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ANDREAS

 

 

 

ME GUSTABA QUE siempre dejara de lado el móvil cuando me acercaba a él.

Me gustaba que siempre se montara con nosotros en la montaña rusa acuática del parque de atracciones, una y otra vez.

Me gustaba la forma en que nos envolvía en las toallas cuando nos acabábamos de duchar, cómo nos arropaba con el edredón cuando nos acostábamos, la manera que tenía de besarnos y decirnos que nos quería, aunque nosotros le dijésemos que era una bobada.

Incluso me gustaba ver lo contento que parecía cuando salía para ver un partido de fútbol y beber cerveza con Axel, y el aliento tan asqueroso que tenía cuando nos despertaba al día siguiente.

Una cosa en la que resulta terrible pensar ahora es que a mí me gustaba que él no nadase tan bien como mamá, y que eso no le diera vergüenza. Él también nadaba bien, vaya, pero ella nadaba aún mejor, y eso me encantaba.

No puedo pensar en eso justo ahora, porque entonces siento como si todo se desgarrase dentro de mí. En este momento y este lugar, parece que todas las cosas tristes estén más cerca.