—¡Ella! —una voz la sacó de sus sueños húmedos. Abrió los ojos como platos, pero no se movió, aun a pesar de escuchar otra vez aquella voz que la llamaba. Debió haberse movido mucho a causa de su sueño subido de tono, puesto que el saco de dormir que la cubría por completo yacía en esos momentos entre sus piernas y estaba apretado contra su clítoris. Ella se puso roja como un tomate. Si el que llamaba hubiera abierto la tienda de campaña en vez de llamar desde fuera, la habría encontrado frotándose el coño contra la sábana mientras dormía. ¿De repente me había convertido en una depravada?
—Ella, se hace tarde. ¿Te apetece cenar? —preguntó Lucas antes de abrir la cremallera de la tienda de campaña para meterse dentro.
Solo le dio tiempo a estirar la sábana que la cubría antes de que Lucas entrara. Fingió estar aturdida mientras se desperezaba y se incorporaba despacio.
—Lo siento. Creo que estaba más cansada de lo que pensaba. ¿Qué hora es? —preguntó con aire despreocupado, aunque la hora del día era lo último en lo que podía pensar en aquel momento. Lucas sonrió, le agarró de la muñeca y la levantó para ponerle el reloj ante sus ojos. Unos espasmos de placer le recorrieron todo el brazo como respuesta a su contacto, pero aquella vez no había sido la única que lo había sentido. Lucas se quedó petrificado unos instantes y le penetró con la mirada antes de soltarle la muñeca. Genial, ahora es contagioso, pensó con ironía.
—Son más de las seis, ¿por qué no vienes a cenar con nosotros? —después de preguntar eso, se marchó directamente y cerró la tienda de forma robótica.
Quizá estaba en lo cierto... quizá habían pillado algo que les nublaba el cerebro. El virus del sexo, pensó de broma, aunque no pudo evitar reírse en voz alta por aquel diagnóstico tonto. Sacudió la cabeza para intentar despejarse. Al salir de la tienda, Ella estaba resuelta a que volviera todo a la normalidad, a como habían sido siempre las cosas entre los tres. Así pues, se centró en las actividades que realizan los campistas en las películas que había visto, como hacer perritos calientes en el fuego para cenar, tostar nubes de gominola, preparar smores y contar historietas de fantasmas bajo la luz de las linternas.
—De acuerdo, basta de historias cutres de fantasmas —dijo después de que Lucas contara una historia sosa y aburrida.
—Vale, ¿qué propones? —preguntó Lucas a la vez que fingía estar ofendido.
Estrujó el cerebro unos minutos, intentando recordar cualquier otro juego infame de las pelis de campamento, pero no se le venía nada a la cabeza.
—¿Qué querías ser de mayor cuando eras pequeño, Lucas? —preguntó de repente.
—¿Qué tipo de juego es ese? —le respondió perplejo
—No es un juego, es una pregunta. Intentaba recordar lo que hacen los niños cuando van de acampada y me ha hecho pensar en que no sé nada de vosotros antes de conocernos en la universidad... cómo erais de pequeños.
—Ah, bueno. Pues lo creas o no, quería ser jugador de béisbol de pequeño —dijo sonriente.
—¿Y ahora? ¿Qué harías si perdieras todo tu dinero y te tocara empezar a trabajar de nuevo? —continuó preguntando Ella.
—Supongo que todavía seguiría fascinado por la tecnología, por lo que seguramente querría trabajar en el campo de la informática. Investigación y desarrollo o incluso diseño de hardware. ¿Y qué hay de ti, Ella? Si tuvieras que empezar de nuevo, ¿escogerías otro campo profesional?
—No —respondió de inmediato. No necesitaba ni pensarlo—. Me encanta mi trabajo. Aunque reconsideraría lo de asistir al seminario de la semana pasada —comentó con ironía.
—De acuerdo, Christian. ¿Qué no sabemos de ti? —Ella habló como pensativa—. ¿Qué es lo peor que hiciste de adolescente? —preguntó al final. Resultó que Christian robaba coches haciéndoles puentes en su etapa de instituto. Sí, definitivamente es un chico malo, pensó para sus adentros, aunque no quería admitir lo mucho que le ponía aquello.
Christian aprovechó el silencioso momento que se había formado para hacer su propia pregunta.
