¡High Noon!
El gran hechizo.
Mediodía, la hora programada para el duelo, el punto más alto del sol, el momento de la confrontación.
Hubo persecución, disparos, traición… y ¿qué más? De repente, se encontró tendido en un camino abandonado, cerca de un cruce de una vía de ferrocarril bastante antigua. No sabía en qué país o mundo estaba. Recordaba que había estado cazando a la Maldita en… ¿un desierto? Tal vez. Un desierto haría sentido. Sabía que los recuerdos se verían perjudicados por un tiempo, pero el desierto era predecible, casi cierto, porque todo en su vida parecía ser un desierto, y él se preguntaba por qué.
Lo pensó un poco más y decidió que a lo mejor hubiera sido en una playa. Pero ¿por qué no estaba seguro?
Recordaba que, antes de ser arrojado en ese camino, el calor era intenso, raras veces sintió una brisa agitar su pelo negro; cuando llegaba una brisa cualquiera, lo obligaba a protegerse los ojos porque, aunque suave, el viento arrastraba mucha arena.
¡Ah!, esa arena no dejaba sus pensamientos…»
Cuando terminé de leer, Thiago y Rogelio se pusieron de pie, perplejos, mientras Danielle y Marysol reflexionaban, aún sentadas. La daemon decidió servirse un trago de tequila que tomó de inmediato. Cerró los ojos y, cuando los abrió, buscó su reflejo en los espejos.
El reflejo era su rostro, pero su cabello estaba en una coleta. No era como mi coleta, era una coleta baja, casi formal. Los ojos del reflejo estaban maquillados y la boca estaba coloreada con un lápiz labial color café. En sus labios, además del lápiz labial, un cigarrillo hecho a mano que ella fumaba con la elegancia de las pasadas actrices de cine, pero que se parecía mucho a marihuana.
Ese reflejo sonrió de una manera odiosa; una forma odiosa que Marysol y yo deseamos que fuera desconocida, pero no lo era. Conocíamos bien esa sonrisa. Lanzó toda la malicia de sus ojos rojos sobre nosotras y dijo:
—Suponed que yo lo haga caminar de nuevo, Mary y Sol… —El reflejo pareció acercarse a la superficie del espejo, extendió aún más la sonrisa serpentina y concluyó—: Mucho gusto, soy Najara. Pero podéis decirme Naja.