—Debo reconocer que descubrir que no eres una cabeza hueca como el resto de las debutantes es una grata sorpresa. —Las palabras de Rori detuvieron su andar.
—¿Acabas de decir que mis amigas son unas tontas? —Divertida, Amelia enarcó una ceja.
—Sí. ¡¿Qué?! ¡No! Ellas… —Pero Meli le apoyó un dedo sobre los labios para hacerlo callar antes de que se viera forzada a darle un golpe accidental con su sombrilla.
—Las casi floreros podemos ser muchas cosas, pero tontas definitivamente no es algo que se aplique a nosotras. El problema son los estirados pares del reino que prefieren apegarse a sus tradiciones y no son capaces de ver lo maravillosas que mis amigas son —finalmente declaró con pasión.
—Realmente las quieres, ¿no es así?
—Pese al poco tiempo que llevamos unidas, sí. Son mis amigas y no piden nada más que lo que cualquier persona se merece.
—¿Y eso sería?
—Que en su matrimonio haya afecto y no tan solo ser un adorno conveniente para que luego sus maridos vayan a satisfacer sus necesidades con sus meretrices —respondió con absoluta convicción la joven, lo que logró que Rori la observase por varios segundos con la boca abierta. Meli estaba segura de que acababa de quebrar alguna clase de récord porque, por lo que recordaba de haberlo visto siempre, era él el que encandilaba y escandalizaba a sus pretendidas por partes iguales. No era que ella entrase en esa categoría. Sammy probablemente también lo hubiese catalogado como el «hombre dragón con ojos de tormenta», pero ella no lo hacía. Pasar el día con Rori le dejó en claro que cualquiera fuese la conexión que sentía hacia los Douglas tan solo ocurría con su padre Callan—. No deseo casarme contigo —largó a bocajarro de manera inesperada, por lo que se sorprendió incluso a sí misma.
—No sé si sentirme ofendido o aliviado, milady —logró barbotear entre carcajadas el joven, claramente divertido.
—Lo siento, Rori, pero yo…
—Ey, tranquila, me caes bien y consideraría un honor ser tu amigo… sin mencionar que nos salvaríamos mutuamente en estas engorrosas reuniones donde todos los mayores están al pendiente de qué hacemos o dejamos de hacer —se apresuró a tranquilizarla mientras daba una rápida mirada en dirección a su padre que nos los había perdido de vista en ningún momento. Ese era un tema con el que lidiaría más tarde porque Callan jamás había expresado interés alguno en las jovencitas inexpertas, así que no comprendía cuáles podían ser sus intenciones para con Meli. La joven le agradaba y si fingir interés en ella la mantenía a salvo de quienes quisieran dañarla, que así fuera… Incluso si eso lo enfrentaba a su propio padre.
Meli sonrió profundamente aliviada. Al menos, hasta que su nuevo amigo fuese obligado a casarse o se enamorara, tendría un aliado para evitar todas las situaciones engorrosas en incontable cantidad de eventos sociales que les deparaba el futuro. Solo tendría que asegurarse de advertirles a sus amigas al respecto, si alguna estaba interesada en Rori, era más que bienvenida a conquistarlo, pero para el mundo exterior… ellos podrían o no estar cortejándose.
Continuaron hablando y finalmente él la escoltó hasta su carruaje. No tardó en llegar a la residencia familiar, y aunque le sorprendió ver el elegante transporte de su tío, decidió no sacar ninguna conclusión hasta que hablara con él.
No tardó en hallarlo cómodamente instalado en la sala de estar.
—Mi Meli, ¿cómo estás, pequeña?
—Bien, tío. Regresando de haber sobrevivido a otro té…
El caballero rio divertido ante sus palabras. Conocía el carácter de su sobrina y sabía lo mucho que la fastidiaba tener que aparentar delante de la aristocracia un interés que no sentía en lo más mínimo.
—Debo decir que, aunque me sorprende, él es una excelente elección.
—Tío, no…
—El joven Rori Douglas. Excelente familia. No sé si sabías que son parientes lejanos de tu amiga Sophia. Su bisabuelo era tío del laird actual del clan.
—Tío…
—Está bien, pequeña, comprendo que aún es algo relativamente nuevo, no necesitas darme ninguna explicación. —El hombre se levantó de su lugar y, luego de sujetarle con suavidad los hombros, le dio un suave beso en la frente—. Solo pasé a decirte que cuentas con mi bendición, Meli. Pero también que quede en claro que puedo ser un enemigo formidable si sus intenciones son deshonrosas.
—¡Tío! —Pero la joven rio ante sus palabras y lo abrazó con afecto para luego escoltarlo hasta la puerta.
Quizás fuese mejor que hasta su tío creyera eso, siempre habría tiempo más adelante para confesarle la verdad de su relación con el joven Douglas. De momento, a ambos les convenía… Además, quizás eso la ayudara a resolver las alocadas emociones que el Douglas mayor le producía. No podía nada más que ser algo platónico y debido a su inexperiencia. Ella no podía estar realmente interesada en el hombre que representaba al dragón, ¿o sí?