—¿Cuál es la fantasía más alucinante que has tenido en la vida, El? —preguntó con un tono demasiado trivial dada la importancia de la pregunta.
—Ey, eso es una pregunta diferente, ¿no crees? —respondió mientras se le pasaba por la cabeza la imagen del sueño que había tenido cuando estaba durmiendo en la tienda de campaña.
—¿Qué pasa, eres una gallina? —le picó Christian.
Ella había sido muchas cosas en la vida, pero cobarde no era una de ellas. Por lo que tomó un sorbo de su copa de champán para armarse de valor, respiró profundamente y contestó con honestidad.
—Mi fantasía más hilarante ha sido contigo y con Lucas. Estábamos completamente mojados y había manos por todas partes —confesó a la vez que se ruborizaba un poco.
Para no demorarse en aquel tema demasiado tiempo, se giró hacia Lucas. Con la esperanza de desviar la atención de lo que acababa de decir, hizo una pregunta atrevida por su parte.
—Si pudieras ver a una persona desnuda, ¿quién sería?
—Serías tú, Ella —respondió, dejándola patidifusa. Aquello no había desviado la atención de la forma que esperaba. Y el jueguecito de las preguntas que se había inventado Ella se estaba volviendo en su contra cada vez más cuando Lucas saltó con una pregunta propia.
—Christian, ¿qué ha pasado en la catarata entre Ella y tú? —preguntó con toda la tranquilidad del mundo, aunque miraba fijamente a los ojos de Ella mientras hablaba.
Christian sonrió, aunque no respondió al momento. Se giró hacia Ella para buscar en silencio su consentimiento. Tragó saliva porque el pánico empezó a recorrerle todo el cuerpo, pero se detuvo de golpe. La mirada de Christian se había vuelto pasional y volvió a encender la chispa que le recorría por todo su cuerpo. Hizo un único asentimiento de cabeza y al hacerlo se sintió muy atrevida, como la Ella de sus sueños.
—Bueno, es difícil de explicar —dijo Christian mientras se ponía en pie.
Extendió el brazo y agarró la mano de Ella para ponerla también de pie.
—Empezó cuando le puse las manos en la cintura. Algo así —contestó con voz ronca mientras la apretaba contra su pecho—. Y entonces la besé.
Sus labios descendieron hasta los labios de ella justo como había pasado horas antes y los brazos de Ella le rodearon el cuello por voluntad propia. Tenía la cabeza obnubilada por el curso de los acontecimientos y la punzante sensación que se había instalado entre sus piernas llevaba la voz cantante. Dejó de besarla un momento después para que sus labios siguieran el camino que habían recorrido con anterioridad hasta la parte superior de sus pechos. Alzó la vista hacia ella un segundo.
—¿Recuerdas lo que hiciste a continuación? —le preguntó. Ella asintió con la cabeza mientras sus dedos se morían por quitarle la camiseta de una vez.
Tan pronto como cayó al suelo, la boca de Christian volvió a su cuerpo y empezó a lamerle el pezón con la lengua a la vez que utilizaba una mano para agarrar su pecho y la otra para llegar hasta su clítoris por encima de la ropa. Ella gimió de placer y le acarició los pectorales desnudos conforme Christian la masturbaba más y más rápido. Encontró su enorme paquete en los pantalones vaqueros y lo frotó mientras sus dedos buscaban la cremallera.
—Cuéntame tu fantasía, El —le susurró contra el pecho.
Sabía que debería haberse ruborizado, pero no lo hizo. En su lugar, le contestó sin preámbulos.
—Tú estabas justo así y Lucas estaba detrás de mí —empezó a decir y se detuvo un momento cuando notó que le agarraban las caderas desde detrás—. Lucas me apretujó contra él —continuó diciendo. Entonces Lucas agarró con firmeza sus caderas y la empujó contra él.
Podía notar una dureza contra sus nalgas. Gimió más alto cuando Christian le acarició el clítoris con más fuerza.
—¿Qué pasó a continuación? —preguntó él cuando la mano de Ella empezó a explorar el cuerpo que estaba detrás de ella.
Dudó un segundo, pero continuó.
—Los dos me quitasteis la ropa.
