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Tengo que hablar con Platino.

Jefe, las quesadillas están aquí, cuántas quiere.

Ando sin jaria, Grano.

Nada de eso, jefe, nos espera un largo camino y es mejor empezar después de una buena cena; también trajeron frijol yorimuni, que, como usted sabe, es el preferido de la gente de acá.

Está bien pues, dame dos y algo de frijol.

¿Tan poquito? Se puso a dieta o qué.

Jefe, cuando salíamos del hotel donde compramos las quesadillas pasó algo.

El Minero contó con lujo de detalles la aparición del Ostión con su gente y la manera en que sometieron a la pareja y se llevaron al varón.

Seguro estaban cogiendo.

Pinche Ostión, ya sacó para la cena.

No, los apañó a media calle, en el semáforo, a una cuadra del hotel, en medio de los carros, y estaban vestidos.

¿Seguro? Porque en estos tiempos la gente está muy echada a perder; cogen donde sea y como sea.

Oye, debo pasarle un recado al Ostión que le mandó Platino; Minero, ¿esa pareja los seguía a ustedes?

No creo.

Sólo se llevaron al bato, la vieja quedó tirada en el pavimento, agregó Valente sirviéndose.

Salimos del estacionamiento apenas habíamos dado vuelta en la esquina cuando pasó, quizás el federal los venía siguiendo porque se les atravesó; pienso que si hubieran venido sobre nosotros el Ostión ya estaría aquí cobrando su cuota.

Es un alhuate en el culo.

Márcale, ya tengo días con el recado.

El Grano Biz obedeció, pero el celular del Ostión estaba fuera de servicio. El Minero, Valente y tres más comían despacio pero con apetito. El Perro Laveaga resolvió que ésa sería la última noche allí.

Si el detenido no trae dinero suficiente ya podrá decirle adiós a su linda cara y a la mitad de sus costillas.

Es un policía muy cabrón.

Es sanguinario y vengativo, cuando entré en este jale el Ostión ya estaba jalando con Platino.

Toda persona que se dedica a este negocio nace con un policía gemelo; Grano, que coman los plebes de arriba, y ya estuvo suave, cabrones, mañana al amanecer pelamos gallo.

Hubo un minuto de silencio. Laveaga presentía que algo no estaba en su lugar aunque no sabía qué, aun así no lo tomarían desprevenido.

Jefe, tiene dos días sin tomar como Dios manda, usted sabrá por qué, lo bueno es que el whisky no se pierde, ¿eso de irnos ya está decidido?

Nos vamos, ya dije.

¿Dejaremos a tanta muchacha bonita en esta ciudad que nos acogió tan bien?

Creo que todos los hombres somos sustituibles, Grano Biz, así que no estés chingando con eso; ellas conocen el camino más corto para mandarnos a la chingada; y ustedes, ¿vieron a los marinos?

El Minero se apresuró a responder.

Sólo una camioneta, estaban comiendo tacos de carne asada con doña Chayo.

Al menos se alimentan bien.

Entonces qué, ¿le traigo a su morra para que lo despida?

Grano, márcale a Platino, hace rato que pasó la media hora.

Justo en ese instante llamaron a la puerta con energía.