« INVOCACIóN A LA MADRE »

Es tanta soledad, soledad tanta

como del ave que acrecienta altura

y traspasa la luz y la quebranta

para invocar respiración futura

y paso a paso sofrenar el grito

hasta hacer de la piedra, su andadura.

Endurecer el aire; lo finito

asido con firmeza, de manera

que lo uno ni lo otro formen mito

y si la madre como voz primera,

audible, pero llena del momento

donde se unen el fuego y la madera.

Donde se unen defensa y pensamiento.

De piedra la andadura y saber fuerte

que, en sus brazos, la piedra fué lamento

y recibe con ambito de muerte

la que fué niña suya, sin descanso

y sigue siendo suya, de tal suerte

que jamás la dulzura hizo remanso

en trato igual, de dos que fueron una:

ambas de soledad y pliego canso.