Christian lanzó un jadeo de placer y se irguió para desabrochar los botoncitos que llevaba la camisa. Al ver que no cooperaban no se desanimó, sino que la desgarró. Cuando le escurrió la camisa por los brazos, Lucas ya estaba desabrochando el cierre del sujetador y le quitaba los tirantes de los hombros. Los senos de Ella se liberaron cuando el sujetador cayó al suelo y las manos de Lucas se movieron rápidamente por sus costillas hasta llegar a cubrirle los pechos. Cuando los pulgares empezaron a jugar con sus pezones, se estremeció de placer. Se notaba muy cerca porque la estaban poniendo demasiado cachonda. Christian dejó de masturbarla en aquel momento y Ella, frustrada, gimoteó por el parón tan brusco. Él sonrió con mirada diabólica, consciente de que estaba a punto de correrse.
—Pero todavía no estás desnuda, Ella —susurró al mismo tiempo que enganchó los dedos en la cinturilla de su pantalón y los fue bajando antes de seguir con la última prenda que le ocultaba el cuerpo.
Sus ojos se encontraron con los de ella al bajarle el tanga por los muslos hasta destapar su suave y húmedo coño.
—¿Qué pasó después? —preguntó con la voz ronca a la vez que le devoraba todo el cuerpo con los ojos.
—Tus dedos estaban dentro de mí —le dijo con la voz temblorosa y el cuerpo abrumado por la necesidad.
Aproximó su mano con entusiasmo y acercó los dedos a la raja antes de introducirlos de golpe. Al principio empezó a moverlos poco a poco a la vez que el cuerpo de Ella se retorcía contra Lucas, que la agarraba con firmeza desde atrás. Aumentó el ritmo cuando sus gemidos fueron más altos y no tardó mucho en volver a estar al borde del orgasmo. Pero aquella vez Christian no se detuvo y la masturbó más fuerte hasta que Ella gritó con el placer del orgasmo, se corrió y convulsionó de éxtasis alrededor de sus dedos.
Mientras se apaciguaban sus espasmos de placer, Ella localizó la bragueta de Christian, la abrió y le bajó los pantalones vaqueros. Su boca empezó a salivar cuando liberó el enorme pollón y no le llevó ni un segundo saber lo que quería hacer a continuación. Apoyó las manos contra su pecho y empujó a Christian unos pasos hacia atrás hasta llegar a la silla plegable que había tras él para indicarle que se sentara. Con las piernas abiertas se inclinó y apoyó las manos contra los muslos de Christian para mantener el equilibrio. Aquel trabucazo apuntaba directamente a su cara y utilizó la lengua para lamerle la punta. Cuando abrió la boca para tragársela entera, notó otra vez detrás de ella a Lucas, que le pasó los dedos por su húmedo coño. Un momento después introdujo un dedo en su raja y entonces un segundo, que curvó mientras los movía dentro y fuera de ella. Era una sensación que no había experimentado en la vida, una presión exquisita que inflamaba todo el cuerpo. Ella movía la cabeza hacia arriba y hacia abajo con el rabo de Christian en la boca e intentaba tragar todo lo que podía mientras Lucas la masturbaba con más rapidez. Notó que aumentaba la presión de su cuerpo e intentó luchar contra aquella extraña sensación.
—No te resistas, Ella —le susurró Lucas. Intentó relajarse y cuando lo consiguió empezó a astillarse en mil gloriosos pedazos. Un devastador orgasmo le recorrió todo el cuerpo y le empapó los muslos mientras gemía alrededor de la polla de Christian. Se movía más despacio, aunque su boca continuaba cubriéndole de calidez, hacia arriba y hacia abajo, mientras saboreaba cada robusto centímetro de él. Los dedos de Lucas desaparecieron para dejar paso a algo más gordo y grande que presionaba contra su entrada.
No puedo creer que me esté ocurriendo esto precisamente ahora, pensó con exasperación conforme se la tragaba entera. Clavó las uñas en los muslos de Christian cuando notó que Lucas la rellenaba. Gimió alrededor del cipote de Christian y las vibraciones hicieron que se hinchara todavía más. Ella sentía que estaba cerca del orgasmo. Cuando su rabo alcanzó la garganta hasta notar la dura resistencia se corrió a lo bestia mientras gemía su nombre. Ella se movió para cambiar de posición un momento después cuando Lucas aumentó el ritmo, pero Christian la agarró de los hombros para detenerla.
