ser verano, pero es invierno.
Me gustaba que explicara los deberes de mates de una forma comprensible para mí y para Nikolai, a quien conseguía ayudar sin que llorase.
Me gustaba que fuera capaz de preparar la comida en cuanto llegábamos a casa, sin ponerse a hacer otras mil cosas, y que casi todo lo que preparaba estaba rico, y que hacía tanta cantidad que podíamos llevarnos las sobras en la fiambrera al día siguiente.
Me gustaba cómo nos hacía cosquillas.
Me gustaba la música que ponía en el coche a todo volumen.
Me gustaba la forma en que tamborileaba con los dedos en el volante.