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ANDREAS

 

 

 

PASÁBAMOS CASI TODAS las tardes juntos, fuera o en su habitación de hotel. Un par de veces, la abuela incluso nos acompañó a casa. Me puse un poco nervioso. Aunque solo venía cuando creíamos que mamá no iba a aparecer por allí, nunca podíamos estar seguros. Por eso, normalmente íbamos a otros sitios.

Nos vino a buscar a casa dos o tres veces para llevarnos al colegio en coche, a pesar de que solo está a diez minutos andando. Por las mañanas era muy diferente, nos dimos cuenta de que no era una persona de mañanas.

Una tarde dijo que quería contarnos algo. Me pareció que Nikolai creía que solo iba a proponernos alguna actividad divertida. Yo entendí enseguida que se trataba de algo desagradable.

—Chicos —dijo—. Me lo he pasado muy bien con vosotros, pero ya he gastado todo el dinero que tenía y tengo que volver al pueblo…

En realidad, nos habíamos preguntado varias veces si era rica, dado que se alojaba en una habitación enorme en el hotel Bristol, en el centro, y ya llevaba muchos días allí. El coche de alquiler también debía de costar mucho dinero, y nos había contado que comía a menudo en la elegante cafetería Theatercafeen. Habíamos estado allí alguna vez con los otros abuelos y era un sitio muy caro.

—Volveré —dijo—. Y vosotros también podéis ir a verme. Trazaré un plan, ya lo veréis.

Era una de esas cosas que la gente solía decir, pero que siempre quedaban en nada.

Parecía muy ansiosa y extraña, como si en realidad ya se hubiese marchado.

Deberíamos habernos dado cuenta de que acabaría yéndose; al fin y al cabo, no vivía en la ciudad, pero ninguno de los dos habíamos pensado en eso. Ahora, de repente, iba a irse tan deprisa como había llegado.

Cuando se marchó, fue como si toda la tristeza cayese de golpe sobre nosotros, como una gigantesca ola de agua salada. Todo lo que había pasado en verano había sido tan horrible… pero entonces había aparecido la abuela. Ella hacía que todo pareciese tan divertido que casi se nos había olvidado estar tristes por un tiempo.

Ya no quedaba nada bueno. Echaba tanto de menos a papá que me dolía todo el cuerpo; estaba enfadado con mamá y, en realidad, también con la abuela.

¿Por qué había venido a vernos solo para volver a desaparecer después? ¿Cuál era su plan, qué quería de nosotros en realidad?