—No te muevas, El. Quiero verte. Quiero ver la mirada de tus ojos cuando te corras —le dijo mientras la miraba fijamente. Era la escena más erótica que hubiera imaginado en su vida y la combinación de Lucas rompiéndole el coño y Christian observando con atención era más de lo que podía aguantar. Arqueó la espalda de placer y echó las caderas hacia atrás contra Lucas cuando empezó a correrse, sin apartar la mirada de Christian. Su coño apretó el pollón de Lucas con los espasmos del orgasmo y consiguió que se liberara y la llenara de leche.
Se apartó y la dejó con una sensación de vacío, aunque no por mucho tiempo. Cuando se irguió, Christian se puso en pie y la agarró para seguir besándola. Cuando abrió la boca para recibirlo, notó una enorme y rígida protuberancia que le presionaba el bajo vientre. Se le pusieron los ojos como platos, no podía creer que estuviese empalmado de nuevo con tanta rapidez. Entonces la echó contra el suelo a la vez que admiraba su cuerpo desnudo alumbrado por el fuego. Abrió las piernas de buena gana, pero cuando se puso encima de ella y notó la punta del trabuco en su entrada, experimentó un momento de duda. Nunca se había metido algo tan grande y gordo, aunque Christian le leyó la mente y le susurró al oído.
—Solo relájate, El. Estás muy mojada —le dijo mientras le pasaba un dedo por la raja para confirmarlo—. Encajaremos a la perfección —le aseguró antes de empezar a empujar poco a poco para darle a su cuerpo el tiempo de ajustarse a su enorme envergadura.
Conforme fue introduciendo cada centímetro dentro de su coño, se dio cuenta de que tenía razón. Nada en la vida le había parecido tan increíble. La había llenado por completo y estimulado cada milímetro de ella. Lanzó un gemido profundo cuando le entró hasta el final y Christian se detuvo un momento para mirarla a los ojos.
—¿Ves? Perfecto —susurró con voz ronca.
—Perfecto —dijo asintiendo con la cabeza para darle la razón. Entonces empezó a moverse, entró y salió de ella con suavidad. Sin embargo, cuando ella lo atenazó con las piernas para notarlo más intensamente con cada empujón, él gimió y aceleró el ritmo.
—¿Tienes idea de cuántas veces he fantaseado con estar así contigo? —le preguntó.
Ella había asumido que lo que estaba ocurriendo en aquel momento era un error fruto de un momento de pasión, un lapsus de juicio causado por la falta de alternativa disponible para la gratificación sexual. Nunca habría adivinado que su mejor amigo había pasado el tiempo fantaseando con ella. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar sobre aquella pregunta.
De repente ya no estaba debajo de él. Con un movimiento ligero, Christian rodó para ponerla encima. Al cabalgarlo, Ella se sintió poderosa por llevar el ritmo de la acción mientras subía y bajaba con las manos apoyadas en sus musculosos pectorales. Lucas se arrodilló a su lado y acarició todo su cuerpo. Le pasó las manos por los pechos, por sus caderas voluptuosas y le agarró del trasero. Deslizó una mano por el muslo hasta llegar a su clítoris. Una vez allí, no hizo ningún movimiento, sino que mantuvo una presión constante para dejar a Ella que moviera las caderas y frotara su clítoris contra sus dedos.
El lascivo comportamiento de Ella la sorprendió, aunque no pudo hacer nada para evitarlo y en aquel momento no le apetecía en absoluto detener lo que estaba pasando, aunque tuviera la oportunidad de hacerlo. Al rebotar en el trabucazo de Christian notaba unas sensaciones en su interior que la impelían a continuar. Estiró el brazo para agarrarle la polla a Lucas mientras con la otra mano presionaba los dedos de Lucas contra su clítoris. Lucas gimió de placer y empujaba las caderas hacia adelante conforme Ella le masturbaba más deprisa. Observó a Lucas llegar al orgasmo, echar toda la leche delante de ella. Cuando acabó, Ella se llevó los dedos a la boca para saborearlo, y se sintió muy traviesa al pensar que no solo la habían penetrado dos hombres en menos de una hora, sino que también había probado la leche de ambos. Y de nuevo aquellos pensamientos combinados con las cosas increíbles que le estaban haciendo Christian y Lucas en el coño la llevaron al borde del orgasmo.
