Yoshi
Yoshi Sarashima estaba solo en su casa de Meguro, plantado ante una fotografía de Rina. De las que tenía de su hija, aquella era su favorita. Estaba en la playa en Shimoda y miraba directa a la cámara, con el sol pegándole en la cara. Veía a la niña que había sido y a la mujer en la que se convirtió, la madre que fue para Sumiko.
Unas velas rodeaban la fotografía en su sitio dentro del armario de palisandro sin puertas, un butsudan, el altar familiar en la habitación del tatami. Todavía se sentía el olor a incienso a pesar de que las varitas de esa mañana ya no eran más que polvo gris en los portainciensos.
En los meses que siguieron a la muerte de su hija, se encontraba a diario flores recién cortadas en el altar y las velas y el incienso ya encendidos cuando bajaba del cuarto. Hannae era muy atenta. Pero últimamente había encontrado a Sumiko arrodillada allí en la alfombra, de espaldas a él en el umbral; la niña no notaba su presencia y él se daba media vuelta y abandonaba en silencio la habitación. A esas horas Hannae solía estar en la cocina preparándole el bento para el colegio, pero, cuando el reloj daba las siete de la mañana, iba a la habitación del tatami con un pañuelo limpio para enjugar la cara de Sumi antes de que se fuera.
Yoshi cogió la fotografía del altar y miró a su hija. Jamás pensó que pudiera no volver a ver esos ojos, esos pómulos marcados y delicados. De pronto llegó un grito del jardín, un chillido, y miró al exterior. Sumiko estaba jugando con Hannae. Corría bajo los rayos del sol, dando brincos en el aire, su vestido de algodón blanco volándole sobre las rodillas. Volvió a saltar y cogió al vuelo el frisbi. Se quedó mirando cómo jugaba, con los ojos muy abiertos por la emoción y la alegría. Con la cara vuelta hacia el sol, corría ágilmente por el césped. La vio por lo que era: una niña, solo una niña normal y corriente; quiso que siguiera siendo así. Lentamente, se inclinó sobre las velas del altar y, con un pequeño abanico, las apagó una a una. Quitó la fotografía de su hija del altar familiar y no volvió a ponerla.