Sus ojos volvieron a los de Christian, que lo encontró observándola con una mirada inflamada que le daba a entender que estaba fascinado por la mujer salvaje en la que se había convertido. La folló más duro, llegando hasta el fondo de su ser con cada sacudida. Sus gemidos se convirtieron en gritos unos momentos después cuando empezó a correrse y Christian la acercó hasta él mientras su coño sufría espasmos de placer alrededor de su enorme pollón, que le llevaban estar al borde del orgasmo cuando su lengua entró en su boca. Se detuvo incluso después de haberse corrido muy dentro de ella para saborear la sensación de estar tan llena durante unos momentos más.
Al final Ella salió de él, pero Christian la acercó y la retuvo entre sus brazos. Era una sensación muy extraña, porque lo conocía desde hacía años y hasta aquel momento no había tenido ni puñetera idea de lo bien que se sentía al estar abrazada a él después de una sesión de sexo salvaje y alocado. Aunque Lucas también había sido un participante activo en el devenir de aquellos acontecimientos lascivos, sabía por instinto que no hubiera sido lo mismo estar abrazada a él. Estaba buenísimo, por supuesto, y era un amante con mucho talento y pasión, pero se estaba dando cuenta de que sus sentimientos por Christian iban mucho más allá de una simple relación de amistad. Ella no sabía cómo había estado tan ciega... aunque tampoco tenía idea de qué hacer a continuación.
Perdida en sus pensamientos acabó durmiéndose, exhausta por las horas de intensos juegos eróticos. El sol ya estaba saliendo cuando abrió los ojos de nuevo. Desnuda, en la misma posición en la que se quedó dormida la noche anterior, levantó un poco la cabeza para explorar los alrededores. El cálido cuerpo de Christian seguía tras ella, pero Lucas había desaparecido de la vista.
—Pensó que nos debía dejar un rato a solas —Christian habló en voz baja.
Ella alzó la vista para mirarlo, perpleja.
—Lucas sabía los sentimientos que tenía por ti desde hace un tiempo, El. Aunque también le gustas mucho, no es lo mismo —le dijo, como si aquello lo explicara todo.
—¿Qué sentimientos tienes por mí? —No se esperaba aquello. Se imaginó que podría echar la culpa de lo que pasó la noche anterior a sus hormonas rampantes y a haber bebido demasiado champán. Si Christian sentía algo por ella, ¿por qué no lo había dicho antes? Aunque en aquel momento se dio cuenta ella también de lo que sentía en realidad por él.
—Pero hemos sido amigos durante tantos años... —pensó en voz alta.
—¿Me estás diciendo que solo quieres que seamos amigos, El? —le preguntó mientras le rozaba todo su cuerpo con las manos, que le provocaron inmediatamente temblores de placer por todo su ser.
—No, supongo que no. Nunca había pensado que fuera tu tipo. ¿Y por qué ahora? Hemos sido amigos durante muchos años. ¿Cómo no nos hemos dado cuenta en todo este tiempo de que había algo entre nosotros? —preguntó para intentar mantener su línea de pensamiento a pesar de la excitación que empezaba a sentir entre las piernas.
—Yo lo supe todo el tiempo, El —le confesó con toda naturalidad mientras seguía rozándole el cuerpo—. ¿Qué me dices si lo hacemos más fácil? Si puedo hacer que te corras antes de cinco minutos, aceptas darme una oportunidad —le dijo a la vez que le sonreía con maldad antes de besarla muy suavemente. Se apartó de sus labios para besarla en el cuello, en las tetas, en el estómago y mucho más abajo, hasta que llegó a su destino y la provocó con la lengua antes de meterse el clítoris en la boca. Al mismo tiempo buscó su mochila, que estaba cerca del fuego que prendieron la noche anterior. Rebuscó y sacó algo de la mochila sin dejar que el clítoris de Ella se le escapara de la boca. Cuando sacó la mano, se irguió un momento.
—Dijiste que el tuyo lo había destruido el fuego —dijo sonriente con un vibrador nuevo en la mano. Lo encendió y lo presionó contra el clítoris de Ella antes de que pudiera decir palabra. Puso la boca más abajo y le pasó la lengua por toda la raja, jugando con sus labios vaginales. Se puso a gemir y a retorcerse enseguida. Cuando Christian puso la lengua rígida y la metió en su coño, Ella se tapó la boca con el brazo para ahogar un grito.
Tenía muy claro que no iba a durar ni cinco minutos.